Atraco a mano armada, xenofobia y una denuncia fantasma: la historia del hotel más pequeño del mundo

El Hotelito Punta Grande, en El Hierro, ha estado a punto de cerrar debido al acoso que su dueño, Davide Nahmias, recibe de determinados vecinos

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Hotelito de Punta Grande, el hotel más pequeño del mundo./ HOTELITO PUNTA GRANDE
Hotelito de Punta Grande, el hotel más pequeño del mundo./ HOTELITO PUNTA GRANDE

Hay una pequeña edificación en el núcleo de Las Puntas (La Frontera, El Hierro) que presume con orgullo de ser el hotel más pequeño del mundo. Se llama Hotelito Punta Grande y está regentado por Davide Nahmias, un joyero italiano que llegó a Canarias en 2015 y que posee el establecimiento herreño desde 2018.

Aunque la historia podría parecer digna de una sencilla y amable anécdota en el Libro Guinness de los Récords, lo cierto es que es algo más turbulenta de lo que cabría esperar. Incluso de lo que creía que llegaría a ser el propio Nahmias, que se mudó al Archipiélago desde su Italia natal buscando refugio y tranquilidad.

Davide Nahmias y Paula Pascual, matrimonio propietario del Hotelito Punta Grande, junto a sus hijas./ DAVIDE NAHMIAS
Davide Nahmias y Paula Pascual, matrimonio propietario del Hotelito Punta Grande, junto a sus hijas./ DAVIDE NAHMIAS

Anuncio de cierre 

En julio de este año, Davide Nahmias anunció que el hotel iba a cerrar, cansado de encontronazos y acoso de parte de algunos vecinos del municipio, que han llegado a hacer pintadas xenófobas en su propiedad desde que cogió las riendas en 2018. La intención de cierre generó una ola de apoyo hacia Nahmias, que el pasado 4 de septiembre, arropado por sus fieles clientes, se plantó y dijo que de ahí no le echaba nadie.

Ahora, el propietario del Hotelito Punta Grande conversa con Atlántico Hoy para hacer un repaso de la historia de la edificación que en la actualidad alberga su establecimiento y, especialmente, de los años desde que él lo compró. Aunque sea el final de la historia de un edificio que tiene más 200 años, comenzaremos por el último lustro para comprender el punto de vista de Davide Nahmias sobre los incidentes que han conducido a que un hotel tan extremadamente peculiar como este haya estado a punto de echar el cierre.

Esta es una narración contada sólo desde una perspectiva, ya que este medio ha solicitado al Cabildo de El Hierro, máxima autoridad en la isla, su opinión sobre la polémica que ha rodeado al Hotelito Punta Grande, pero la institución insular ha emplazado a Atlántico Hoy a conversar próximamente en lugar de en el momento de elaboración de este artículo, aludiendo a falta de disponibilidad del presidente herreño, Alpidio Armas. El cabildo tampoco ha realizado ningún comunicado público al que dirigirse en los últimos meses.

Hotelito Punta Grande./ ATLÁNTICO HOY
Hotelito Punta Grande./ ATLÁNTICO HOY

Todo comenzó con un atraco

Al contrario de lo que cabría esperar, esta historia comienza con un atraco a mano armada en Italia en el año 2015. Dávide Nahmias era, por entonces, uno de los joyeros más reconocidos del país transalpino. Tenía tres joyerías de renombre y, un día, en una de ellas le pusieron una pistola en la cara para desvalijarle la caja fuerte. Esto causó un enorme impacto en Nahmias, que decidió dar un giro de 180 grados en su vida y venir a Canarias con su mujer, Paula Pascual, y sus hijas.

Llegó al Archipiélago y se estableció en Adeje (Tenerife), pero fue visitando todas las islas poco a poco. ¿Todas?, no, en 2018 Davide Nahmias todavía no había visitado El Hierro. Una noche en vela, de esas que por muchas vueltas que se den en la cama uno no logra pegar el ojo, Nahmias empezó a navegar en Facebook y dio con un anuncio peculiar: estaba en venta el hotel más pequeño del mundo en la Isla del Meridiano.

Una oferta baja, pero ganadora

No lo dudó ni un instante. Nahmias se plantó en El Hierro e hizo una oferta por el establecimiento a sus antiguos propietarios, Lamberto y Britta Wagner, de origen sueco. El dinero que se puso sobre la mesa era una cuantía bastante inferior que otras ofertas presentadas, pero el matrimonio prefirió dejar lo que había sido su proyecto de vida en manos de Davide Nahmias, que quería mantener el concepto con un impulso renovador.

De hecho, reivindicarse como el hotel más pequeño del mundo fue primordial para Nahmias, que llegó a requerir por vía legal al Libro Guinness de los Récords que le diese este logro en exclusiva a él, ya que había dos hostales en Alemania y Dinamarca que competían por la categoría. "Reclamé a Guinness porque son hostales, no hoteles, pero no han hecho caso", explica a Atlántico Hoy.

Lamberto Wagner (derecha) hace entrega de las llaves del Hotelito Punta Grande a Paula Pascual (izquierda), esposa de Davide Nahmias./ DAVIDE NAHMIAS
Lamberto Wagner (derecha) hace entrega de las llaves del Hotelito Punta Grande a Paula Pascual (izquierda), esposa de Davide Nahmias./ DAVIDE NAHMIAS

Conflictos enquistados en el tiempo

La historia de los Wagner también es peculiar y fue el desencadenante de que Davide Nahmias y su familia adquirieran el edificio y lo reformaran por completo. Hubo un día en el que regentar el hotelito también fue el sueño de Lamberto Wagner, pero encajar en una sociedad tan encorsetada en sus propias tradiciones como la herreña no es fácil para los extranjeros que quieren comenzar un nuevo modelo de negocio. Antes que hotel, ya en manos de este matrimonio sueco, el edificio había sido la primera discoteca de El Hierro y también la primera marisquería de la isla.

Al estar situado en un muelle, era común que los pescadores fuesen allí a echar sus anzuelos al agua. Desde la terraza de lo que fue el restaurante de los Wagner se pescaba muy buen género, que nadaba en esas aguas atraído por los vertidos de la cocina. Muchas veces Lamberto Wagner intentó cercar su hotel, pero algunos pescadores, defensores de que habían pescado allí toda la vida, tiraban abajo la cancela o la saltaban.

Vista gorda con problemas relevantes

Hastiado de la situación y con muchos años ya a sus espaldas, el empresario sueco puso a la venta el hotel y lo adquirieron los Nahmias Pascual. Pronto Davide se dio cuenta de que iba a correr la misma suerte que Lamberto. Desde el mismo año 2018, el propietario italiano se dirigió a la administración herreña para plantear algunas cuestiones con las que, según consideraba él, se había estado haciendo la vista gorda demasiado tiempo.

No podía ser, según su forma de ver, que en el pequeño muelle donde se encuentra el hotel aparcasen cada día decenas de coches, imposibilitando la entrada y la salida de todos ellos simultaneamente, así como que el lugar fuese un punto de encuentro para realizar botellón y consumir sustancias estupefacientes entre los jóvenes.

Muelle de acceso al Hotelito Punta Grande./ HOLA ISLAS CANARIAS
Muelle de acceso al Hotelito Punta Grande./ HOLA ISLAS CANARIAS

Pintadas xenófobas y una denuncia por prevaricación

Nahmias llamó a la policía, que emitió un informe diciendo que el aparcamiento sobre el muelle era peligroso, y la administración prohibió la entrada al mismo salvo para carga y descarga. No fue del agrado de los pescadores, por lo que la señal volvió a cambiarse para permitir el acceso a "personas autorizadas", aunque ni con esas se apaciguaron los ánimos de quienes consideraban que el muelle debía ser, por insistencia, su lugar de pesca. Una noche de diciembre de 2018, la señal que prohibía el acceso apareció arrancada y lanzada al agua. El poste se repuso y la respuesta fue la primera pintada xenófoba en la propiedad de Davide Nahmias.

"Me ponían: 'Italiano, cabrón, fuera de la isla', me llamaban 'mafioso', pintaban las paradas de guagua que usaban mis hijas, poniendo: 'Tu padre se tiene que ir'", narra a Atlántico Hoy el propietario del hotel. Harto, Nahmias presentó una denuncia ante la Guardia Civil pero, un año después y siempre según su versión, esta no había llegado al juzgado. Su convicción es tan fuerte que Davide Nahmias ha denunciado al entonces alcalde de La Frontera y a la propia Guardia Civil por prevaricación con su caso, aunque, según cuenta, el expediente está parado en la Audiencia Provincial.

Pintadas en el Hotelito Punta Grande del año 2021./ DAVIDE NAHMIAS
Pintadas en el Hotelito Punta Grande del año 2021./ DAVIDE NAHMIAS

Nahmias desconfía de las instituciones

Recientemente, una nueva juez ha tomado el caso, según explica, y ha hablado con él para tratar de agilizarlo, pero ha perdido toda esperanza en el apoyo de las instituciones. Después de lo que considera años de impunidad, Nahmias ve sombras detrás de cada esquina, desconfía de políticos y administraciones y está convencido de que en El Hierro rige una red caciquista entre las administraciones y la población que lleva a unos y a otros a protegerse mutuamente. Él, como extranjero, se siente jurídicamente indefenso.

Desde que anunció el cierre del hotel en julio hasta que ha confirmado que no clausurará el establecimiento en septiembre no ha recibido, asegura, ninguna llamada por parte del Cabildo de El Hierro. Algo que considera raro teniendo en cuenta que el hotel y el muelle son bienes de interés cultural. No obstante, sí asegura que tiene constancia de que la institución insular intentó comprar el hotel que él regenta en 2017, aunque finalmente se echó para atrás. Extremos que, pese a haberlo intentado, Atlántico Hoy no ha podido corroborar con el cabildo, dado que no ha atendido a este medio, si bién le ha emplazado a hacerlo la próxima semana.

"Que me dejen trabajar"

Nahmias dice que al cabildo le pide tres cosas: que se reforme el muelle, bien de interés cultural que está en estado de deterioro; que se peatonalice la zona para que no aparquen más vehículos y "que le dejen trabajar", petición poco concreta que refiere a que se deje de hacer la vista gorda con quienes atacan su propiedad.

Los mensajes de apoyo han sido los que le han llevado a tomar la decisión de mantener el hotel abierto. Su hotel, aunque tiene dos estrellas por sus características físicas, aspira a ser un establecimiento de lujo y sostenible. "Tengo huéspedes que vienen a Canarias en avión privado", explica a este medio. De hecho, según afirma a Atlántico Hoy, uno de los mensajes clave para que tomase la decisión de no bajar la persiana fue de Forbes Travel Guide, la guía de la Revista Forbes para hoteles de lujo que le contactó explicando su intención de incluir su establecimiento en la lista en un futuro próximo.

Davide Nahmias (izquierda) junto a Brian May (derecha), histórico guitarrista de Queen, en el Hotelito Punta Grande./ DAVIDE NAHMIAS
Davide Nahmias (izquierda) junto a Brian May (derecha), histórico guitarrista de Queen, en el Hotelito Punta Grande./ DAVIDE NAHMIAS

¿Condenado al abandono?

El edificio que alberga el Hotelito Punta Grande cumplió recientemente 203 años de historia. Fue fundado en 1820 como una casa de pescadores y en 1870 se convirtió en la primera aduana de El Hierro, por la que pasaban uvas, higos, almendras y aguardiente. A mediados del siglo pasado, aquella aduana fue perdiendo la importancia que tuvo en su día como fruto de la construcción de viarios más modernos, que dejaron el núcleo poblacional donde se ubica fuera de las principales rutas para moverse por la isla.

Permaneció huérfano y desaliñado hasta que, en 1969, Lamberto Wagner conoció a Kiko Villarreal, sobrino del entonces propietario del edificio caído en ruina, que concertó con su tío una reunión para hablar de negocios. Wagner lo compró por el precio simbólico de 5.000 pesetas: nadie quería la edificación, prácticamente se la regalaron. Durante casi 50 años, Wagner dirigió distintos negocios hasta su venta en 2018 a Davide Nahmias, que ahora espera una involucración de las administraciones en proteger el entorno del hotelito para que no vuelva a correr la misma suerte que durante décadas parece haber sido su destino: el olvido y el abandono.

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