El abandono de un amplio número de personas mayores de Canarias en centros de día, hospitales o residencias es un problema que se refleja con cada publicación como la que ilustra cómo un nieto dejó a su abuela sola a las puertas de un hospital y nunca volvió a por ella. Por estos motivos, el número de mayores que están bajo la tutela del Ejecutivo autonómico ha aumentado, pasando de 20 en 2018 a 664 en lo que va del año 2024, según datos de la Fundación Tutelar Canaria para la Acción Social (FUCAS).
Conciencia. Eso es lo que intentan crear desde Cooperación Internacional (CIONG) en las Islas: que los jóvenes sean conscientes del entorno que les rodea y que vivan cosas que los transforme a la vez que se convierten en partícipes activos de la ayuda a la problemática social.
Más que pintar
“Ese es el sentido de Cooperación Internacional”, explica Alfonso Sánchez Romero, responsable de CIONG para Canarias. Entre los proyectos que llevan a cabo en la ONG está el programa de adecentamiento de viviendas para personas en situación de vulnerabilidad. “Con voluntarios jóvenes vamos a las casas y las pintamos por dentro durante el fin de semana”. Pero es mucho más que pintar, es intentar evitar que Carmen (nombre ficticio), de 70 años, tenga que abandonar su casa en San Andrés o que Paco (también nombre ficticio), de 81 años, pueda ducharse con agua caliente.
“Hay un problema de vivienda en Canarias bastante grande y nosotros trabajamos con los Servicios Sociales en sitios como, por ejemplo, San Andrés, para intentar que una persona mayor que está muy mal no tenga que abandonar su casa”, apunta. “Imagina lo que supone para alguien que lleva toda la vida ahí el tener que irse a una residencia”. Los voluntarios de CIONG todavía van a la casa de Carmen, “que tiene síndrome de Diógenes y el Ayuntamiento la envió a un albergue durante un tiempo porque la casa se le caía prácticamente encima”.
Acompañamiento
Paco, por otro lado, tenía su casa llena de picas para sostener el techo, se bañaba en agua que tenía que calentar en calderos, tenía la casa llena de humedades y se le caían trozos de techo sobre su cama. “Con él hicimos un proceso de unos tres años donde no solo le hemos apuntalado la casa por dentro, sino también le hemos rehabilitado la cocina, el plato de ducha, le pusimos agua caliente y seguimos haciendo acompañamiento con él”, cuenta Sánchez Romero.
Justamente, el acompañamiento es otra de las iniciativas que llevan a cabo desde CIONG, en las propias viviendas de los ancianos o a veces también en residencias. “Intentamos que la gente joven tenga encuentros que los transformen y cuando son con gente mayor acaba sirviendo de ayuda para ambos”, concluye.