Aunque su población ni siquiera alcance los 2.000 habitantes, distribuidos en un territorio de poco más de 100 km2, este pueblo de la cumbre de Gran Canaria es conocido en todo el Archipiélago y recientemente se ha popularizado como destino para visitantes que, además de sol y playa, buscan empaparse de la identidad local que rezuma por los costados de estos enclaves rurales canarios. A pesar de su creciente popularidad, sigue siendo un refugio de paz en el centro de la isla.
En el centro de la isla, Tejeda aparece casi como un espejismo con el telón de fondo del Roque Nublo y el Bentayga. Este remanso de tranquilidad entre barrancos es un lugar perfecto para una escapada rural lejos del bullicio de la ciudad o de las masificadas zonas turísticas. Sea por este motivo, o bien por disfrutar de su famosa repostería donde las almendras son protagonista, visitar Gran Canaria y no pasar por Tejeda es imperdonable.
Para llegar desde Las Palmas de Gran Canaria tardaremos aproximadamente una hora en recorrer los 44 km que separan la capital de la isla de esta localidad que, además, es considerado uno de los Pueblos más bonitos de España según la asociación que otorga estos galardones. En Canarias tan solo otros cuatro municipios ostentan este título: Agulo, Betancuria, Teguise y Garachico.
La Gran Canaria rural
Sus apenas 103 km2 reúne una gran afluencia de visitantes porque, gracias a su abanico de atractivos naturales, culturales y gastronómicos, Tejeda es uno de los municipios más visitados de la isla y sin duda un ejemplo auténtico de Gran Canaria rural que mantiene viva la identidad del archipiélago. Balcones de madera en casas de fachadas blancas componen la estampa de un pueblo que presume de su arquitectura tradicional canaria, salpicada por rincones decorados con vistosas flores.
Por tanto el paseo por el casco antiguo, donde podremos descubrir la Iglesia de Nuestra Señora del Socorro, es una primera toma de contacto innegociable para admirar las casas tradicionales, conocer la artesanía en sus tiendas y talleres para terminar, finalmente, probando sus mazapanes o célebre repostería de almendras con la vista fija en las montañas circundantes.
Entre dos gigantes
Tejeda es el mejor punto de partida para acercarse hasta el Monumento Natural del Roque Nublo, emblema de la isla con más 70 de metros de altura en forma de monolito de roca basáltica, siempre con el conocido como El Fraile, una formación rocosa a los pies del Nublo que recuerda a un monje en oración.
Aun más cerca, y normalmente menos concurrido, se encuentra el Roque Bentayga, enclave sagrado donde los aborígenes preparaban ofrendas para rendir cultos a sus deidades. Allí, además de descubrir el yacimiento de Cuevas del Rey, con grutas habitacionales, graneros y grabados podremos visitar el Parque Arqueológico del Bentayga, un museo al pie del roque donde descubrir la historia de los primeros pobladores de la isla.