Mascar el látex de la tabaiba a modo de chicle es un uso documentado en Canarias que se abandonó hace pocas décadas. Especialmente a finales de los años 40, un empresario grancanario promovió su propia marca de chicles hechos con el látex de la tabaiba dulce, Chicles Tabay, que sin embargo, no se llegaron a comercializar en las Islas.
La tabaiba dulce es una planta especialmente reconocida de las Islas, que se encuentra especialmente en el continente europeo y en puntos del continente africano. Esta planta, arbusto suculento, suele medir menos de un metro, y de sus entrañas suelta un látex no tóxico que ha sido usado en las islas especialmente para medicina popular, más en concreto para el ámbito bucodental. Incluso ha llegado a ser usado como pegamento.
Chicles Tabay
No es de extrañar que los mayores tengan conocimiento del uso de este látex y la pequeña industria que generó a mitad del siglo pasado, que desde hace décadas está en desuso. La investigación El chicle de látex de tabaiba dulce (Euphorbia balsamifera). Tabay, el chicle de las Islas Canarias, del médico Fabián Hernández Romero, documenta ampliamente la historia de una marca canaria que distribuyó un chicle de tabaiba: Chicles Tabay.
A principios del siglo pasado, el consumo del chicle se extendió por el mundo, si bien el mascar chicle es un acto que se remonta a siglos atrás, tras la Primera Guerra Mundial se popularizó especialmente. El mercado estaba copado por pocas empresas estadounidenses, pero con los cambios en el comercio que provocó la Segunda Guerra Mundial la entrada a pequeños productores se vio favorecida.
Distribución desde Barcelona
En este contexto, en 1945 el grancanario Augusto Hernández Rodríguez patentó un chicle hecho de tabaiba. La recolección del látex de la tabaiba dulce comenzó en Gran Canaria, pero el producto tenía que viajar hasta Barcelona para su manufacturación, ya que no se realizaba en las Islas. Fue una empresa catalana, Chada S.A., la que finalmente llevó a cabo su distribución, que tal y como indica el estudio, nunca llegó a realizarse en Canarias.
Fue en el año 1946 cuando comenzó la comercialización, especialmente en Barcelona y posteriormente en otros puntos de la península. Tenían sabor a venta, se vendían dos en una cajita y costaban una peseta. Hay varios anuncios en prensa que dan cuenta de cómo se comercializaba este chicle: especialmente enfocado para deportistas, con especial énfasis en los ciclistas.
Auge del chicle
Durante varios años, este producto vivió un auge en la península, se vendió con estampas características y se promocionó con un equipo de ciclistas, lo que aumentó su popularidad. De Gran Canaria la recolección también pasó a realizarse en Tenerife, especialmente en el sur de la Isla, según documenta el estudio
La recolección del látex se basa en realizar cortes en el tronco de los arbustos y dejando que emanara el látex de la planta durante la noche. El método dejaba una imagen de una planta con cortes que posteriormente cicatrizaban.
Caída del producto
Con el paso de los años un cambio empresarial, tras una absorción, y la paulatina recuperación del mercado internacional del chicle tras la Segunda Guerra Mundial provocó que el chicle de tabaiba no perdurara más allá de la década de los 50.
En el camino, sin embargo, ha dejado a la posteridad la evidencia de su existencia a través de carteles publicitarios y unas estampas que se pueden encontrar en webs de coleccionistas.