A Coruña: barriguita llena, corazón contento

Atlántico Hoy sale de Canarias durante un fin de semana para visitar A Coruña gracias a las frecuencias directas entre Binter y las Islas

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Diferentes platos de los restaurantes de A Coruña / ATLÁNTICO HOY - IRENE CARTAYA
Diferentes platos de los restaurantes de A Coruña / ATLÁNTICO HOY - IRENE CARTAYA

“Barriguita llena, corazón contento”, me dice siempre mi padre después de un buen almuerzo. Un dicho muy típico, pero también un dicho muy cierto. Aunque hay otro que me gusta aún más y es ese de que el amor no solo empieza en el corazón sino también en el estómago. Un fin de semana en A Coruña bastó para contrastar la realidad de lo anterior: la ciudad, los paisajes y su gente se ven engrandecidos cuando conviven con la buena comida —y permítanme un poco el ego si digo que los canarios de comer bien sabemos bastante—. 

Además, es muy fácil saber que te ha gustado un nuevo lugar, solo tienes que pensar, mientras paseas por sus calles, ves las terrazas de los bares, los edificios históricos o te sientas a comer en un restaurante; en lo mucho que disfrutaría la gente que quieres de estar ahí. A Coruña es una de esas ciudades. Tantas cosas que ver, tantos sitios que visitar, tantas historias que escuchar… Por ejemplo, cómo en el mismo lugar en el que se firmó la última orden de ejecución por parte de Franco —en el Ayuntamiento— también se firmó la amnistía tras el comienzo de la tan ansiada democracia. O de cómo una mujer consiguió que los ingleses se quedaran con las ganas de conquistar la ciudad. O ver la iglesia donde Marcela y Elisa se casaron —Elisa tuvo que fingir ser un hombre para poder hacerlo y continuar con su amor a pesar de que estaba prohibido—. A Coruña parece ser tantas cosas. Es una ciudad de cultura, de gastronomía, de ocio, de mar y, en definitiva, de vida

Enamórame 

A Coruña se ve a través de las cristaleras de los hogares de la zona del puerto y la marina. Unas cristaleras que se usaban para aprovechar la luz y el calor del sol en una zona que se caracteriza por los días fríos y de lluvia —aunque este fin de semana el sol brilló como si no fuera otoño, pero no es lo normal en esta época del año—. De viviendas de humildes pescadores, estas casas con esos bellos ventanales blancos pasaron a ser símbolo de la burguesía y ahora es una de las zonas más caras para vivir. Desde 2015 el paseo es peatonal y solo vehículos con permiso pueden pasar por la explanada

Y justo ahí, en una esquina y como desapercibido, está el restaurante La Penela. Su historia empieza en 1989 cuando la familia Simón Barallobre abrió un primer local en Betanzos. Su forma particular de preparar la tortilla se hizo tan famosa que, aún hoy, sigue siendo el plato que mejor los representa. Tres años después de sus comienzos, en 1992, La Penela se trasladó a la plaza de María Pita y en ese mismo lugar sigue —aunque el grupo se ha extendido a nivel nacional e internacional—. Más allá de la tortilla, que dan ganas de remojar el pan hasta que no quede ni una mínima prueba, su carta —una carta que permanece inmutable abran donde abran en el resto del mundo— está formada por grandes sabores de Galicia

Gastronomía de estrellas

Es difícil elegir un lugar concreto cuando hay tantas recomendaciones y un solo fin de semana para disfrutar de la gastronomía coruñesa —habrá que regresar, ¿no?—. De viernes a domingo podemos hablar de otros cuatro protagonistas. Eclectic, un restaurante que no parece serlo y que forma parte de la preciada Guía Michelin. Solo 16 comensales pueden entrar, reservando y tocando el timbre como si fueras a visitar a un conocido y, mientras se cocina en directo, Paco Chicón y Sergio Musso explican todo el proceso, los ingredientes, la idea… 

Algo más cercano a un restaurante al uso está A Taberna de Cunqueiro. Allí puedes disfrutar de una increíble comida casera con productos de primera calidad sacados de los mercados gallegos. Desde la empanada gallega al tradicional pulpo con cachelos, visitar la calle de la Estrella 22 es también un must de fin de semana. También en el centro de la ciudad está Cantón 23, un espacio que, además de ser de lo más original por su decoración y por mantener la galería original del edificio de 1885, logra unir lo tradicional con la innovación gastronómica. Volvería a coger ese Binter solo por volver a probar ese arroz negro con sepia y langostinos con ali oli o el flan de yema con chantilly

Y, finalmente, lo que considero la joya de la corona —como no serlo si cuenta con la preciada Estrella Michelin— fue Árbore da Veira. Lo primero son las vistas, las mejores de la ciudad —y esto lo digo yo como lo dice cualquier persona que ha podido subir al Monte de San Pedro y ha contemplado la amplitud de A Coruña—. Y lo siguiente es el jurel marinado con crema de queso y foie y helado de vainilla o el rabo de vaca. Sí, en este momento me encantaría conocer los tecnicismos que representan al periodismo gastronómico, pero no lo hago, así que solo diré, ¡dios mío, adoro la buena comida!

La cerveza más amada

"No queremos que Estrella Galicia sea la cerveza más vendida, sino la más querida", nos dice el holograma de Ramón Rivera, hijo del fundador de la marca cervecera y el primer maestro cervecero titulado de la familia. No sé si esta cerveza es la más amada del mundo, pero sí sé que en Canarias le tenemos un gran cariño y las tardes de terraceo con mis colegas lo demuestran.

Pero esta vez dejaré de lado el amor por la cerveza para hablar de la base de la misma. La fábrica de Estrella Galicia, y sobre todo su museo, debería formar parte del itinerario de cualquier visitante. Ames o no esta bebida, la experiencia inmersiva y el viaje a través de la historia y elaboración de la misma deja sin palabras a todo el que entra. Que me perdonen la Dorada y la Tropical pero, solo por este fin de semana, tengo una preferencia clara.

Imágenes de la fábrica de Estrella Galicia / ATLÁNTICO HOY - IRENE CARTAYA
Imágenes de la fábrica de Estrella Galicia / ATLÁNTICO HOY - IRENE CARTAYA

María Pita

Claramente, la comida es importante para amar un destino —creo que ha quedado claro en los párrafos anteriores—, pero hablemos ahora de otra cosa: de las personas que representan el lugar. Hay muchos personajes que merecen ser retratados en este pequeño resumen de fin de semana —el pequeño Pablo Picasso, Emilia Pardo Bazán, Rosalía de Castro…— pero creo que María Pita puede representar bien a todos ellos. 

Esta heroína coruñesa tuvo un papel clave a finales del siglo XVI contra la flota inglesa hasta convertirse, nada más y nada menos, en símbolo de la resistencia gallega frente a los conquistadores. ¿Cuál fue el contexto de esta historia? Todos conocemos a un temible corsario inglés llamado Francis Drake que había sido enviado por Isabel I a asediar las costas coruñesas. Pueden imaginarse lo que estaba sucediendo en esa batalla: parecía que todo estaba perdido y A Coruña iba a caer en manos de los ingleses. Nuestra protagonista acababa de ser testigo de la muerte, a manos del enemigo, de su marido lo que provocó tal ira en María Pita que cogió una lanza y se lanzó contra el hermano del corsario inglés. Y entonces, “quien tenga honor, que me siga”, gritó al resto de mujeres de la ciudad que también habían visto la matanza de la flota inglesa. 

Cristaleras y Torre de Hércules / ATLÁNTICO HOY - IRENE CARTAYA
Cristaleras y Torre de Hércules / ATLÁNTICO HOY - IRENE CARTAYA

Torre de Hércules

Otro de los protagonistas de este fin de semana no fue una persona, fue una edificación. El último faro de origen romano que aún funciona en todo el mundo: la Torre de Hércules. 234 son los escalones que hay que subir para admirar unas vistas que, en muchas ocasiones están representadas por la niebla y el viento que suele hacer en la zona, pero que el domingo fueron suplantados por el sol, el cielo azul y el mar en calma. 

Está lleno de leyendas, pero la más impresionante es aquella que le da el nombre. Esta explica que Hércules construyó un enorme faro para celebrar su victoria sobre Gerión. El famoso héroe deseaba acabar con el gigante porque quería librar a las tierras entre el Duero y el Tajo del malvado monstruo. Tres días y tres noches duró la batalla entre ambos y no fue hasta que el semidiós cortó la cabeza del gigante y la enterró junto al mar que no finalizó el enfrentamiento. ¿Y cómo conmemoro esta victoria? Construyendo un faro y fundando la ciudad de Crunia. El resto, entre leyendas y verdades, es historia. 

Una historia que vale la pena conocer. Tanto es así, que quien escribe estas líneas ya tiene la pestaña de Binter abierta en su ordenador para rastrear la siguiente fecha de visita a la ciudad gallega. Y puede que sea más pronto que tarde, ¿qué tal en noviembre?