El único lugar fuera de Canarias desde donde puede verse El Teide: no es la costa africana

La presencia en el horizonte del volcán más emblemático de Canarias ya cautivaba a los exploradores macaronésicos al menos desde el siglo XIX

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El Teide aparece en el horizonte visto desde la mayor de las Islas Salvajes, un archipiélago que se encuentra a poco más de 150 km de Canarias./ REDES Hartwig-E. Steiner.
El Teide aparece en el horizonte visto desde la mayor de las Islas Salvajes, un archipiélago que se encuentra a poco más de 150 km de Canarias./ REDES Hartwig-E. Steiner.

Es emblema de Canarias, símbolo de Tenerife, pico más alto de España y además una referencia para los navegantes de este lado del Atlántico como punto más alto de la Macaronesia. El Teide no puede divisarse desde el archipiélago portugués de Azores, demasiado alejado hacia el noroeste, mientras que el estado insular de Cabo Verde, al sur de Canarias frente a las costas senegalesas, tampoco permite avistar el volcán en el horizonte.

Entre Canarias y Madeira existe un quinto archipiélago macaronésico, quizá el menos conocido por estar deshabitado y abarcar un superficie de solo 2,73 km2 donde, sin embargo, se despliega un inigualable diversidad de flora y fauna. Se trata de la Islas Salvajes, pertenecientes a Portugal y encuadradas administrativamente dentro de la región de Madeira, si bien conforman una entidad geográfica propia ya que distan poco más de 150 km de Canarias pero casi 300 de Madeira.

Desde la costa africana un observador debería salvar más de 200 km, además del relieve del resto de islas, para divisar Tenerife, y además estaría a nivel del mar. Por este motivo las Islas Salvajes son el único lugar de fuera de Canarias desde donde podemos adivinar la silueta de El Teide en el horizonte. Por altitud, la ubicación idónea sería el Pico de Atalaia que, pese a contar solo con 163 metros de altura, es el punto más alto de la isla Salvaje Grande. 

Un explorador del siglo XIX

A principios del siglo XIX divisar El Teide a lo lejos debió suponer una experiencia impactante para el cronista José Agustín Álvarez Rixo porque plasmó su visión en una acuarela fechada el 14 de mayo de 1814. Nacido en El Puerto de la Cruz, este polifacético historiador y a la postre alcalde de su localidad natal, acostumbraba a ilustrar sus obras con dibujos como la acuarela donde representa El Teide desde las Islas Salvajes, con barco cerca del litoral en primer plano.

El Teide visto desde las Islas Salvajes
El Teide visto desde las Islas Salvajes el 14-5-1814 por José A. Álvarez Rixo./ ULL.

"Y se ve desde aquí el Teide y aun el Fronton de Naga en días claros" ..."El Pico de esta Ysla es la unica tierra que se descubre desde las Salvajes en los días claros", según recoge Álvarez Rixo en unos de sus manuscritos, compilados en el archivo de la ULL. Aparte de su amplia obra plástica, histórica y lingüística sobre Canarias, Álvarez Rixo recogió en sus apuntes la relación comercial entre canarios y madeirenses en el ámbito de las Islas Salvajes.

Barrilla para jabón y orchilla para tintes

Desde finales del siglo XVIII hasta mediados del XIX, Álvarez Rixo recopiló la relación contractual entre los propietarios madeirenses de las tierras de las Islas Salvajes, en los que se recogía la duración, tipos de uso, costes y remuneración. Los principales cultivos eran la barrilla y la orchilla, productos muy cotizados en los mercados europeos de aquella época.

A partir de la planta de la barrilla se obtenía sosa cáustica, elemento necesario para la fabricación artesanal de jabones, tejidos y cristal de calidad. Para producir la pasta de sosa se recolectaban las plantas de la barrila y, una vez secas, se quemaban en hornos hasta reducirlas a cenizas, muy ricas en sales alcalinas. 

Con el crecimiento del sector textil inglés, la exportación tanto de barrilla como de las especies de líquen con propiedades tintóreas - popularmente denominada orchilla- dinamizó la economía de los archipiélagos macaronésicos hasta que a mediados del siglo XIX se sustituyeron por otros procesos, principalmente químicos, pero también con alternativas como la cochinilla, insecto de origen americano con el que se infectaban las tuneras para obtener un tinte rojizo.