La 'droga zombie', ese es el principal concepto que se tiene al pensar en el fentanilo. La situación que se ha producido en Estados Unidos debido a su consumo de manera recreativa ha alarmado al resto de países que, a pesar de haber tomado acciones al respecto, siguen en alerta ante la idea de ¿podría ocurrir lo mismo?
España es uno de los países del mundo en el que más se receta fentanilo, apunta Daniel Reyes, farmacéutico y componente del Grupo de Trabajo de Dolor de SEFAC, que añade que tanto a nivel nacional como en Canarias se han incrementado las prescripciones de este fármaco. Una noticia por la que no hay que alarmarse, según el experto, pues esto se debe a una mayor información sobre el opioide y gracias a la normativa vigente, existe una gran vigilancia y control.
Más prescripciones de fentanilo
El fentanilo se descubrió en 1960, indica Reyes, por lo que “no estamos hablando de un fármaco nuevo”. Se comenzó a usar vía intravenosa hasta dar paso a distintas variedades “desde los parches, la vía intranasal o la sublingual”. Se utiliza para tratar el dolor de intensidad alta, dolor crónico y oncológico, explica el experto, y “está en el día a día de todas las farmacias y médicos de España”.
En los últimos años se ha registrado un incremento de las prescripciones de fentanilo, señala el farmacéutico, que cita el informe de 2023 de la Encuesta sobre el Alcohol y Drogas en España (EDADES), donde se muestra que el porcentaje de hombres recetados con fentanilo era 1,9% y 1,4% de mujeres en 2018, cifras que se incrementaron en 2022 hasta 14,7% en los hombres y 13,4% en mujeres.
Reyes afirma que “sí ha aumentado el uso de este fármaco en las guías de práctica clínica”, pero que “no es algo exagerado y de lo que preocuparse”, pues “cada vez hay más evidencia sobre su uso, más información sobre su seguridad y eso lleva a que el consumo se normalice de una manera más sencilla”. “Es un buen fármaco si se utiliza bien”, atestigua.
Control y vigilancia
En lo que respecta a su uso recreativo, el farmacéutico puntualiza que tanto en España como en Canarias es “prácticamente nulo”. Esto se debe a que el país tiene “uno de los controles de sistema sanitario y uso racional de los medicamentos más importante de Europa e, incluso, del mundo”.
Para dispensarlo, de primeras hace falta una receta como cualquier otro medicamento; no obstante, también tiene que “pasar por otros controles más exhaustivos”. Reyes explica que “el fentanilo y otros opioides están custodiados en otros sitios de la farmacia bajo llave y otros sistemas de seguridad”. Los farmacéuticos, a su vez, tienen que rellenar un documento con los datos del médico que lo recetó, el paciente, el dni de la persona que se lo lleva, etc., enumera, proceso similar a la dispensación de las benzodiazepinas, y además, tiene una contabilidad “especial”, ya que “existe un libro electrónico en el que se registra la entrada y salida de este tipo de fármacos”.
Endurecer las normativas
A estas medidas de vigilancia y control, se suma el sistema de verificación de medicamentos. “Cada caja tiene un código qr que lo hace único y su falsificación y comercialización ilegal es prácticamente imposible”, puntualiza Reyes, que añade que en España la tasa de falsificación de medicamentos “no llega al 1%” frente a Estados Unidos, que es uno de “los gigantes falsificadores”.
Y de por sí, al ver lo que comenzó a producirse en Estados Unidos, se produjo un cambio dentro de las prescripciones en materia clínica. Por ejemplo, Canarias publicó en 2022 un plan de optimización en la utilización de analgésicos opioides, sobre todo para el dolor crónico no oncológico, vigente hasta 2026, cuenta Reyes, que señala que “se ha endurecido el control de prescripciones y dispensación, se han bajado algunos techos de dosis, se ha dado más formación a los profesionales, etc.”.
El papel del farmacéutico
En lo que respecta a los pacientes, Reyes comenta que en este plan se recoge también un seguimiento especial del paciente evaluando cuánto tiempo lleva con el tratamiento y si es necesaria la rotación de opioides para evitar efectos adversos, entre otros aspectos.
Como farmacéutico destaca el papel que ocupan las farmacias comunitarias en el seguimiento de los pacientes y sus tratamientos preguntando cómo se van sintiendo, dado que los farmacéuticos “podemos ver hasta dos y tres veces más al paciente que el propio médico de atención primaria”.