El popular cementerio ubicado en la zona inicial de la playa de Las Teresitas de San Andrés, llamado Traslarena, se mantiene en pie a duras penas. Y si esto es así es gracias a la Asociación de Vecinos El Pescador de San Andrés que, desde abril de 2018, se hizo cargo del mismo debido a la “situación de abandono”, según explica Marcos Cova, uno de los responsables del grupo vecinal, a Atlántico Hoy.
Así, tras cinco años de mantenimiento, recientemente han vuelto a ejecutar tareas de reconstrucción en cruces y lápidas. “Hace un mes se nos ocurrió la idea de intentar, siempre con nuestras limitaciones, reparar las lápidas e incluso hacerlas partiendo de cero y así fue como el sábado 22 de abril y el domingo 30 de abril hemos centrado nuestros esfuerzos, no sólo en la reposición de cruces nuevas, sino también en la restauración y construcción de las lápidas”, desarrolla el vecino de San Andrés.
De esta manera, señala que “poco a poco” el cementerio tiene otro aspecto, “aunque queda mucho trabajo por hacer”. Además, es precisamente en esas labores de reforma en el interior del cementerio cuando se han ido percatando de la cantidad de otros elementos que hay por arreglar. “El deterioro es importante y pensamos que se hace urgente la intervención del ayuntamiento en temas como la capilla y los muros”.
Muros y capilla
En este sentido, actualmente -relata Marcos Cova- los muros del cementerio de Traslarena “están sufriendo un deterioro que se hace patente en la cantidad de huecos que hay, en el desprendimiento de tosca roja, que es la original con que se construyeron los mismos”.
De hecho, confirma que hace unas semanas solicitaron por escrito a Cetensa Canarias para que valore “de manera urgente” la reparación de los muros del cementerio y que la asociación continuará “insistiendo las veces que haga falta”.
En el tema de la capilla, la asociación de vecinos va a iniciar después del 10 de mayo una campaña de recogida de firmas y de donativos para tratar de reformarla. "No hace mucho -les comentaban algunas vecinas durante los recientes trabajos- se oficiaban misas el día de difuntos”, así que van a tratar de “implicar una vez más a nuestra gente en colaborar para rescatar este rincón del camposanto que hoy adolece de la más mínima consideración y cuidados”.
Inicios de la gestión en 2018
“Resultaba evidente que la dejadez de la Administración dando la espalda a parte de su patrimonio histórico requería de una respuesta por parte de un colectivo vecinal que no estaba dispuesto a colaborar en que parte de nuestra historia acabara por sucumbir”, explica sobre el porqué de la decisión de dar un paso al frente de Traslarena.
En esta situación, los vecinos se dieron cuenta que debían empezar por lo más sencillo: “Comenzar por lo que estaba a nuestro alcance dados nuestros escasos conocimientos en albañilería”, aclara Cova. “Había cientos de cruces rotas, podridas, destartaladas...”, agrega.
Por ello, en septiembre de 2018 y bajo el lema Juntos podemos SALVARLO repartieron casi una decena de huchas por San Andrés y los vecinos donaron lo que pudieron (331 euros). “Con ese dinero fuimos capaces de comprar la madera y la labor desinteresada de un carpintero del pueblo dio forma a las cruces. Unos meses más tarde, un reducido grupo de vecinos, nos dimos cita en Traslarena para iniciar la primera reposición de cruces”, recuerda el representante de El Pescador de San Andrés. “No llegó a las treinta cruces. Sin embargo, fuimos conscientes entonces de que habíamos dado un primer paso en pro de la conservación de nuestra historia”, añade.
Más de 170 cruces
Después de aquella campaña inicial han continuado en el último lustro con el firme compromiso de continuar el trabajo en el cementerio. “Un total de cinco reposiciones con más de 170 cruces nuevas. Aparte, entre reposición y reposición, la tarea de pintarlas”, comparte.
No en vano, el trabajo en Traslarena, ni mucho menos, ha concluido. “Nos queda un largo camino por delante”, contextualiza Marcos Cova. “Somos conscientes de que no será fácil, pero si hoy nos remontamos a finales de 2018 y vemos todo lo que se ha avanzado, seremos capaces de entender que con esa voluntad y disposición con la que partimos y que hoy conservamos, serán suficientes para que algún día ese pedacito de tierra tan nuestro tenga garantizado su conservación en el tiempo”, finaliza.
La historia del cementerio
Con más de un siglo de historia, el cementerio de Traslarena debe su nombre a la vieja playa de arena negra donde las artes de pesca y la tradición fueron siempre de la mano. Allí llegaban los petromaces, pequeños barcos que salían de noche a calar el chinchorro. Y allí, a finales del siglo XIX (1893), a escasos metros de la mar, surgió un camposanto que trataba de paliar los efectos de la epidemia de cólera morbo que en el pueblo de San Andrés se cobró la vida de 40 vecinos.
El cementerio surgió de la necesidad de sacar fuera del entorno del pueblo a los fallecidos por la epidemia. Se trataba de evitar que se propagara la misma y de alejar a los contagiados del viejo cementerio de San Andrés que se ubicaba entonces en la trasera de la iglesia.
El naufragio del Flachat
Pero la historia de esta necrópolis no sólo está ligada al cólera. El 15 de febrero de 1898, a las 23.30 horas y debido a la calima y a la escasa visibilidad, el vapor francés de nombre Flachat, naufraga frente a las costas de Taganana, en concreto en más cercanías de la playa de Anosma. Algunos de los fallecidos en el naufragio son enterrados también en el cementerio de Traslarena debido a la necesidad imperiosa de darles sepultura.
Cuentan los más antiguos del pueblo que durante años algunos de los familiares de estos marineros se acercaban hasta el camposanto interesándose por sus seres queridos.
Construcción
En 1911 se construyen los muros de cerramiento del camposanto. El mismo se encontraba desprotegido ante las mareas. En 1930 se levanta la capilla, utilizada en ocasiones como improvisada sala de autopsias y que hoy se encuentra en estado ruinoso.
En el año 1972 la especulación de la que fue objeto la playa de Las Teresitas dio lugar a un episodio donde un vecino del pueblo, José El Rueda, ante la intención de una pala de derribar los muros del camposanto, corre hasta San Andrés alertando a la gente. El pueblo se coloca frente a la pala evitando el derrumbe de mencionado muro y a la postre la desaparición del cementerio.