El diseño arquitectónico de un museo resulta cada vez más complejo ya que en este debe confluir una serie de aspectos relevantes y definidores, tales como: la representatividad, el emplazamiento y la presentación de sus colecciones. Sin duda, su misión primordial, además de resolver el programa funcional, debe ser el de definir su contenido y erigirse como un edificio cultural y público. Si consideramos la atracción que puede ejercer en los estamentos políticos y en la sociedad un museo como edificio público con soluciones espaciales novedosas tanto en su espacio interior como en su diseño arquitectónico, entenderemos la aceptación de las iniciativas que presentan los arquitectos contemporáneos para los enclaves en donde se pretende ejecutar las obras.
Según opina Francesc Pla ( Barcelona, 1968), autor de la remodelación y ampliación de museos como el Thyssen, junto con Iñaki Baquero, en la actualidad, la arquitectura ha sido capaz de romper la caja tradicional para albergar obras de arte. En este sentido, la idea arquetípica de museo se ha ido desvaneciendo con el tiempo, eliminando espacios franqueados y ornamentados y opacas cajas que se van desvelando con la mirada atenta del visitante, experiencia primigenia ésta que rememora el museo. Las transformaciones en el concepto de museo, sobre todo a partir de los años setenta, han ido planteando diversas alternativas en la arquitectura museística. Actualmente, no hay un modelo único de museo, sino múltiples tipologías que guardan en común un diseño sofisticado dotado de novedosos avances tecnológicos, acordes con los tiempos que corren.
En palabras de Pla, del estudio de arquitectura BOPBAA, ‘desde la arquitectura pensamos y proponemos. Esta condición nos abre al mundo, nos lo brinda como un libro abierto, trozos escritos, trozos por completar y trozos por reescribir, pero siempre formando parte de una escritura que te obliga a permanecer despierto, a dejarte sorprender, a aprender sin cesar. Un compromiso‘.
El proyecto del Museo Thyssen-Bornemisza no fu una rehabilitación, sino una ampliación. Una ampliación que se basó en las continuidades. Continuidad museográfica, de recorridos, volumétrica, de un edificio a otro. De aquí que se preste gran interés y respeto con el edificio existente. Pero hacer arquitectura siempre supone seguir la estela de alguna premisa, siempre hay un contexto, y siempre se deja un nuevo escenario para que otro lo “rehabilite”. A Pla, le interesa esta idea aunque a veces no parezca evidente. En el caso concreto del museo, el proyecto empieza mucho antes que él edificio existente y atiende a muchas otras realidades que las propias de la institución.
El reto, la novedad, lo singular, es que todo esto es invisible completamente al visitante.