La temporada 75-76 se movía en esos parámetros, con Felipe Mesones de técnico y notables refuerzos: el portero Lanas, los defensas uruguayos Hugo Fernández y Montero Castillo, el extremo García Murcia o el delantero Illán, que sería el máximo goleador de la categoría con 19 tantos. Así, un buen arranque liguero puso al Tenerife en el liderato y le tuvo en 'zona de ascenso' hasta el inicio de la segunda vuelta. Sin alejarse nunca de los puestos con premio, el curso también había dejado una remontada épica ante el Alavés en la Copa del Generalísimo, que mantuvo ese nombre al morir el dictador tras iniciarse la competición. Aquello le permitió al Tenerife acceder a los octavos de final, donde tocó el Real Madrid, ganador del 'doblete' el curso anterior y que en la primavera de 1976 dominaba la liga con autoridad.
¿Algo más? Sí, el Madrid llevaba 44 años sin ser eliminado de la Copa por un equipo dé inferior categoría. Y nadie se alarmó cuando el Tenerife se impuso 2-0 en el partido de ida a un equipo que jugó con internacionales como Miguel Ángel, Camacho, Velázquez, Uría... Para entonces, Valdano no había acuñado lo del “miedo escénico del Bernabéu”, pero allí ya se habían fabricado remontadas. Dos ejemplos: el curso anterior, Las Palmas llegó con un 4-0 en Copa y se llevó un 5-0 con 'hat trick' de Santillana en seis minutos. Y ya en ese ejercicio 75-76, el campeón inglés, el Derby County, fue incapaz de mantener un 4-1. Así que el 2-0 del Heliodoro parecía insuficiente contra un Madrid que salió con todo su arsenal ofensivo y marcó a los nueve minutos al cabecear Santillana un córner sacado por Velázquez.
¿Más razones para el pesimismo? Tras coquetear con la gloria y a falta de seis jornadas, un Tenerife que era cuarto y estaba a un punto de la 'zona de ascenso', recibió el mazazo habitual: un 0-3 en el Heliodoro ante un Córdoba liderado por Rodolfo Rivero, diminuto (1,59 metros) interior tinerfeño con un talento sideral. Y en el Bernabéu, con la moral por los suelos y un gol tempranero en contra, la lógica apuntaba a una goleada del Madrid. Sin embargo, el Tenerife aguantó el 'chaparrón' inicial. Y llegado vivo al descanso. Y no se rindió ante un Madrid que ejecutó 21 saques de esquina y una docena de faltas laterales en busca de las cabezas de Santillana y Roberto Martínez. No las encontró. En el cielo del Bernabéu, con 33 años cumplidos y una rodilla inservible, esa noche aún reinó un zaguero colosal, Alberto Molina.