En infinidad de ocasiones Gran Canaria ha recibido el apelativo de 'continente en miniatura' por la variedad de paisajes que encontramos a lo largo y ancho de la isla. Desde la masa arbórea de las cumbres hasta la aridez de las dunas del litoral, pasando por las zonas urbanas de la capital, Gran Canaria sorprende por todo lo que tiene que ofrecer en sus 1.560 Km2 de superficie.
Pero aparte de sus lugares más conocidos también alberga rincones que justifican, más aún si cabe, ese calificativo. Sin duda uno de ellos es el Barranco de Las Vacas, ubicado en el municipio de Agüimes, con sus célebres tobas volcánicas en distintos tonos ocres y rojizos, surgidas por acumulación de material volcánico que fue erosionándose poco a poco gracias a la fuerza del agua y el viento.
Aunque cuenta apenas con una longitud de 50 metros, la luz del atardecer invita a los visitantes a un espectáculo entre sus sinuosas paredes de roca que origina un juego de sombras entre los acantilados. Por este motivo a muchos recuerda a los paisajes del Gran Cañón del Colorado o el Cañón del Antílope, ambos localizados en Arizona, Estados Unidos.
Entre Agüimes y Temisas
Antes de emprender un viaje a Arizona, los amantes de la geología pueden abrir boca desplazándose al suroeste de Gran Canaria, entre las localidades de Agüimes y Temisas. Para llegar hasta el sendero de Las Vacas existen varias opciones. Una de ellas es tomar la carretera GC-550 hasta llegar al kilómetro 14. Aparcar por la zona será difícil así que es recomendable llegar con tiempo.
Para evitar el engorro de aparcar puede optarse por la alternativa de tomar el transporte público. Para ello, tendrás que coger la línea 34 de guagua y bajarte en el Cruce de los Corralillos para llegar al sendero. A continuación, será necesario caminar unos 4 km hasta llegar a la entrada del Barranco de las Vacas.