Canarias posee playas infinitas para todos los gustos. Desde las de arena negra volcánica, pasando por las de piedra, hasta las de arena amarilla –sean naturales o artificiales—, las Islas están conformadas por más de 1.500 kilómetros de costa.
A pesar de que las islas tienen playas con kilómetros de longitud, ¿cuál es la que está considerada como la más larga? Como se puede esperar, está en la isla de Fuerteventura. Con más de 13 kilómetros –en algunos casos se dice que más de 12 y en otros hasta 14— de longitud, Cofete ha sido definida por varios portales oficiales de turismo, así como medios de comunicación como la playa más larga de Canarias y una de las más extensas de España.
De hecho, según publica la plataforma digital especializada en turismo rural Escapada Rural, se encontraría entre las 3 playas más largas de España junto a dos onubenses, la playa de Castilla que mide 17 kilómetros y la de Nueva Umbría con 12 kilómetros.
Playa única con una leyenda
Cofete, tanto su playa como caserío, están situados en pleno Parque Natural de Jandía. Según recoge el Ayuntamiento de Pájara, su extensa playa posee unos 14 kilómetros de largo con unos 60 metros de ancho. En otros portales se señala que esta playa está dividida en dos zonas principales, que son Cofete y Barlovento.
A su vez, el consistorio puntualiza que en la zona existe una gran diversidad de especies animales y vegetales especialmente endémicas y raras, al igual que se posiciona junto a montañas como el Pico de la Zarza, la más alta de la isla con más de 800 metros de altitud. Pero también en núcleo de Cofete se esconde una leyenda que ha sobrevivido al paso de los años: la casa Winter.
Como ya publicaba Atlántico Hoy, la villa Winter fue construida en 1946 por el ingeniero alemán Gustav Winter, a quien se le relaciona con el régimen nazi. Se trata de una construcción que posee dos plantas y una torre circular, la cual se dice --no es un dato confirmado-- que pudo servir como punto de vigilancia del paso de submarinos durante la Segunda Guerra Mundial. La teoría se alimenta porque posee además un búnker en el sótano, un laboratorio e incluso hay pistas de aterrizaje cercanas. De hecho, Alberto Vázquez Figueroa usa en su novela Fuerteventura la Villa Winter para entretejer una historia de espionaje nazi que ha alimentado estas leyendas.