Mucho antes de que se inventaran los ventiladores, aires acondicionados y otros sistemas de refrigeración, el ingenio arquitectónico de los constructores era la mejor solución para mantener una temperatura agradable en el interior de las estancias. Desde la época prehispánica, los canarios ya usaban cuevas, tubos volcánicos y otras cavidades para usarlos como casas, almacenes o incluso templos religiosos, adaptándolos gracias a la facilidad para tallar la toba volcánica con rocas más duras.
La ventaja de las cuevas es que, tanto en su forma natural como acondicionadas por medio de distintos revestimiento, mantienen la temperatura fresca en verano y templada en invierno. Por este motivo se siguen utilizando a día de hoy, sobre todo en islas como Gran Canaria, Tenerife o La Palma, y además cada vez son más demandadas como alojamiento por su encanto tradicional y la comodidad que ofrecen como refugio el calor veraniego.
Una estancia en un lugar Patrimonio Humanidad
A menudo estas peculiares viviendas se encuentran a menudo en las inmediaciones de algunos de los paisajes canarios más singulares de Canarias. Es el caso de la casa-cueva Las Maguadas (Tara), ubicada en la localidad grancanaria de Acusa Seca y dentro el ámbito de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria, yacimiento que la UNESCO declaró Patrimonio Mundial de la Humanidad en 2019 por constituir un legado único de los primeros pobladores de Canarias.
Esta casa-cueva es el mejor punto de partida para explorarse este inmenso espacio protegido, que abarca en su conjunto los municipios de Artenara, Tejeda, Agaete y Gáldar en una extensión total de de unas 18.000 hectáreas de paraje natural donde se localizan los restos arqueológicos. Además del atractivo natural de la zona, en los yacimientos de las Montañas Sagradas se evidencian conocimientos arquitectónicos y astronómicos de los antiguos canarios.
Asimismo, el antiguo poblado de Risco Caído está compuesto por un total de 21 cuevas que se localiza sobre la margen izquierda de Barranco Hondo en lo alto de un escarpado acantilado. Conocido también como Risco Maldito, este asentamiento estuvo habitado hasta mediados del siglo XX, conformando un enclave geográfico que muestra la pervivencia hasta tiempos reciente de formas de vidas enraizadas en la herencia prehispánica.
Inspiración en la casa-cueva Tara
El alojamiento Tara, uno de tres alojamientos del conjunto casas-cueva La Maguadas, tiene capacidad para albergar a tres personas y está compuesta por una habitación, cocina, baño y dos patios. Desde uno de ellos se pueden observar las espectaculares vistas a todo el conjunto montañoso, con el Roque Nublo cerrando la panorámica al fondo.
Además de servir como alojamiento para amantes del senderismo, esta casa se ofrece, por sus inspiradoras características, como espacio para músicos y otros artistas que deseen dar rienda suelta a su creatividad. Por eso entre sus prestaciones cuenta con una biblioteca e instrumentos musicales de percusión, además de un piano eléctrico. Asimismo existe la posibilidad de contratar una actuación musical privada en la propia cueva.