Detrás de la migración siempre hay un motivo, una razón que lleva a que una persona tome la decisión de dejar atrás su tierra en busca de una vida mejor. Le ocurrió a la población canaria en su momento al marchar a Cuba o Venezuela e, incluso, sucede ahora con la ida de los más jóvenes a Reino Unido, Alemania o Países Bajos. Y, cómo no, es lo que también le pasa a todas las personas de distintos países de África que llegan a un punto en el que embarcarse en una patera o un cayuco es la única solución posible que ven.
Hace 30 años, dos hombres saharauis arribaron a las costas de Fuerteventura en un barco de pesca atravesando casi 100 kilómetros de mar. Sin saberlo dieron lugar a la ruta canaria que durante estas tres décadas ha sido el arduo y peligroso camino que muchas personas han intentado atravesar por diversas razones, todas ellas consecuencias de los conflictos y situaciones que han atravesado durante todos estos años a África y que han dificultado cada vez más la vida en esos países vecinos, más cercanos que Europa… y de lo que pensamos.
Cambios en el continente
Dagauh Komenan, doctor en Historia Contemporánea por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y especialista en cuestiones migratorias, hace un recorrido junto a Atlántico Hoy por las situaciones que se han ido produciendo en estos 30 años en África Occidental y que han motivado el fenómeno migratorio. Desde impedimentos para la movilidad, políticas de austeridad, guerras - como los conflictos de Sudán o Malí -, movimientos terroristas hasta intervenciones extranjeras que han perjudicado la vida de la población africana.
Es a partir de los años 90 cuando comienzan a producirse grandes cambios, relata el historiador. En ese momento, se implanta la restricción de visado que dificulta la movilidad africana especialmente hacia Europa, sobreponiéndose a los planes de ajustes estructurales - políticas de austeridad - que se aplicaron a los países africanos por el Banco Mundial para enfrentarse a la deuda que habían contratado desde los años 60.
A esto se sumó la decisión de Francia de devaluar un 50% el Franco CFA - moneda de 14 países occidentales y centrales de África - sin consultar a los países usuarios, con el pretexto de hacer más competitivas la venta de los productos agrícolas africanos. De la noche a la mañana, la gente sufrió una pérdida de poder adquisitivo y perdió muchos de sus ahorros, lo que fue un golpe para la población local.
Flujos migratorios intra-africanos
Antes de que se produjeran los movimientos migratorios hacia España y Canarias, existieron flujos de desplazamientos intra-africanos. Costa de Marfil y Libia eran los principales países a los que acudía la gente, explica Komenan, pues se necesitaba mucha mano de obra y había trabajo. Los territorios mencionados, por ejemplo, acogieron a gran parte de la población del Sahel, tras la hambruna de los años 70. La facilidad de migrar a estos dos países condujo a que el 26% de la población de Costa de Marfil fuera extranjera, cuenta el doctorado.
Sin embargo, los factores que atravesaron al continente cambiaron todo este panorama. Fue en 1998 cuando Costa de Marfil comenzó a sufrir una crisis social consecuencia de los planes de austeridad, que dio paso en 2002 a la guerra civil en la región, suceso que no finaliza hasta 2010 con secuelas y medidas que dificultaron la vida. Así, Costa de Marfil pasó de acoger a personas a ser un país exportador de migrantes, señala Komenan. Lo mismo le pasó a Libia.
El mal de las intervenciones extranjeras
Komenan asume que los hechos acontecidos en el continente vecino han sido consecuencia de las “desastrosas” políticas africanas y gestión de los recursos. No obstante, resalta la importancia de tener en cuenta a su vez la intervención extranjera que ha hecho estragos. Es el caso de las decisiones de Francia sobre sus antiguas colonias; los acuerdos de pesca que perjudican a Senegal, al quitar la capacidad de ejercer a los pescadores senegaleses frente a la pesca industrial de países de la Unión Europea, entre otros, o la imposición de multinacionales en Malí para explotar el oro del territorio.
Es así la realidad de África, marcada por el “impacto del liberalismo” adoptado por muchos países, que han creado una situación de pobreza que impulsa a la población a moverse, buscando mejores oportunidades en otros lugares. La incapacidad de que los propios países africanos acojan la migración ha forzado a que los flujos se dirijan al norte, donde entran las Islas como destino y tránsito a Europa.
“La situación en África se ha deteriorado drásticamente en los últimos 30 años y los números de personas desplazadas van a seguir creciendo. Pero las restricciones impuestas por Europa a la migración también han incentivado el aumento de la migración irregular, al no ofrecer vías legales accesibles”, subraya el especialista en cuestiones migratorias, que añade que si se permitiera a los migrantes regresar y volver a sus países sin tantas trabas, muchos optarían por hacerlo en lugar de quedarse, pero las actuales restricciones han dejado a muchos en un limbo, esperando una mejora en su situación.