Más de 1.500 testimonios se aglomeran entre las páginas de ‘No publiques mi nombre’, el nuevo libro de la periodista Cristina Fallarás, que se ha encargado durante años de recopilar a través de redes sociales los relatos de mujeres que han sufrido violencia sexual.
Fallarás lo describe como un archivo imprescindible para construir una memoria colectiva de las agresiones sexuales, una herramienta previa a la denuncia y una revolución en la manera de narrar y entender este problema estructural, dando fuerza a los testimonios a través de la propia voz de las mujeres que siempre les ha sido arrebatada.
800 mujeres y 1.700 testimonios
Tras en 2018 lanzar el movimiento ‘Cuéntalo’, que recopiló millones de respuestas en 16 países, Fallarás invitó, desde agosto de 2023, a mujeres a compartir sus experiencias a través de mensajes directos en redes sociales bajo la condición de anonimato. “Lo que empezó a llegar fueron relatos que se iniciaban con ‘por favor, no publiques mi nombre’. Ahí entendí que estos testimonios eran fundamentales para construir una memoria colectiva”, comenta.
La decisión de trasladar estos testimonios de redes sociales al formato libro nació después del cierre temporal de su cuenta de Instagram en marzo de 2024 y percatarse de la vulnerabilidad de las plataformas digitales. “Me di cuenta de que un archivo en un ordenador no es un medio de consulta. El libro es un sistema de archivo que no desaparece y que pasa de mano en mano,” afirma.
El libro recoge así los relatos de entre 750 y 800 mujeres, algunos con múltiples testimonios, en los que predominan las agresiones sexuales dentro del entorno familiar y durante la infancia. También hay un número significativo de agresiones en entornos médicos, tanto en la sanidad pública como privada, y violaciones a mujeres ebrias.
Revolución
Los textos, cuidadosamente editados para eliminar faltas ortográficas sin alterar la gramática ni la sintaxis, buscan reflejar la diversidad de voces que componen el libro. “Por primera vez en la historia, las mujeres estamos narrando lo que nos han hecho con nuestras propias voces,” dice Fallarás.
Para ella, ‘No publiques mi nombre’ es más que un libro; es parte de una revolución. “Estamos generando un movimiento histórico. Por primera vez no necesitamos pedir permiso ni recursos a nadie para narrar nuestras historias. Es una revolución hecha de palabras, una memoria colectiva que el patriarcado nos ha hurtado y que ahora estamos recuperando”.
Qué es una agresión sexual
Asimismo, “la narración permite a las mujeres identificar lo que han vivido como violencia, entender que no están solas y, al leer a otras, aprender a relatar sus experiencias con claridad”.
Y busca ampliar también el concepto de violencia sexual. Fallarás destaca cómo casos mediáticos, como el de la Manada o el de Luis Rubiales, han ayudado a redefinir socialmente qué constituye una agresión. “Hemos pasado de asociar la violación solo con una penetración vaginal o anal a entender que un tocamiento, una felación forzada o un beso no consentido también son agresiones,” subraya.
Sin ánimo punitivo
Según Fallarás, estos testimonios no buscan denunciar a agresores concretos, sino visibilizar el alcance del problema y generar una narrativa común. “No tiene ánimo punitivo y es para que la lean los hombres y la sociedad lo sepa, para que se conserve y se estudie en las universidades”, indica.
En este sentido jurídico, ha resaltado el papel de las redes sociales, que han sido el medio para lograr esta narración, al ser una herramienta gratuita y accesible. Tanto Fallarás, como sus acompañantes, la magistrada Victoria Rosell y la activista feminista Zinnia Quiró, han defendido el derecho de las mujeres a no denunciar si no se sienten preparadas y así no verse inmersas en un proceso que las victimiza, sin quitar peso a sus relatos.
"Lo que les molesta es que contemos con detalle lo que nos hacen, que nos defendamos y protejamos contra la violencia machista, un proceso judicial sigue poniendo el foco en la agredida", como se ha demostrado con el caso Errejón, ha dicho Quirós, al tiempo que Fallarás se ha rebelado contra la "infantilización de la voz de la mujer, como si fuera subsidiaria a la del hombre" y ha advertido de que el movimiento que lideran las mujeres "no hay quien lo pare, más que con violencia".
Denunciar, ¿sí o no?
"El <<vete a comisaría a denunciar>> es una forma de silenciar a las mujeres", afirma Fallarás. Una afirmación que se ha visto afianzada con los datos aportados por Rosell: solo el 8 % de las mujeres que han sido víctimas de violencia sexual han acudido a un juzgado. Según Rosell, esta cifra evidencia que el sistema judicial "no ha estado a la altura" de las necesidades de estas víctimas.
"¿Cómo podemos pensar que el 92 % de las mujeres que han sido víctimas de violencia sexual se equivoca de puerta y no acude a la Justicia?", cuestiona también la exdelegada del Gobierno contra la Violencia de Género, poniendo de relieve la falta de confianza en el sistema.
Las tres coinciden en que este fenómeno responde, en la mayoría de los casos, al temor hacia el agresor, al miedo de no ser creídas, a la vergüenza, o incluso a la falta de conciencia inicial sobre la gravedad de lo sufrido, algo que muchas descubren al compartir testimonios anónimos. También señalaron que muchas víctimas son menores de edad, lo que añade un obstáculo más a la hora de denunciar.
Un documental
Cristina Fallarás ha asegurado que los derechos de autor que genere este libro los gestionará Acción Comadres para financiar nuevas acciones que ayuden a llevar al ámbito público estos relatos, ya que generan valiosos mecanismos de identificación.
Llevará su altavoz a zonas rurales de España para seguir aflorando el relato "robado" a las víctimas de la violencia machista y sexual. Y también ha avanzado que habrá un documental sobre este asunto.