El cuidado de la salud mental es, sin duda, uno de los focos de atención que más ha crecido en la última década. Las redes sociales y el uso responsable de quienes lo realizan han conseguido a través de ellas concienciar sobre este aspecto que, sin embargo, no quitan que sigan surgiendo afecciones relacionadas.
Una de las más característica es la depresión. Una de las enfermedades de salud mental más extendidas que, por fortuna, con el paso del tiempo siguen apareciendo herramientas y, sobre todo, acceso a los profesionales que tratan estos problemas en terapia.
En este contexto, Tais Pérez y Sergio García, fundadores del Gabinete Psicosalud Tenerife, han publicado su segundo libro titulado Cómo gestionar la depresión que, como recuerda Tais durante la entrevista y en los agradecimientos del libro, le tocó muy de cerca en su juventud, cuando perdió a sus padres.
Después de compartir con la sociedad su primero, Tu ansiedad bajo control, que se convirtió en un éxito. No han dudado en sacar este nuevo proyecto, apoyados por la editorial Zenith, con el que vuelven a poner en manos de quienes lo necesiten esta herramienta para conocer todas las aristas de la depresión, sobre todo en la prevención, aunque como recuerdan en esta entrevista concedida a Atlántico Hoy “nunca, nunca, nunca sustituye, jamás, a una intervención con un profesional”.
Pregunta: ¿Por qué este nuevo libro y por qué sobre la depresión?
Tais: La depresión es uno de los problemas psicológicos más frecuente en la población y otra de las razones es porque muchas veces es consecuencia de otros problemas psicológicos. Por ejemplo, una persona con un trastorno de ansiedad mantenido a lo largo de muchos años acaba sufriendo depresión por las limitaciones que tiene en su vida diaria, que es lo que hablábamos en el primer libro.
Sergio: La respuesta sobre ansiedad nosotros la pusimos más en en el libro anterior, como la respuesta de lucha y huida, como una respuesta de hipervigilancia, como algo ante una valoración de peligro. Lo que intentamos enfocar en este libro, aunque no necesariamente sea así, es que cuando tú te empiezas a limitar tu vida empiezas a dejar de hacer cosas agradables, dejar de entrar en contacto con aspectos gratificantes o de sentido en tu vida y empiezas también a deprimirte. Eso es una parte muy importante del libro, pero el mayor hincapié que creo que hicimos fue darle un valor social a la depresión. O sea, todos los problemas psicológicos tienen un carácter contextual, incluido la ansiedad, pero la depresión especialmente. La depresión es la pérdida de. Entonces, esta sociedad está perdiendo muchas cosas, está perdiendo el tejido comunitario, las relaciones afectivas cada vez son más superficiales, hay precariedad laboral, hay situaciones de incertidumbre que generan también ansiedad pero que se sostienen durante mucho tiempo... Todo eso son disparadores y precursores de trastornos del ánimo. No solo como depresión, sino también técnicamente como humor disfórico u otras cosas.
T: Estamos perdiendo la comunidad en el sentido de red de apoyo. Ahora estás muy solo para todo. De hecho, a raíz del libro también hemos creado un proyecto paralelo que es a través de experiencias crear comunidades de personas que compartan pasiones.
S: Ha surgido de ahí. Para prepararnos, la evidencia más importante respecto a este tipo de trabajos era la creaciones de redes de apoyo. Esas pérdidas de redes de apoyo muchas veces generan esa sensación de soledad, de tirar tú siempre para adelante con todo y después cansarte y deprimirte.
¿Cómo está estructurado?
S: Nosotros, cuando empezamos a trabajar, siempre hacemos como una especie de esqueleto intentando visualizar lo que trabajamos en sesión. Es siempre muy práctico desde nuestra experiencia clínica. Entonces, intentamos reflejar más o menos lo que nosotros trabajamos en sesión y lo traducimos en forma de libro para ser un hilo, pero suele ser una evaluación.
T: Tenemos una primera parte en la que explicamos qué es la depresión y, dentro de ahí, lo primero que hacemos es decir qué no es la depresión. Entonces empezamos a hablar también de emociones paralelas que a veces se confunden, como la melancolía, la nostalgia o la tristeza y después lo que sí es la depresión. Después tenemos una parte dos que es cómo tratar la depresión y ahí incluimos, igual que en el primero, todas las estrategias que tenemos en la mano para poder gestionarla de la mejor forma posible y tenemos un apartado especial hablando de los valores y de la importancia de esa pérdida de valores que hablaba Sergio. Y un último capítulo que creo que es súper importante es el que tenemos dedicado al tema del suicidio y a la intervención en personas que han perdido seres queridos por suicidio, que se llaman postvención.
Y que es algo, Tais, que te tocó muy de cerca, como explicas en el libro
T: Pues sí. Mi madre se suicidó y mi padre tuvo una enfermedad muy dura, tuvo un cáncer muy raro que solo sucede en niños en un porcentaje muy bajo. Él era el futbolista y una de las operaciones salió mal, lo dejaron cojo y los últimos años de vida estuvo muy deprimido.
¿Hay demasiado tabú para hablar del suicidio?
S: Siempre hay que hablar de suicidio, siempre. Lo que pasa que es verdad que hay que hablar de determinadas maneras y, sobre todo, los medios tienen una responsabilidad para hablarlo de una forma adecuada. El suicidio hay que hablarlo. De hecho, fue durante muchos años tabú hasta que empezó a no poderse esconder, que fue cuando empezaron el tema de los desahucios y los problemas económicos, que la gente iba a echarlos en su casa y se mataban directamente delante de la prensa. Era algo demasiado evidente como para taparlo. La prensa empezó a hablar de eso y la evidencia nos dice que hay que hablar de suicidio y hay que hablarlo bien. Es cierto que en el efecto llamada hay una parte de mito relacionado con eso y una parte, entre comillas, de verdad en el sentido de cómo das esa información; no entrar en detalles muy particulares de la forma y demás, pero sí que hay que hablar sobre que es un problema, hay que hablar sobre cómo ese problema se puede intentar mitigar o intervenir y cuanto más se hable de suicidio, mejor.
T: Y cómo apoyar a alguien cercano que esté pensando o que tenga ideas de quitarse la vida, que muchas veces dicen que está intentando llamar la atención y es mejor pecar por exceso que por defecto. En este caso, incluso más.
S: Nosotros valoramos que siempre que un ser humano lo pasa mal puede tener ideas de quitarse de en medio, por así decirlo. Esas ideas son relativamente normales cuando uno está muy mal, pero hay indicadores objetivos que nos dicen que esa persona empieza a correr un riesgo en la forma. El pensamiento un poquito más obsesivo o frecuente dentro de su cabeza. Hay una serie de indicadores que nos pueden ayudar. En el libro tocamos eso abiertamente, damos pautas para intentar identificarlo, para ayudar a personas que estén en esas situaciones e intentar normalizar, entre comillas, el sufrimiento y abrir la puerta de la esperanza a un apoyo.
¿El libro se dirige a todo el mundo o a personas relacionadas con la enfermedad?
T: El libro es absolutamente para todo el mundo y yo creo que es súper importante aprender a gestionar y aprender a identificar cualquier problema psicológico para poder ayudar en comunidad al resto directamente. Y el apoyo, porque puede pasar en tu trabajo, puede pasar en tu familia, puede pasar en cualquier sitio y es como aprender primeros auxilios.
S: Con el paso de los años la ansiedad ha sido, creo, normalizada. Se habla de forma más común de la ansiedad precisamente por eso, porque ha salido mucha más literatura, en muchas más películas, porque los profesionales han hablado más sobre eso. Desde hace unos años para acá la depresión está cogiendo ese mismo camino. La idea también es normalizar que el estado de ánimo también puede estar bajo y pueda, llegar a conducir, en algún momento de la vida, con determinantes disparadores a una depresión. Normalizar eso, aprender sobre eso, ponerle palabras a las emociones y a los sentimientos, ayuda muchísimo a psicoeducar a la gente para saber lo que le pasa.
¿Hay más casos de depresión ahora que antes o es que simplemente antes los afectados no lo expresaban?
T: No se sabe con certeza, pero nosotros sí creemos que hay una parte fundamental y súper importante, o han tenido un papel fundamental: Los jóvenes que han empezado a utilizar las redes hablando abiertamente de que ellos mismos tienen problemas psicológicos y que van a terapia. Eso ha roto un poco el tabú y ha hecho que otras personas acudan a terapias normalizando eso. No creo que haya más casos ahora, creo que ahora se habla con más naturalidad y no está tan estigmatizado. Todavía nos queda mucho camino por andar.
S: También es verdad que es un problema multicausal y sí es cierto que el tipo de ritmo de vida, de forma de comunidad, de tipo de lazos afectivos más superficiales y demás también juegan un papel. No se sabe hasta qué punto el aumento de la diagnosis y el aumento de la conciencia en los jóvenes está jugando un factor. Se sospecha que siempre los problemas psicológicos han estado ahí, pero no sabemos números, aunque es verdad que todo el contexto favorece a que suceda.
T: Siempre a lo largo de la historia ha habido contextos que favorecen. Mi abuelo viviendo la guerra me imagino que habría depresión y ansiedad por todos lados. Pasando hambre, no poder encontrar comida para tus hijos, un entorno de incertidumbre total...
¿Es más fácil equivocarse creyendo uno que tiene depresión o equivocarse porque la padece, pero no se da cuenta?
S: Esas dos situaciones se dan, pero no sé qué puede ser más o menos fácil. La detección es distinta. Hay un autodiagnosis, sobre todo en redes sociales, que la gente habla mucho de que tiene ansiedad, tiene depresión, tiene síntomas, lee...
T: Nosotros siempre damos una recomendación general, que es que da igual lo que tengas, si estás sufriendo acude a un profesional. Esa es la clave. Da igual lo que tengas, eso ya se verá.
S: Con respecto a autodiagnosticarse, no lo recomendamos de ningún modo, al igual que tampoco, supongo, un médico en salud te recomienda que te autodiagnostiques y te automediques... Y se hace. Y, por otra parte es verdad que hay muchas personas que sufren y no identifican del todo qué es lo que les pasa o sufren y creen que lo pueden resolver y eso ha pasado muchas veces. Tiene relación también con el tabú de los problemas psicológicos. De no querer pedir ayuda porque pedir ayuda de débiles. Lo típico que todavía, cada vez menos afortunadamente, se sigue dando.
¿El libro va más de tratar la enfermedad o de adelantarse a ella?
S: Uno de los objetivos del libro es la conciencia, el darte cuenta, el ver los factores que contribuyen que tú puedes desarrollar un problema del estado de ánimo. Tú estás un poquito atento y te ayuda a localizar y a identificarlo. Sí que tiene esa finalidad de libro.
T: Pierdes el apetito. A nosotros que nos encanta surfear, pues me deja de apetecer ir a surfear. Si tú ya empiezas a identificar eso y te obligas a hacer esas cosas es más difícil que acabes cayendo en el post.
S: Nunca, repetimos, nunca jamás sustituye a una intervención con un profesional, nunca. Lo escribimos nosotros y lo decimos varias veces en el libro, pero sí que pretende aumentar la conciencia, aumentar la educación respecto a esto, hacer ver a la gente de las herramientas concretas que un psicólogo dispone e, incluso, si van a un profesional exigir algo parecido, que es lo que la evidencia o el respaldo científico dicen que va bien.
¿Cómo sintetizarían lo que es el libro para quien se plantee adquirirlo?
T: Es una guía para comprender la depresión y el suicidio y aprender herramientas para gestionarlos.
S: Y que de la depresión hay solución. Hay luz al final del túnel. Se trabaja en algunos casos con mayor o menor dificultad, pero se puede salir. TAIS. El libro tiene un capítulo súper bonito, que es un anexo que escribió un psiquiatra que es mi tío Saulo Pérez Gil, que habla de toda la medicación disponible, evidencia y lo que hace cada uno de los medicamentos. Es decir, que, si estás medicado y acudes al libro, puedes ver exactamente todo y te explica cómo funciona a nivel fisiológico.