Durante la presentación de la película 'Luces de la ciudad' en 1931 la prensa recogió una célebre conversación entre Charles Chaplin y Albert Einstein. "Lo que más admiro de tu arte, es tu universalidad. Tú no dices una palabra, y sin embargo… el mundo te entiende", dijo el premio Nobel acerca de las destrezas del actor de cine mudo. Enseguida Chaplin respondió: "Es cierto, pero ¡tu fama es aún mayor! El mundo te admira, aun cuando nadie te entiende".
Con sus palabras Chaplin dio en el clavo. La física es una disciplina tan compleja que para la mayoría de la población se resume en algunas nociones -más o menos precisas- y un puñado de nombres imprescindibles como Einstein o Newton que, con sus revolucionarias aportaciones al conocimiento humano, eclipsan a otros colegas de profesión. Entre ellos, sin duda, se encuentra el considerado padre de la física española: el canario Blas Cabrera Felipe.
A partir de Blas Cabrera en España se pasó de hablar de física a experimentar con la física. Entre 1910 y 1934 publicó unos ciento diez trabajos que impulsaron campos como la magnetismo, electroquímica o espectroscopia. Sus hallazgos posibilitaron avances médicos como la resonancia magnética y, además, su aportación experimental contribuyó al desarrollo de la mecánica cuántica, de la que su amigo de Erwin Schrödinger fue precursor.
Anfitrión y divulgador de Einstein
En 1923 el genio que alumbró la teoría de la relatividad visitó España y durante su estancia Blas Cabrera ejerció de acompañante y anfitrión. También correspondió al físico canario pronunciar el discurso previo a la entrega a Einstein del Diploma de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales ante el rey Alfonso XIII. En su intervención Cabrera repasó la obra del homenajeado que, a su vez, reconoció al canario como digno divulgador de su legado:
"Vuestras palabras, querido señor Cabrera, han llegado a lo más hondo de mi corazón, no por contener para mí el honor de un gran reconocimiento, sino porque demuestran la forma consciente y cariñosa con que habéis estudiado el trabajo de mi vida haciéndoos eco de la frase del poeta: queremos recibir menos alabanzas, y, en cambio, que se nos lea con aplicación."
Einstein y Cabrera ya se habían conocido en 1912 en Zurich y habían mantenido contacto por correspondencia. El mismo año de la visita del Premio Nobel a España, Cabrera publicó el libro Principio de relatividad para continuar divulgando la obra de Einstein, lo que le convirtió en el principal introductor de esta teoría en España y, en general, en el mundo de habla hispana, más aún cuando se exilió en México tras el estallido de la Guerra Civil.
Apadrinado en Solvay
En la carrera científica de Blas Cabrera, los años 1930 y 1933 marcaron dos hitos significativos por su participación en la VI y VII Conferencia Solvay, dedicadas al magnetismo y la estructura del núcleo atómico, respectivamente. Su ingreso en estas reuniones que juntaban a las mentes más brillantes de la época -Heisenberg, Born, Schrödinger, Planck, Dirac, Lorentz, Rutherford, entre otros- se produjo a propuesta no solo de Albert Einstein, si no también de Marie Curie.
El científico nacido de Arrecife, que pasó su niñez y juventud en La Laguna y posteriormente se doctoró en Ciencias Físicas en Madrid, formó parte en los congresos de Solvay de la más prestigiosa reunión de físicos, entre los cuales había doce Premios Nobel de un grupo de 26 científicos. De hecho, el propio Blas Cabrera fue nominado para el Nobel en dos ocasiones, la primera en 1910 y la segunda en 1930.
Repatriación desde México
Desposeído por la dictadura franquista de sus títulos y reconocimientos académicos en 1941, Cabrera marchó a Francia y posteriormente a México. Allí falleció con 67 años de edad a consecuencia de la enfermedad de Parkinson que padecía, en 1945. Recientemente, a petición de la familia y con el apoyo del Ayuntamiento de La Laguna, los restos mortales del científico fueron repatriados en octubre de 2022.
De manera póstuma, el Gobierno de España le restituyó todas sus menciones academicas en 2018. Cuatro años después, con la repatriación de las cenizas tanto de Blas Cabrera como de su mujer, María Sánchez Real, de su hijo Blas Cabrera Sánchez y de su nieta Rocío, el padre de la física española y sus allegados encontraron finalmente descanso en el cementerio lagunero de San Luis.