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Sociedad

Así es la venus canaria: la misteriosa escultura prehispánica que no conocen en el resto de España

Estudiosos del arte prehispánico canario advierten de la incorrecta denominación que recibe esta estatuilla tradicionalmente considerada ídolo de fertilidad

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Aunque es conocida como 'Idolo de Tara' en referencia al yacimiento arqueológico de Telde, algunas fuentes indican que esta venus canaria podría proceder de Gáldar y sería más correcto denominarla `Idolo de Chil'./ MUSEO CANARIO.

Es la muestra más emblemática del arte aborigen canario. Una figura realizada en terracota con forma femenina, en posición sedente, con piernas y brazos cortos y voluminosos, así como un largo cuello. Presenta detalles como incisiones para el contorno de los ojos, la nariz y la boca, así como pintura de color rojo, que conseguían con el almagre, una técnica de decoración cromática para dar ese color rojizo del óxido de hierro que cubre la pieza.

A pesar de que se trata de una pieza de tan solo 26,1 cm de altura y 23,7 cm de ancho, es considerado un ídolo a la fertilidad tan relevante para los primeros pobladores de Canarias en una línea temática asociada a la divinidad femenina, el amor y la belleza que comprende desde miles de años atrás, con esculturas como la venus de Hohle Fels o la venus de Willendorf hasta representaciones más actuales y sofisticadas de la época helenística, como la venus de Milo.  

Aunque su origen preciso es desconocido, el Ídolo de Tara siempre ha sido asociado encontrado en Gran Canaria y donado al Museo Canario por uno de sus cofundadores, el Dr. Gregorio Chil y Naranjo, quien además la envió a la Exposición Universal de París de 1878 y la describe en su obra Estudios históricos, climatológicos y patológicos de las islas Canarias, para cuya redacción junto una gran colección de momias, huesos, cerámica y otros útiles.

Madre o novia

A raíz del hallazgo de otras fragmentos de figuras semejantes en distintos contextos arqueológicos de Gran Canaria se ha concluido que este tipo de imágenes debieron ser muy representadas en el periodo prehispánico. Tanto el material como la técnica apuntan a un origen común, así como la preferencia por la representación humana, especialmente por la femenina, cuyos atributos sexuales representados conducen a vincular estas figuras con el culto a la fertilidad.

Asimismo, además de esta interpretación de la mujer encinta, desde la publicación Ídolos canarios, catálogo de terracotas prehispánicas de Gran Canaria, apuntan un nuevo matiz que identifica la pieza con una figura nupcial que con un ídolo de fertilidad en atención a "la práctica del engorde previo de la moza casaderas hasta desarrollar grandes y tersos vientres en los que concebir a sus hijos".

Si bien acepta que, a pesar de dos exiguos senos, el ídolo presenta atributos femeninos como "una vagina, inapreciable hasta la reciente limpieza y consolidación de esta pieza, queviene zanjar definitivamente el debate de su adsrcipción sexual" también apuntan que "en estos casos como en los que, sin ofrecer barrigas demasiado prominentes, muestran nalgas, muslos, y aun brazos, manifiestamente engrosados, nos hallemos ante auténticas novias y (..) que las marcas cutáneas o los tocados fueran elementos integrantes de prácticas intimamente ligadas a ritos nupciales”.

¿De Telde o de Gáldar? ¿De Tara o de Chil?

Entre los expertos sí existe consenso en cuanto a la inconveniencia de referirse a esta estatua como Ídolo de Tara, ya que nunca se probó que procediera de este enclave localizado en Telde. Esta denominación se adoptó en los años 60 del siglo pasado cuando en el yacimiento arqueológico de Tara apareció un fragmento muy similar a parte de esta escultura, por lo que comenzó a llamarse 'ídolo de Tara' cuando, en realidad investigaciones recientes indican que pudo haberse encontrado en Gáldar

Por tanto la forma más correcta de nombrar la pieza, en atención a los estudiosos, sería Ídolo de Chil ya que bajo esta denominación se engloban además otra serie de fragmentos con características similares que conforman un apartado común en los registros de terracotas prehispánicas de Gran Canaria. Al mismo tiempo serviría como homenaje a su descubridor, el Dr. Chil y Naranjo, si bien a día de hoy desconocemos cómo llegó a sus manos.  

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