En todo caso, la tercera aventura consecutiva por la categoría de bronce del fútbol español no dejó malas sensaciones. Así, por única vez en su historia, el Tenerife eliminó a Las Palmas, entonces en Primera División, de la Copa del Rey. Y mantuvo un tono digno en la Liga en un ejercicio en el que los ascensos estaban 'adjudicados' a Deportivo y Celta, dos históricos que habían caído simultáneamente en el infierno... y que sólo tardarían un año en regresar al fútbol profesional. Y lo hizo en un curso en el que, para no agravar el déficit económico, se vio obligado a traspasar a cuatro de sus mejores jugadores.
Así, el portero Domínguez se fue al Espanyol, el delantero Víctor a Las Palmas y el defensa Julio Durán y el medio Román ficharon por el Atlético de Madrid. Además, Olimpio Romero dejó el banquillo y el Tenerife apostó por un técnico peninsular de carácter singular, pero que realizó un notable trabajo y dejó muy buen recuerdo: José Ramón Lamelo. De hecho, el técnico gallego puede presumir de haberse ido de la isla sin perder en el Heliodoro: quince victorias y seis empates en 21 partidos oficiales. Por el camino, la entidad convenció a una leyenda como 'Tigre' Barrios para que jugara gratis y volvió a tirar a la cantera.
De ahí salieron un par de futbolistas que dieron un rendimiento extraordinario como David Amaral y el delantero Chalo. Ambos formaron parte de un 'once-tipo' compuesto por: Álvaro; Diego, Juan Miguel, Manolo, Lolo; Alberto, David, Salvador; Chalo, Barrios y Lolín. Además, los defensas Marín o Marrerín, el mediocentro Paco y el delantero Ayala tuvieron notable protagonismo y también contaron con minutos el portero Domingo Rivero, el medio Roberto y los puntas Joseíto, Kiko y Andrés. O lo que es lo mismo: una apuesta casi exclusiva por la cantera, más ligada a la necesidad que al sentimiento.
En todo caso, tampoco le alcanzaría para ascender. Capaz de eliminar a Las Palmas al empatar (2-2) en el Insular con dos goles de Barrios y ganar (2-1) en el Heliodoro con tantos de Chalo y Lolín, no fue regular en Liga, afectado por los impagos de la entidad a los jugadores, varios encierros de la plantilla en el Heliodoro en condiciones higiénicas poco recomendables, algún desagradable incidente en Barajas por culpa de un descuido de un veterano al pasar el material de contrabando que ayudaba a subsistir a los futbolistas... y hasta un amago de 'duelo' a pistola en los vestuarios del Heliodoro entre el técnico y un futbolista.
Pese a todo, apoyado en los goles de Chalo y Barrios, llegó vivo a las diez jornadas finales: tercero en la tabla, recibía al líder Celta en el Heliodoro con la opción de ponerse a un punto del ascenso... pero apenas pudo empatar (1-1) y a Barrios le cayeron media docena de partidos tras pelearse con un rival. El club olvidó el ascenso y preparó unas elecciones en las que peligraba la continuidad de Pepe López, que se reservó dos 'golpes de imagen': arrancó un compromiso de apoyo a una plantilla de la que había recibido recibido críticas inmisericordes... y fichó a Juan Díaz, Juanito, figura de los setenta que regresó convertido en hijo pródigo.