Mientras que formaciones tradicionales como el Partido de los Trabajadores (PT) y el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) perdieron espacio, puestos estratégicos y reductos importantes, fuerzas poco expresivas, impulsadas por el efecto Bolsonaro, surgieron como nuevos actores políticos en Brasil.
El ultraderechista, un polémico candidato por su defensa de la dictadura militar (1964-1985) y por sus declaraciones racistas, machistas y homófobas, consiguió el 46,1 % de los votos en las presidenciales, muy por encima de lo que pronosticaban los sondeos, y por poco garantiza su elección sin necesidad de segunda vuelta.
El candidato del Partido Social Liberal (PSL) tendrá que definir la Presidencia en la segunda vuelta del 28 de octubre próximo con el socialista Fernando Haddad, el sucesor del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva como candidato del Partido de los Trabajadores (PT), que obtuvo el 29,2 %.
Impulsado por el efecto Bolsonaro, el PSL, una formación minúscula y que en 2014 sólo eligió un diputado, sale de las urnas como la segunda mayor fuerza en la Cámara Baja, con 51 diputados, según las proyecciones iniciales.
Tan sólo perderá en número de diputados con el PT, que lidera el encarcelado expresidente Luiz Inácio Lula da Silva y cuya bancada puede caer desde los 70 legisladores elegidos hace cuatro años hasta 57 este año.
Muchos en Brasil ven a Jair Bolsonaro como el hombre que puede acabar con la inseguridad que golpea al país.https://t.co/b7RXMptwQI
— BBC News Mundo (@bbcmundo) 8 de octubre de 2018
Eduardo Bolsonaro, hijo del candidato presidencial, se convirtió en el diputado federal más votado de la historia de Brasil al obtener más de 1,8 millones de votos en el estado de Sao Paulo, en donde Joice Hasselmann, otra candidata del PSL, también consiguió más de un millón de votos.
El PSL, además, incluyó a tres de sus candidatos en la segunda vuelta para los gobiernos regionales de Rondonia, Roraima y Santa Catarina.
Además del PSL, otras formaciones pequeñas y candidatos aliados con Bolsonaro consiguieron importantes victorias.
Carlos Roberto Massa, conocido como Ratinho Junior y candidato del también modesto Partido Social Democrático (PSD), fue elegido gobernador de Paraná, con el 60,13 % de los votos, tras el impulso que consiguió con el apoyo del ultraderechista.
En Minas Gerais y Río de Janeiro, segundo y tercer mayores colegios electorales de Brasil, dos candidatos neófitos en la política y que recibieron la bendición de Bolsonaro fueron los más votados y disputarán las gobernaciones en segunda vuelta.
El más votado en Minas Gerais fue el empresario Romeu Zema, un comerciante millonario postulado por el partido Novo que no figuraba entre los favoritos y no sólo terminó en primer lugar sino que expulsó de la disputa al actual gobernador, Fernando Pimentel, un importante líder del PT.
En Río de Janeiro el más votado fue el exjuez federal Wilson Witzel, del Partido Social Cristiano (PSC), que tampoco figuraba entre los favoritos pero quedó en primer lugar y echó fuera de la disputa al senador y exfutbolista Romario, campeón mundial con Brasil en 1994.
El PT fue el partido que más gobiernos regionales se garantizó en la primera vuelta, con tres y la posibilidad de conquistar un cuarto en segunda vuelta, pero perdió en Acre, un antiguo reducto de los "lulistas", y el gobierno de Minas Gerais, hasta ahora el estado más importante que ha gobernado.
El PSDB, que gobernó Brasil entre 1995 y 2002 con Fernando Henrique Cardoso, no conquistó ningún gobierno regional en primera vuelta tras haber conseguido cinco en 2014.
En la disputa por los 54 escaños de senador que estaban en juego hoy, el PSL de Bolsonaro, que no tenía representación en la Cámara Alta, garantizó cuatro mandatos, uno más que el PT.
Entre los nuevos senadores del PSL destaca Flavio Bolsonaro, el hijo del candidato presidencial, que fue el más votado en Río de Janeiro, y el también militar retirado Major Olimpio, el senador más votado en Sao Paulo, el mayor colegio electoral de Brasil.