Esta semana, el Gobierno de Canarias confirmó que había finalizado el catálogo de vestigios franquistas de Santa Cruz de Tenerife, en el que señalaba casi 80 monumentos, esculturas y objetos, menciones franquistas aplicadas a denominaciones del callejero, espacios y elementos urbanos, edificios y una relación de honores y distinciones concedidos en distintos momentos de la historia.
Entre todos ellos, destaca el Monumento a Franco de Juan Ávalos, localizado en la unión de las Ramblas con la Avenida Francisco La Roche y que, ahora, por la Ley de Memoria Histórica deberá ser retirada, así como el resto de simbolismo señalado en el catálogo. Pero, ¿qué ocurrirá después en esta emblemática esquina de Santa Cruz de Tenerife? ¿Qué sustituirá este elemento de la etapa del franquismo en el futuro visual de la ciudad?
Monumento o sin monumento
“Es un lugar muy protagonista de la ciudad porque esa esquina tiene una visual muy potente”, explica el arquitecto tinerfeño Javier Puelles a Atlántico Hoy. “Lo que se vaya a hacer ahí tiene que tener un significado potente, con mensaje”, añade antes de exponer la idea de la construcción de “un monumento conmemorativo a las víctimas de la COVID en Tenerife o Canarias”.
No opina igual Alfonso Ruiz, decano de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna, que presentó en octubre al Cabildo de Tenerife un informe sobre la escultura franquista que ha protagonizado el catálogo de vestigios. “Hay miles de sitios para poner un monumento, y claro que ese puede ser uno, pero también es un lugar estupendo para poner un jardín o una fuente. ¿Por qué tiene que haber un monumento ahí?”.
Una localización clave
En este sentido, Ruiz argumenta que “no hay una razón urbanística que justifique” que ahora haya que empeñarse en poner un monumento de otro tipo. “¿Por qué no puede haber un árbol? Han talado dos árboles preciosos que estaban enfermos justo enfrente, que han cambiado por completo la percepción de esa esquina de la ciudad. Los arboles físicamente tenían más presencia que la escultura”, espeta.
“Poner una plaza y unos bancos no me sirve, porque ese espacio tiene una impronta para algo potente y con un mensaje”, reitera por su parte Puelles, que recuerda que el monumento “venía de una época donde se sufrió por la dictadura, con un mensaje también duro”. Así, expone que este nuevo trasfondo que podría darse con el monumento conmemorativo por la pandemia es como la versión 2.0 de nuestra realidad. "Creo que todas esas personas que estuvieron al pie del cañón: enfermeros, médicos que lucharon… Sería un buen recuerdo el tenerlo en ese lugar”.
Un antiguo espectaculo de luces
Por otro lado, Atlántico Hoy también quiso pulsar la valoración de Yésica Díaz, graduada en Conservación y Restauración de Bienes Culturales. “Dependiendo del monumento que pongas se verá mejor o peor, pero creo que nunca va a quedar tan bien como quedó en su momento el monumento actual”, apunta. “En sus tiempos, tuvo luz, el sistema de la fuente era un espectáculo en la noche y la gente que visitaba la zona portuaria de la isla siempre lo veía, contemplaba y fotografiaba”, añade sobre la impronta artística que dejó el Monumento a Franco, separando su parte histórica.
En su opinión, dejaría un nuevo monumento “que tuviera también un sistema de fuente y el cual se pudiera apreciar de noche”.
Sin valor artístico excepcional
Alfonso Ruiz recuerda, sin embargo, que en el informe concluyeron que el Monumento a Franco no tenía valores artísticos excepcionales. “Ocurre como con cualquier otro monumento que no los tiene: que tiene su vida, dura lo que dura y luego se quita o se cambia por otra cosa y no pasa nada”.
Asimismo, entiende que “lo que pasa es que hay un trasfondo ideológico, una presión política detrás, pero si lo desvinculamos de esas cuestiones, se convierte en una escultura que ha quedado obsoleta, que ha perdido su contexto y que, además, no tiene suficiente calidad como para tener la importancia que tiene en el paisaje urbanístico de la ciudad”.
Un escultura siempre polémica
Para los santacruceros siempre ha existido la dicotomía del reconocer la espectacularidad del monumento en sí como obra de arte, con su significado histórico inherente a la dictadura franquista. Una situación que ha generado numerosos conflictos de vandalismo contra la escultura a lo largo de los años, como el lanzamiento de pintura o la curiosa imagen que amaneció en octubre de 2019, cuando una bandera independentista de Cataluña -Estelada- tapaba la cara del ángel, coincidiendo con las protestas sociales de separatistas en Cataluña por las condenas de prisión en contra de líderes del movimiento independentista.
Más ideas para la sustitución
Javier Puelles comparte otras ideas que podrían encajar en este enclave visual de la capital de Tenerife. “Como hay unas especies de arquitecturas y obras en los árboles con pintores y artistas famosos, también podría ir algo en relación a eso, pero lo veo más débil de potencia. Un museo tendría que ser ligado o a la ciudad, o a lo que es Almeida.
Con un perfil más rompedor, a Puelles se le ocurre la posibilidad de incorporar “un restaurante panorámico con el agua debajo, aunque como es un espacio público destinado a un monumento, ya los ciudadanos lo asocian a visualizarlo mientras transcurres en coche”, aunque sigue pensando que por esa idea de “reivindicar un poco el sufrimiento que hemos pasado con esta pandemia y de elogiar a todas estas personas que han luchado, creo que podría ser un buen motivo, pero sin ofender a nadie por supuesto, un monumento conmemorativo. Se me ocurren varios diseños”, finaliza.
Los cambios en la ciudad
“Los perfiles de las ciudades cambian. El urbanismo es mutable”, asegura Alfonso Ruiz. “A veces por motivos históricos, como guerras; a veces por un atentado que destruye las Torres Gemelas; o a veces cambia porque se decide cambiar”, añade.
Además, el Decano de Bellas Artes indica que “hay miles de cosas que configuran el paisaje de una ciudad. Empeñarse en una en concreto, que encima hay gente que no quiere ni verla y gente que dice que no tiene ningún valor… Yo creo que no es más que una cuestión de nostalgia y hay que pasar página”.
Por ello, sentencia que lo que hace falta con el monumento a Franco “es ponerlo en algún sitio donde pedagógicamente sirva para lo que tiene que servir, como un resto de una época pasada donde se puede encontrar cosas donde haga falta”.