Teléfonos móviles en las aulas, ¿sí o no? La Consejería de Educación del Gobierno de Canarias tiene sobre la mesa una medida que ha causado disparidad de opiniones entre la comunidad educativa, las administraciones y los padres de los alumnos.
Poli Suarez, consejero del ramo, se mostró a favor de la prohibición. El Consejo Escolar de Canarias, por su parte, se posicionó en contra de prohibir los móviles de forma absoluta en los centros educativos, si bien reclamó un marco regulatorio común y restrictivo sobre el uso personal y recreativo de estos dispositivos.
Una teoría que secunda el psicólogo y Doctor en Educación, Daniel Rodríguez, a su vez director académico de la Universidad Europea de Canarias. “A mi me gustaría que se regulará a través del mayor consenso posible” afirma.
No obstante, puntualiza que ya hay bastantes centros que ya están aplicando esta medida. “No es que de repente vaya a haber algo nuevo, solo que aquellos centros que hasta ahora por equis motivo no lo están haciendo se sumen a esta regulación, porque tiene más beneficios que perjuicios”.
Modelo híbrido
Rodríguez considera que la prohibición total “no tiene sentido” porque “los estudios dicen que el móvil o la tablet, bien utilizados, mejoran el aprendizaje” en diferentes materias como en las matemáticas.
“Una aplicación como GeoGebra que sirve para la representación espacial de una pirámide, por ejemplo, es mucho mejor para el alumnado y que no sea él quien la dibuje, que a veces sale bien y a veces no”.
Por ello, sí secunda que en las primeras etapas de la educación infantil y primaria no se haga uso de pantallas, “pero a partir de los últimos cursos de primaria y la secundaria que no se utilicen va en contra del potencial del aprendizaje. Considero que sería un error”.
Falta de interacción
Otro punto que resaltan quienes apoyar la prohibición es la falta de interacción de los alumnos en las pausas o el recreo en favor de la utilización del teléfono móvil.
“Yo he visto en colegios como los niños se pasan el recreo metidos en la pantalla en vez de estar haciendo deporte o relacionándose. Eso habría que hacerlo fuera del centro y que aprovechen el tiempo dentro del colegio para aprender y relacionarse”, cuenta el psicólogo.
Para solucionarlo propone buscar alternativas para los chicos, facilitando espacios para hacer deporte o interactuar entre ellos, con juegos de mesa u otras alternativas de ocio.
“Hoy en día hay muchos más estímulos extractores que en generaciones pasadas, y muchas aplicaciones que utilizan los alumnos están hechas para enganchar. En psicología hace 20 años no tratábamos adicciones a dispositivos móviles y hoy en día están a la orden del día, sobre todo en jóvenes. Hay estímulos que ellos todavía no tiene la madurez para saber regular si nadie les enseña”.
Distracción
Para Rodríguez queda claro que es el móvil un estímulo distractor, "y de lo que se trata es que se esté lo más centrado posible en el trabajo de clase”. Requiere de mucha pedagogía diferenciar cuándo sí y cuándo no utilizar los dispositivos, a su entender, tanto de los centros como de la familia. “El problema es que muchas familias no se sienten capacitada para para regular el uso de los dispositivos móviles, y quizás ahí los colegios deberían echar una mano”.
Cree el docente que hay una correlación entre las pantallas y la poca concentración de los jóvenes, con constantes estímulos visuales a lo largo del día lo que hace que su capacidad de concentración y atención decaiga “porque no está acostumbrado a hacer actividades que le requieran una demanda cognitiva de una hora o dos horas”.
Para revertir esa dinámica, una regulación para los colegios “ayudaría a fomentar que no tengan esa distracción constante”. Por ello finaliza insistiendo en que “si se regula bien cómo usar estos dispositivos en el colegio, con la colaboración de las familias y los centros educativos, hay más ventajas que perjuicios. La clave está en cuando no se regula bien”.