La gente que reconoce haber fumado cannabis alguna vez en su vida es cada vez mayor en Canarias. Los datos que arroja el último estudio EDADES para el periodo 2018 a 2022 demuestran una tendencia creciente de este tipo de consumo entre personas de entre 15 y 64 años. Lo más preocupante, según el propio estudio, es que el patrón de consumo de riesgo se ha incrementado considerablemente.
El 14% de los encuestados admitieron haber consumido cannabis durante 2022. Se trata de la segunda región de España -sólo por detrás de Murcia- donde más gente admitió haber fumado esta sustancia. De ese porcentaje, casi la mitad -el 43%- presentaron signos de consumo de riesgo. El estudio detecta una prevalencia superior a la detectada a nivel nacional de 21,5 puntos porcentuales, además de "un significativo aumento de los consumidores de riesgo canarios" respecto al anterior estudio -entonces eran el 25,1% de los consumidores-.
Por lo general, tanto a nivel canario como nacional, se puede afirmar que el consumo de cannabis es algo ocasional a lo largo de los años. Es decir, entre la gente que admite haberlo probado alguna vez en su vida -el 39,1%- y quienes lo hicieron en 2022 hay una diferencia porcentual muy significativa. Sin embargo, a los expertos les preocupa esa minoría cada vez más creciente de los que abusan de esta droga.
Manuel Isorna, profesor en el área de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico del departamento de Análisis e Intervención Psicosocioeducativa de la Universidad de Vigo, explica a Atlántico Hoy que el consumo de riesgo de cannabis se miede con un cuestioanrio denominado CAST (Cannabis Abuse Screening Test), un cuestionario de seis preguntas desarrollado en Francia con el objetivo de detectar el abuso de cannabis entre los consumidores. En función de las respuestas se clasifica a los usuarios en tres grupos: consumidores no problemáticos (puntuación de 0-1), consumidores con riesgo bajo de tener problemas (puntuación de 2-3) y consumidores con riesgo elevado de tener problemas (puntuación de 4 o más). Se considera que un consumidor es problemático/de riesgo si en la escala CAST tiene una puntuación de 4 o superior.
Trastornos derivados del abuso
Juan José Pérez Estévez, director de la Fundación Canaria Yrichen para la prevención de las drogodependencias y tratamiento de adicciones, explica a Atlántico Hoy que un patrón de consumo de riesgo es todo aquel abuso de la sustancia que comporte una adicción, derivando en riesgos médicos. Principalmente, el desarrollo de patologías de salud mental.
Pérez Estévez ejemplifica que los problemas que pueden presentar los jóvenes son trastornos como el síndrome asocial -un aislamiento derivado del consumo, la depresión o la agresividad. Además, señala que el cannabis puede ser "una droga de paso" hacia otras sustancias como la cocaína o la heroína y, además, fomentar otros consumos abusivos como el del alcohol o los fármacos.
Relajación en la prevención
En 2021, Canarias fue la región donde los jóvenes se iniciaban en el consumo de cannabis a más temprana edad, según relata el director de la fundación con datos del informe ESTUDES de aquel año. Hay diversos factores que propician el crecimiento del consumo de riesgo de esta sustancia, especialmente entre los jóvenes.
Pérez Estévez señala que desde hace 15 años se ha percibido una relajación por parte de las administraciones públicas en las campañas de prevención activa, que en los años 80 y 90, en pleno apogeo de la heroína, eran mucho más crudas que ahora. Esto, sumado a que muchos consumidores no disponen ni de la información ni de los recursos para pedir ayuda y que no tienen una alternativa de ocio saludable, propicia el abuso del cannabis.
Mito del cannabis medicinal
Además, se suma otra circunstancia cada vez más popularizada, que es el "mito o leyenda urbana" de que el cannabis no es malo porque se utiliza de manera medicinal. En esta idea abundan también Marisa Martínez y Carlos Valenciano, trabajadora social y psicólogo en la asociación ANTAD Adicciones, que comentan a Atlántico Hoy: "La industria no está ayudando mucho porque cada vez está sacando más productos relacionados con el CBD y eso normaliza el consumo".
"Hay un mito de que el cannabis se usa para personas con problemática de cáncer y enfermedades crónicas. Hay un uso de ese mito a nuestra conveniencia para justificar el uso del cannabis, pero quien lo usa no sabe que, si se trata de uso médico, se le ha suprimido la sustancia activa que es el THC", añaden.
Estancamiento de la desigualdad y confinamiento
Por otra parte, Juan José Pérez Estévez añade otras dos claves a toda la problemática del consumo de riesgo: el estancamiento de la desigualdad social en Canarias tras las crisis de las últimas décadas y los efectos que tuvo el confinamiento por la COVID-19, especialmente en los jóvenes -miedo, ansiedad, incertidumbre y encierro-, que favorecieron el surgimiento de conductas de consumo abusivo de cannabis y alcohol. De hecho, Manuel Isorna indica a este medio que uno de cada cuatro consumidores de cannabis afirma utilizar esta drofa principalmente para afrontar un malestar, y este patrón se relaciona con un consumo más intenso y de mayor riesgo de consumo problemático.
"Varios resultados también muestran que los usuarios que consumen principalmente por afrontamiento presentan mayores niveles de desempleo y menor nivel de estudios alcanzados, hecho que manifiesta una mayor vulnerabilidad social a estos usuarios", continúa Isorna.
Con todo, Pérez Estévez destaca que Fundación Canaria Yrichen no está en contra de la legalización del cannabis, pero sí de una regularización como la que se ha hecho en Canadá o algunos estados de Estados Unidos. Por el contrario, plantean, junto con UNAD -una red de asociaciones de atención a las adicciones en la que Yrichen está incluida- un decálogo de requerimientos para las administraciones en materia de información y prevención para poder llevar a cabo una legalización con sentido.