Las costas de las Islas Canarias reciben basura de todas partes del mundo. En playas de Fuerteventura se han encontrado boyas estadounidenses, latas japonesas o botellas de la antigua URSS. Pero a la inversa sucede lo mismo. Las corrientes marinas mueven los plásticos, redes y cientos de tipos de residuos más por todos los océanos. Si el problema es global, la solución también debe serlo, pero las dificultades de la gobernanza global lastran la puesta en práctica de las políticas que eviten la contaminación continua de las aguas.
Este ha sido uno de los principales temas de debate del I Foro Internacional sobre Basuras Marinas y Economía Circular en ambientes insulares (MARLICE ISLANDS 2023), que se celebra en Tenerife este martes y miércoles para abordar el gran problema que son las basuras marinas. La gobernanza es un dilema porque solo hay un mar pero existen 195 estados soberanos en el mundo, lo que provoca una compleja red de mecanismos sobre los que actuar, según comentó en el foro Gustavo Pestana, jefe de Servicio de Cambio Climático e Información Ambiental del Gobierno de Canarias.
Gobernaza ultraperiférica
En el marco de Canarias, la categoría de región ultraperiférica, es decir, la condición de región de la Unión Europea alejada del territorio continental europeo sí es una facilidad para establecer mecanismos de control de la basura que llega a las aguas del archipiélago. Aparte de los fondos regionales, existen proyectos como Oceanlit de cooperación territorial entre Azores, Cabo Verde, Canarias y Madeira cuyo objetivo es reducir los residuos marinos a través de la generación de conocimiento, la mejora del sistema de gestión de residuos y la sensibilización.
Son pequeños pasos de gobernanza, que si bien no evitan el problema en sí, porque la generación de basura sigue su ciclo, ayudan a crear una red de acción en territorios especialmente vulnerables. Los archipiélagos y todo el ecosistema que se nutre de estos son los principales perjudicados de las basuras marinas, de ahí la relevancia que se da desde el organismo europeo a las políticas de concienciación.
Un problema global
Pero no es suficiente. Tal y como comentó durante el foro el coordinador de Fondos Europeos de la Viceconsejería de Medio Ambiente del Gobierno de Canarias, Carlos Díaz Rivero, en el mundo globalizado en el que vivimos, “la problemática nos supera”. “Somos un punto del Atlántico donde recalan millones de toneladas plásticos de distinta naturaleza”, comentó durante su intervención Díaz Rivero.
La dimensión de esta cuestión es tan grande que a lo largo de la jornada otros expertos y voluntarios que normalmente monitorizan la basura que llega a las costas canarias han comentado que son capaces hasta de identificar las fábricas donde se produjeron, cuándo y el recorrido que ha seguido la basura en base a las corrientes marinas. No es exacto y no se puede hacer con todos los residuos, pero sí son historias que dan fe de la carretera de residuos que recorre el mar y que también cala en Canarias.
Actuación local
Pero todas las costas están involucradas, de ahí la relevancia de proyectos como los comentados por la jefa de Equipo del Área Política de MedWaves, Magali Outters, o del secretario ejecutivo de la Organización de Islas Pequeñas (SMILO), Sylvain Petit, quienes trabajan con diferentes territorios para implementar políticas para reducir la contaminación por plásticos de los mares.
En este sentido Outters ha puesto de manifiesto que la gobernanza debe partir desde el ámbito local y nutrirse a su vez de la perspectiva nacional y global para implementar las herramientas que eviten la contaminación de las aguas. “El nivel local necesita al nacional para implementar las acciones. El nacional debe ponerse de acuerdo con otras naciones y como es un problema global, si pudiéramos llegar a un acuerdo común sería lo mejor”, ha comentado.
El muro de los intereses
Pero en su ponencia Outters mencionó, sin abordar demasiado, dos cuestiones que en todo el foro estuvo rondando de soslayo: la falta de compromiso de los Estados para poner en práctica los acuerdos internacionales y los intereses económicos de cada territorio. Este evento se celebra dos días después de que se haya firmado el Tratado Global de los Océanos para proteger la biodiversidad de los mares, aunque para algunos de los asistentes (expertos universitarios, voluntarios, técnicos de diferentes áreas) hay muchas dudas al respecto de su eficacia ante la compleja situación política internacional.
Los intereses económicos van estrechamente ligados a esta cuestión. Las principales regiones productoras de plásticos (China, Estados Unidos y Europa) son las más reacias a implementar políticas de reducción del consumo de plásticos, tal y como explicó la experta. Sus alternativas suelen ir más hacia encontrar soluciones de economía circular para dar una segunda vida a los residuos.
Continua contaminación
En este sentido Sylvian Petit ha destacado que entre conversaciones con sectores muy locales de los territorios que conforman la Organización de Islas Pequeñas también se han encontrado con un rechazo ante la idea de usar materiales que no sean plásticos ante la perspectiva del aumento de los costes de las empresas.
Este individualismo entre Estados y el sector empresarial es un muro que viene a frenar la implementación de políticas efectivas de residuos de plásticos y ante lo que los expertos son especialmente críticos. Cada año a las costas canarias llegan más de 6 millones de microplásticos, según el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente y continuarán llegando porque ni las corrientes cesan ni lo hace la llegada de los plásticos a los mares.
El trabajo de los agentes locales presentes en el foro, como son los activistas y los expertos de proyectos, se centra mientras tanto en buscar alternativas a esta llegada, en hacer nuevos productos útiles con los residuos que llegan a las costas o en monitorizarlos para conseguir el máximo de datos posibles.