Esta historia la podría haber contado John le Carré durante la Guerra Fría en alguna de las novelas que dieron forma al pulso entre George Smiley (MI6) y Karla (KGB), pero es una noticia publicada este lunes en The Wall Street Journal: el capitán del Lady R, un barco ruso cuyo propietario supuestamente transportó armas para el Kremlin, apagó su equipo de transmisión antes de atracar en Simon's Town –una pequeña ciudad de Sudáfrica donde se localiza la base naval más grande del país–, donde entregó y embarcó cargamentos no identificados –según testigos y un alto funcionario estadounidense–. La nave, ahora bajo sospecha, cruzó aguas canarias hace 80 días rumbo al sur del continente.
La Guerra de Ucrania ha deformado la visión del mundo más reciente y nos ha devuelto a tiempos ya olvidados tras la caída del Muro de Berlín. Sudáfrica, un apestado internacional hace cinco décadas por el Apartheid, encontraba oxígeno entonces en negocios casi de estraperlo con el bloque comunista. Hoy parece que muchos actores que se movían en las sombras cuando el Telón de Acero seguía en pie vuelven a las andadas. El Gobierno de Pretoria, a consulta de Estados Unidos (EE UU), se ha negado a decir qué transportaba el barco señalado por The Wall Street Journal o qué se cargó en la base naval de Simon's Town. El ministro de defensa del país restó importancia y señaló que Washington “amenaza a África, no solo a Sudáfrica, con todo lo que huela a Rusia”.
Guardias armados
Durante dos noches, en las que Simon's Town se sumió en la oscuridad debido a los cortes de energía en todo el país, una grúa móvil movió las cajas y las subió a la embarcación –de 122 metros de largo– bajo la vigilancia de guardias armados –según testigos y según The Wall Street Journal, que asegura haber tenido acceso a fotos que confirman ese extremo–. “No hay información disponible públicamente sobre el origen de los contenedores que se cargaron en el Lady R”, apunta un funcionario estadounidense que ejerce como fuente del periódico.
El barco dejó el puerto sudafricano la mañana del 9 de diciembre y durante la noche de este mismo día comenzó a transmitir una nueva posición: fondeado a más de 100 millas al este de Simon's Town. Desde mediados del mes pasado, la nave ha estado anclada frente a la costa de Mozambique y el pasado fin de semana entró en el puerto de Beira. Su destino final es, según la documentación de la propia embarcación, Estambul.
Viaje
A la ciudad turca, a poca distancia de los puertos rusos localizados en el Mar Negro, llegará tras un viaje que arrancó en Novorossiysk a final de septiembre. Desde entonces, el Lady R paró en Estambul, pasó junto a la isla de Alborán, cruzó el Estrecho de Gibraltar, se metió en aguas canarias –cerca de Fuerteventura y Gran Canaria– el 22 de octubre, entró en el puerto de Doula (Camerún) y atracó en Lomé (Togo).
El 8 de mayo, EE UU impuso sanciones a Transmorflot LLC, la naviera propietaria del Lady R. Washington señaló en ese momento, pocos meses después del inicio de la invasion a Ucrania, que la compañía y sus barcos habían enviado armas para el gobierno ruso.
Alerta de la embajada
En noviembre, pocos días después de pasar por aguas canarias, justo cuando la inteligencia estadounidense supo que el Lady R se dirigía hacia Sudáfrica, su embajada en Sudáfrica alertó al Gobierno de Pretoria sobre el hecho de quela nave estaba sancionada. El cuerpo diplomático de EE UU no recibió respuesta a su alerta, admitió el funcionario a The Wall Street Journal.
Los servicios de seguimiento de embarcaciones indican que el Lady R apagó sus transpondedores automáticos, que transmiten la identidad y la posición de una embarcación a otras naves y autoridades marítimas. Dos remolcadores de la marina sudafricana lo ayudaron a atracar en la base de Simon's Town, cerca de Ciudad del Cabo, según testigos.
Prohibición en España
El Ministerio de Agricultura y Pesca del Gobierno de España, en marzo, ordenó que se impidiera la entrada a barcos registrados bajo pabellón ruso en los puertos españoles. Esa disposición, por la que el Estado asumía las medidas restrictivas aprobadas por la Unión Europea (UE), excluía a aquellos buques pesqueros dedicados al transporte de combustible o cereales.
Cinco meses después, la flota pesquera rusa anunció que dejaría en 2023 los astilleros del Puerto de La Luz para desarrollar sus trabajos de reparación en el Puerto de Casablanca (Marruecos). Estos barcos, con medio centenar de escalas al año, genera un volumen de negocio cercano a los 100 millones de euros –entre atarazana, avituallamientos, combustible, relevo de tripulaciones, etc.–, motivo por el que la Asociación de Consignatarios y Estibadores de Buques (Asocelpa) negocia con la UE la posibilidad de obtener una excepción para La Luz.