El miedo a la inmigración ilegal es el arma más utilizada por los partidos de ultraderecha, sobre todo durante la época de elecciones. La supuesta inseguridad ciudadana, los bulos, la importancia —solo a veces— de la nacionalidad de la persona que comete el delito se convierte en tema recurrente en mítines y declaraciones. Y luego está la otra parte, la que teme que estos discursos influyan realmente en la población y condicionen su voto hacia unas ideas más extremistas.
Pero, ¿influye realmente este supuesto miedo al voto de los ciudadanos? “Sí que hay un condicionamiento del efecto de la inmigración en la tendencia del voto, pero como otras cuestiones que condicionan: el paro, la pobreza, la violencia machista…”, responde Aniano Manuel Hernández Guerra, sociólogo y profesor de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC). “No hay que darle más importancia de la que tiene”, asegura también.
Hernández expone que la sociedad se desarrolla y madura con la multiculturalidad, “y las reacciones de miedo y odio por parte de determinada porción de residentes nativos entran en un perfil esperado de personas atrasadas o de personas socialmente vulnerables” que se sienten amenazados y por eso desarrollan odio hacia el extranjero.
Voto y migración
Los canarios tienen una cita con las urnas el próximo 28 de mayo y la gestión de la migración en el archipiélago sigue siendo un tema habitual entre políticos. Canarias recibió en los dos primeros meses del año 1.865 inmigrantes llegados a sus costas en 42 pateras. Aunque sigue la tendencia a la baja, la Ruta Canaria sigue siendo la principal usada por las personas migrantes para llegar a España y continuar con su viaje hacia Europa.
“En la actualidad, no creo que la inmigración sea la preocupación principal de los canarios a la hora de votar”, manifiesta el sociólogo. “A la ciudadanía general le afecta más, mucho más, el nivel de los precios de los productos básicos, el bajo nivel de los salarios, la dificultad para encontrar un buen empleo, el altísimo precio de la vivienda de alquiler, la reforma de la administración pública para hacerla más amigable y cercana a la gente, la saturación de los servicios públicos sanitarios —que, por cierto, la minoría de residentes excluyentes trata de señalar como culpables de la situación a los extranjeros, cuando no representan suficiente número para justificarlo—”.
Hernández aclara que, quizás, durante el ciclo del nacionalismo canario —representado por Coalición Canaria en el periodo de 1990-2019— “sí había un trasfondo ideológico de los electores basado en la identidad canaria y con cierto resquemor hacia lo extranjero”. Pero cuando ese ciclo se superó, y se evidenció que la inmigración no solo es un factor potenciador de la economía, si no que sin población inmigrante Canarias no se hubiera desarrollado como lo ha hecho, “el veló cayó y estamos en la normalidad de que los flujos migratorios son parte de nuestra realidad social, y afectan a todas las grandes economías del mundo”, continúa el experto.
Vox en el Parlamento canario
Hay algunos sondeos que apuntan a la entrada de Vox en el Parlamento canario por primera vez en la historia del partido de ultraderecha. “El aumento de esa porción de excluyentes está dentro de lo previsible y dentro de lo más o menos normal. Sí es posible que un partido ultraderechista y racista como Vox entre en el Parlamento de Canarias a través de la lista regional, para la que solo se necesitarían unos cuarenta mil votos para obtener un representante. Es decir, unos veinte mil por las islas occidentales y otros veinte mil por las orientales, puede que lo consigan. Pero observe que, de un censo de un millón ochocientos mil electores, los votantes que excluyen a los extranjeros vendrían a ser esos cuarenta mil o cincuenta mil que votarán a Vox. Una cifra estadísticamente muy minoritaria”, apunta Hernández. Aunque los partidos de ultraderecha tampoco hacen mucho aspaviento con el tema migratorio “porque saben que tiene efecto boomerang y les puede venir en contra”.
“El tema migratorio se trata de forma sutil, indirecta, sin mucha convicción, porque es un recurso fácil para el populismo patriotero, pero no tiene demasiado recorrido en un análisis socioeconómico serio. No creo que condicione mucho. Ni siquiera las ganancias de voto por parte del Partido Popular vienen por este motivo, más bien por estos otros: el cansancio respecto a los gobernantes actuales y la búsqueda de cambio y refresco; la inestabilidad económica, y especialmente la de precios y salarios; y la sensación de una posible crisis político-institucional que hace percibir una mayor incertidumbre, y, en consecuencia, hace buscar recursos políticos seguros y basados en doctrinas de orden y autoridad”, concluye Hernández.