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Sociedad

Canarias tiene un pueblo encantador a 1500 metros de altura: un oasis de paz y tranquilidad

Es el pueblo más alto de Canarias y el municipio menos poblado de Tenerife, además de un histórico lugar de paso entre las dos vertientes de la isla

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Vilaflor de Chasna es el municipio menos poblado de Tenerife pero también el más alto de Canarias./ TURISMO VILAFLOR.

Mucho se ha escrito de la variedad de paisajes de Canarias. Arenales, acantilados, cimas, barrancos, desiertos y bosques componen la panorámica de este archipiélago modelado por el sol abrasador y la bendición refrescante del alisio. A las condiciones climáticas se une la altitud, que es especialmente significativa en el caso de Tenerife, con El Teide como cúspide del archipiélago.

A medio camino entre el litoral y los 3.718 metros del pico se encuentra el pueblo más alto de Canarias, una de las pocas localidades de alta montaña de las Islas, ubicada a 1.500 metros de altitud. Con sus casitas y calles adoquinadas, rodeado de pinares, Vilaflor de Chasna es un oasis de sosiego que contrasta con las zonas turísticas o urbanas de la isla, donde el humo de las chimeneas nos invita a acercarnos a la lumbre después de caminar por sus calles o senderos. 

Con menos de 2.000 habitantes, este pueblo es el municipio menos poblado de Tenerife, dentro una población total en la isla que roza el millón de personas. Aunque tan solo tiene 56,26 km2 de superficie Vilaflor linda con municipios sureños como Arona, Adeje, Granadilla o San Miguel, pero también con La Orotava, convirtiéndose en municipio de transición entre las dos vertientes de la isla. 

Camino Real de Chasna

En 1525 el poblador catalán Pedro Soler y su esposa Juana de Padilla fundaron este pueblo como centro civil y eclesiástico de la extensa comarca de Chasna o Abona. El asentamiento prosperó como parte del Camino Real de Chasna, una ruta histórica que recorría de banda a banda la Isla de Tenerife, comunicando las comarcas del Norte con las del Sur y viceversa. 

El camino real conectaba el Valle de La Orotava con Granadilla, ascendiendo hasta el Portillo, cruzando las cañadas hasta la Degollada del Guajara para descender hacia Vilaflor -o Chasna por aquel entonces- y desembocar en Granadilla. Para completarla se precisaba de uno o dos jornadas pero era una conexión imprescindible que permitían el intercambio de productos agrarios, además del pastoreo entre ambas zonas. 

Centro histórico

Ya en el siglo XVI Vilaflor contaba con una pequeña ermita sobre la fue que construido, a mediados del siglo XVII, el actual templo de la Iglesia de San Pedro Apóstol. De planta de cruz latina y una sola nave combina el estilo canario con el artesonado mudéjar y una de las obras más valiosas que alberga en su interior es la imagen de alabastro de San Pedro, que data de mediados del siglo XVI.

Junto a la iglesia se encuentra el Santuario del Santo Hermano Pedro, centro de peregrinación para los devotos de este santo fundador de la Orden de los Betlemitas en Guatemala. Levantado en el solar que ocupaba la casa de los padres del santo, acoge también un convento de su misma orden religiosa. Es de planta rectangular y consta de una sola nave en la que coinciden los restos de la antigua construcción en ambas portadas realizadas en cantería.

En lo que respecta a la arquitectura destaca La Casa de la familia Soler, fundadores del municipio, como ejemplo de construcción canaria del siglo XVII. Aunque ha sufrido remodelaciones en los últimos siglos aun puede apreciarse el esplendor del corredor con pórtico y columnas de piedra, la magnífica puerta de madera y un antiguo lagar. Cuenta además con un patio interior con jardín y estancias que cumplían las funciones de alojamiento de la familia, sirvientes y medianeros.

Ingenios de agua y caseríos tradicionales

A día de hoy también se pueden visitar los restos del Molino de agua, el primero de Vilaflor, mandado a construir en el año 1644, y que estuvo en servicio hasta 1915. Aun pueden observarse sus arcos en buen estado de conservación así como parte del sistema por el que transcurría el agua para moler el grano. Este ingenio y otras obras hidráulicas como Los Lavaderos, donde se conservan las pilas de piedra molinera, propiciaron el crecimiento del pueblo desde sus orígenes.

Otro de los enclaves históricos de Vilaflor, compartido con el municipio de Arona, es el conjunto de Las Casas Altas de Jama. Este caserío de carácter tradicional alberga ejemplos de la arquitectura popular tinerfeña propia del sur de la Isla, así como de la labor campesina, desde aljibes, atarjeas u hornos hasta caminos empedrados o bancales.

Todo parece indicar que este conjunto de casas constituye uno de los primeros enclaves del pago de Jama, cuya antigüedad se remonta a varios siglos y, de hecho, es citado en los primeros repartimientos de tierras efectuados en la Isla por el Adelantado Alonso Fernández de Lugo.

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