El centro de las ciudades es a menudo el lugar donde se instalan los establecimientos más modernos, sean tiendas, restaurantes, bares o cafeterías. La competencia por ocupar los locales mejor situados es alta, por lo que es frecuente que sean franquicias de comida rápida o conocidas marcas de moda las que se impongan y a la larga acaben desplazando a los negocios más humildes, por más que cuenten con décadas de arraigo.
Allá donde había una librería, ahora hay una tienda de moda vaquera de marca; en la antigua mercería han abierto un restaurante de comida rápida; y el manitas que arreglaba cualquier aparato doméstico ha sido sustituido por una tienda de electrodomésticos. Es la historia reciente de una ciudad, y de todas a mismo tiempo.
Pero entre todos estos negocios, normalmente de conocidas franquicias y que siempre son los mismos en todas partes, siguen resistiendo algunos establecimientos de toda la vida, orgullosos de llevarle la contraria a esa ola que estandariza todas las ciudades y las aproxima a un centro comercial al aire libre. Son tiendas o restaurantes con personalidad, únicos e irrepetibles porque solo tienen sentido en ese mismo lugar donde han estado siempre.
De camino al Bodegón El Puntero
Si partimos desde la plaza Weyler, bajamos el primer tramo de la calle Castillo y nos desviamos a la izquierda hacia la calle San Clemente descubriremos, en la esquina con la calle Pi y Margall, el Bodegón El Puntero. Después de medio siglo de historia, cualquier chicharrero conoce este lugar que sigue manteniendo la esencia de restaurante de siempre, desde su coqueto local en una casita baja tradicional.
Además con el estallido turístico de Santa Cruz tampoco han fallado a su clientela de siempre, de manera que mantienen sus precios económicos. Si lo que buscas es recetas innovadoras de cocineros aspirantes a estrella Michelin, este no es tu sitio. Pero si tu hábitat es el ambiente de guachinche, la elaboración sencilla pero efectiva y te apetece pescado a precio económico en el centro de la ciudad sin siquiera trasladarte a San Andrés, entonces toma camino al Puntero.
Poquito, pero bien
Por supuesto que la carta es breve. Los clientes suelen coincidir en este veredicto: 'tienen poquitas cosas, pero todo bien'. Probablemente el pulpo sea el plato más solicitado, además del pescado del día, aunque también tienen bacalao encebollado, sopa de pescado, cherne, camarones, chocos, tollos, caballa o boquerones. Acompañado con una ensalada, una papas con mojo y vino del que se pide por cuartas. ¿Qué más quieres?
Pues todavía puedes acabar con un final redondo y endulzarte con un postre. Las especialidades de la casa son huevos mole, crema de tocino de cielo o quesillo. Igualemente hay poca variedad, pero para qué más. Pues habrá que pedir la cuenta. Baratito, ¿verdad? Ahora me explico por qué había gente esperando fuera....