Desde hace unos años, la gastronomía canaria ha experimentado un despertar por la puesta en valor de guachinches, restaurantes de pescado y otros establecimientos de tradicionales. Al mismo tiempo, muchos chefs, canarios o asentados en esta tierra, se han animado a reinterpretar los productos locales por medio de elaboradas recetas que, gracias al escaparate del turismo, son expuestas y conocidas internacionalmente.
Pero tras el refinamiento de los restaurantes candidatos a estrella Michelin y el arraigo de la cocina tradicional canaria, subyace una suerte de gastronomía cotidiana, a menudo más contundente que nutritiva, pero imbatible en cuanto a popularidad. Bocadillos, hamburguesas, perritos, croissants salados, arepas y sandwiches componen esta alternativa, sabrosa y barata, por la que se decantan muchos canarios para esas ocasiones menos señaladas, es decir, las más frecuentes.
Precisamente en ese momento, sentados en la mesa del bar o cafetería, en que cada cual ha decidido de qué quiere el bocadillo —lomo, pollo, pata, americano o cualquier otro—, siempre una voz se alza sobre las demás y propone: ¿y si pedimos unas papas locas para compartir? La propuesta no tarda en ser aceptada por mayoría absoluta. Que las pongan en el centro y traigan varios tenedores. Así sea.
Este es el reto de las papas locas XXL de la Sifonería
En cualquier caso, es conveniente tener cierta prudencia a la hora de compartir papas locas, sobre todo si nos hemos sentado en la terraza de La Sifonería, una popular cafetería en la plaza de Residencial Anaga, en Santa Cruz de Tenerife. Poco importa que pidan la ración pequeña, porque también es inmensa. La mediana es inabarcable y, para la grande, hay que llamar refuerzos. Avisa a todos tus amigos, que aun así serán pocos.
Partimos de que es un plato de papas fritas con jamón, queso, cebolla frita, ketchup, mostaza y mayonesa. Pero esa es tan solo la versión normal. Es jugar en modo fácil. A partir de ahí puedes añadir salchicha, carne mechada, lomo, bacon, chorizo, huevo… y prácticamente todo lo que soporte esa monstruosidad de papas que solo los camareros de brazo entrenado son capaces de llevar desde la cocina hasta la mesa.
Cuenta la leyenda que muchos han sido los valientes que han retado a esta montaña de papas y han acabado sucumbiendo. Aun así, esas papas locas ejercen algún tipo de influjo, especialmente sobre los más jóvenes, de tal manera que cuando quedan con sus amigos y pasan por la placita, enseguida intercambian miradas y se preguntan: ¿seremos capaces de acabárnoslas hoy?