A la espera de contar con dos ciclotrones, los aparatos que producen los fármacos que se emplean para realizar pruebas de estadificación y seguimiento de pacientes con cáncer, el Servicio Canario de la Salud (SCS) paga unos 18.000 euros a laboratorios de la Península por las dosis diarias de un medicamento que necesitan los tres hospitales públicos de las Islas —Insular, Candelaria y Doctor Negrín— que cuentan con los cuatro tomógrafos PET/CT en los que se realizan los cribados.
La dependencia que tiene el sistema sanitario público del Archipiélago de empresas peninsulares, además de dejar inoperativo el servicio en las Islas en caso de avería —como ha sucedido durante varios días de este mes, tal y como informó este jueves este medio—, tiene consecuencias económicas para la tesorería del Gobierno autonómico. "Actualmente", explican desde el área de Medicina Nuclear del Hospital Insular (Gran Canaria), "el coste de la dosis de 18F-FDG es de unos 560 euros. Nosotros, de martes a viernes aplicamos unas ocho dosis, que ascienden unos 4.480 euros por jornada", cifra que se multiplica por los cuatro tomógrados del SCS.
Más barato en la Península
El precio que abona Canarias por el 18F-FDG, radiofármaco que se inyecta por vía intravenosa —algo así como glucosa marcada con flúor radiactivo—, es superior al que pueden pagar otros centros hospitalarios localizados en la Península. "El alto coste", aclaran desde el centro hospitalario grancanario, "se debe a la cantidad que hay que producir para que a nosotros nos llegue una dosis. El precio de la dosis en la Península, por ejemplo, estaría en torno a los 180 euros, sensiblemente menor".
Los profesionales de Medicina Nueclear del Insular lamentan que, pese a que el SCS tenía presupuestada la instalación de dos ciclotrones para 2023 —una en cada provincia—, la promesa realizada en octubre del año pasado por Blas Trujillo —exconsejero socialista de Sanidad— no se cumplirá antes del 31 de diciembre. "El coste del ciclotrón", detallan, "no es elevado si consideramos el ahorro que supone la autoproducción del radiofármaco, que en el caso del 18F-FDG cuesta menos de 100 euros". "Incluso", recalcan, "tendría sentido instalar uno de estos ciclotrones en cada uno de los hospitales públicos o, como mínimo, uno por isla".
Aviones
Más allá del coste, los sanitarios también denuncian otros inconvenientes a la hora de contar con el radiofármaco. "Hay que tener también en cuenta", apuntan, "que no sólo dejamos de recibir el radiofármaco en caso de que haya una avería o un problema en la producción en los ciclotrones de Madrid, sino que también dependemos de los vuelos que transportan la mercancía, y que en muchas ocasiones, ya sea por cambios de horario, cancelaciones, errores al subir la carga, etcétera, también nos imposibilitan trabajar".
"Para ser concretos", lamentan, "entre unas cosas y otras hemos tenido que cancelar más de 400 estudios en lo que va de año por problemas relacionados con el abastecimiento de la 18F-FDG". Esa cifra puede rondar las 1.600 pruebas en los tomógrafos PET/CT repartidos en el Insular, el Negrín y la Candelaria (2).
Proyecto de dos millones en 2008
La consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias llegó a anunciar en 2008 —entonces la titular del área era Mercedes Roldós, del Partido Popular (PP)— la instalación de un ciclotrón para producir radiofármacos en el Hospital Universitario de Canarias (Tenerife). El proyecto, según avanzaron en su momento las autoridades autonómicas, estaría en funcionamiento en dos años.
El cáculo del Ejecutivo autonómico fijaba el coste del aparato en cerca de dos millones de euros, cifra que iba a ser financiada gracias a la Reserva de Inversiones de Canarias (RIC) de Imetisa —empresa pública participada por el Cabildo de Tenerife—, según fuentes de la propia compañía, cuyas acciones estaban repartidas entre la corporación insular tinerfeña (90 %) y el Gobierno de Canarias a través del Servicio Canario de Salud (10 %).