“Por algo hay que empezar” es la frase que más se repite entre los jóvenes que han tenido que optar a una beca de inserción laboral para poder conseguir trabajo y ganar la tan solicitada experiencia que requieren las empresas cuando buscan empleados.
Las fundaciones de la Universidad de La Laguna (FGULL) y de Las Palmas (FULP) ofrecen a los recién graduados la oportunidad de entrar en el mercado profesional con programas de becas que se convierten en el primer contacto con la realidad laboral. Porque, y aunque la legalidad ampara este tipo de iniciativas, “explotación” también es la palabra que más se repite entre aquellas personas que han tenido que aceptar recibir un sueldo de máximo 600 euros para tener una opción de futuro.
Cuando las oportunidades escasean
Eso es lo que busca la juventud canaria al finalizar sus estudios: una oportunidad. Alexandra terminó la carrera de Turismo justo en plena pandemia y ante ella se presentó un futuro de lo más incierto. Aunque había conseguido un trabajo para salir del paso, siempre es desmotivante no trabajar de lo que realmente quieres.
Las becas fueron la primera opción en un momento en el que todo escaseaba. Las experiencias, en su mayoría, siempre son buenas. Los compañeros de trabajo se convierten en amigos y apoyo para los becarios. Pero siempre falla algo: normalizar algo que no debería ser normal.
“Al tercer mes perdí la motivación y se convirtió en un aguanta que ya queda poco”, asegura Alexandra. Al principio se lo tomaba como unas prácticas más. Ya había pasado por unas durante el grado y luego el máster, podría con estas. Pero los seis meses se hacen eternos “cuando ves que haces las mismas cosas que un trabajador normal pero cobrando 600 euros”.
Un trabajo más
Para Esmeralda, la beca fue “bastante gratificante” gracias al ambiente de trabajo que había en su empresa. Sin embargo, se suma a las críticas por el sueldo. “El hecho de estar aprendiendo no cambia que es un trabajo más”.
Los egresados se quejan de la creencia errónea y bastante extendida de que no pasa nada porque los jóvenes que acaban de finalizar sus estudios lleguen al mercado laboral cobrando por debajo del sueldo mínimo interprofesional. Y la excusa estará siempre en la experiencia. “Como no tenemos más oportunidades, tenemos que aceptar que nos paguen poco”, asegura.
Jorge, al igual que el resto, tuvo que aceptar la beca porque no encontraba trabajo de periodista tras acabar la carrera y “como tenía un piso que pagar” no pudo decir que no.
“Una de las lacras de la sociedad”
La ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, ya declaró en abril de este año que la situación de los becarios es “una de las lacras de la precariedad y, sobre todo, para la juventud de España”.
Según un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), España es uno de los países peor posicionados en cuanto a la remuneración que se ofrece a los trabajadores contratados en modalidad de prácticas. Además, también es muy difícil que los becarios continúen trabajando en la empresa una vez finalizado este período: únicamente un 30% de los becarios consigue el tan ansiado contrato laboral.
El peor de los casos
A veces, ni siquiera el ambiente laboral es propicio para motivar a los becarios. Pablo comenzó a trabajar de administrativo y siempre tuvo claro que iba a cumplir con la jornada laboral pactada porque aprendizaje y explotación no van de la mano.
Cuenta que a los pocos días de empezar a trabajar comenzó a generarse “mal rollo”. Una compañera había tenido que pedir la baja y, de forma indirecta, desde la empresa le hacían ver que deseaban que se quedara más horas trabajando aunque sabían que era un becario y que pedírselo iba en contra del propio convenio.
Tras varios mensajes como “si no puedes con todo, desde la empresa buscaremos a otra persona para el puesto” o “yo también empecé cobrando 500 euros, pero como están las cosas, es más importante aprender dentro de una empresa que no tener nada”, Pablo decidió exponer sus dudas ante su jefe por aquel entonces. ¿Tendría que trabajar muchas más horas? ¿Qué se esperaba de él? La respuesta fue directa y, sobre todo, inesperada: “No quiero gente que tenga dudas en mi empresa”. Y sin más razones y motivos, decidieron echarlo.
La regulación actual
Un informe realizado por Comisiones Obreras (CCOO) asegura que no existe una norma que regule las condiciones mínimas que deben cumplir todas las prácticas no laborales en cuanto a ayudas, duración y contenido; depende del plan de estudios o programa de formación y de su normativa específica. “La única regulación común a todas las modalidades de prácticas no laborales es la obligación de cotizar en el caso de que haya una ayuda o contraprestación económica (beca)”.
Lo que sí existe es el Real Decreto 592/2014, de 11 de julio, por el que se regulan las prácticas académicas externas de los estudiantes universitarios. Este regula los derechos y deberes de los estudiantes en prácticas sin tocar temas como la afiliación a la Seguridad Social o la compensación económica.
Estatuto del becario
No fue hasta abril de este mismo año que comenzó a aparecer la figura del Estatuto del Becario por parte del Ministerio de Trabajo.
Este estatuto, que se prevé aprobar próximamente, recogerá la remuneración que tendrán que recibir los becarios por parte de las empresas por la labor que realizan en ellas. Asimismo, también incluirá información sobre la cotización por las prácticas académicas.
Por otro lado, y aunque no sean considerados trabajadores de la empresa, los becarios tendrán los mismos derechos que el resto y se deberán respetar sus descansos (incluyendo festivos y vacaciones correspondientes, algo que en becas de ambas fundaciones universitarias canarias no estaba estipulado).