Herencias, litigios e hipotecas: los escollos para demoler las 115 viviendas de La Candelaria

El ayuntamiento confía en que los propietarios que aun quedan dentro de las ruinosas viviendas puedan trasladarse antes de fin de año para derrumbar los bloques

Guardar

La trasera de uno de los bloques de Nuestra Señora de La Candelaria, utilizado como vertedero./ Álvaro Oliver (AH)
La trasera de uno de los bloques de Nuestra Señora de La Candelaria, utilizado como vertedero./ Álvaro Oliver (AH)

La demolición de las 115 viviendas del barrio de Nuestra Señora de La Candelaria, en Santa Cruz de Tenerife, se espera para final de año o, como tarde, comienzo de 2023, según ha explicado a Atlántico Hoy el concejal de Servicios Públicos y exconcejal de Urbanismo del consistorio, Carlos Tarife. La celeridad de la operación, no obstante, no depende del consistorio, sino de cuándo resuelvan los inquilinos los últimos trámites necesarios.

La situación y la imagen de los bloques es dramática desde hace dos décadas, cuando comenzaron a aparecer profundas grietas en las fachadas de los edificios que afectaron al interior de las vivendas, provocando humedades y peligrosos desprendimientos. En su momento, se anunció una futura rehabilitación incluida en el Plan de Vivienda de Canarias, pero los daños estructurales de los bloques eran demasiado grandes y se aconsejó su demolición.

Cartel que anunciaba la rehabilitación de las viviendas./ Álvaro Oliver (AH)
Cartel que anunciaba la rehabilitación de las viviendas./ Álvaro Oliver (AH)

Traslado a un nuevo edificio

De aquel plan de rehabilitación, que se tasó en algo más de 12 millones de euros, sólo queda un cartel corroído por las inclemencias del tiempo frente a unos edificios cada día más desvencijados. En diciembre de 2020, se adjudicó a la empresa Diggers S.L. la demolición de los edificios. Antes de comenzarla, había que relocalizar a los inquilinos, para lo que se erigió un nuevo bloque de 11 plantas de altura entre las calles Valle Inclán, Ortega y Gasset, Azorín y una peatonal de nueva ejecución. Hace poco más de un año, el 27 de julio de 2021, se entregaron las primeras 10 viviendas. Hace nueve días, el 25 de julio de 2022, se dieron otras tres llaves.

Entre la primera y la más reciente entrega en casi un año, ha habido 63 traslados desde los vejos y deteriorados bloques al nuevo y espacioso edificio. Candelaria, una de las vecinas que se mudaron primero, describió en una entrevista para Diario de Avisos el cambio como un paso "del infierno al cielo". Su casa se caía a pedazos. Las grietas cruzaban los muros; las humedades, mal disimuladas con muebles, maltrataban las paredes, ennegreciéndolas con moho cuando se secaban y desprendiendo un intenso olor a yeso mojado cuando el agua se filtraba por un nuevo tramo.

En las azoteas, el peligro por desprendimiento era real. Tanto que algunos vecinos preferían no subir a tender por miedo a que cualquier ráfaga de viento desprendiese un pedazo de cornisa o un trozo de pared pudiese caerse al apoyarse en él. 

El yugo y las flechas de la administración franquista aun se ve en los edificios./ ÁLvaro Oliver (AH)
El yugo y las flechas de la administración franquista aun se ve en los edificios./ ÁLvaro Oliver (AH)

La cara B

Los nuevos pisos, a apenas unos cientos de metros de las antiguas viviendas, no tienen parangón. De los 35 metros cuadrados de los viejos bloques levantados por la administración franquista en 1956, en los que aun están esculpidos el yugo y las flechas, a los 65 metros cuadrados de los pisos del nuevo edificio hay sólo una calle de por medio.

Pero la historia tiene una cara B. Por cada familia que sale de los antiguos bloques, el Ayuntamiento de Santa Cruz tapia las puertas y ventanas de todo el piso que sus habitantes dejan atrás para evitar que sea ocupado. Los edificios, ya destartalados de por sí, se asemejan cada día más a una ruina.

Las palomas anidan en los alfeizares tapiados, dejando todo lleno de plumón y excrementos. En lo que antes eran jardines con árboles y plantas, hoy sólo hay basura y tierra. Pero en los bloques siguen viviendo 52 familias a la espera de resolver trámites burocráticos que les permitan acceder a los nuevos pisos.

Palomas en los alfeizares de algunas ventanas./ Álvaro Oliver (AH)
Palomas en los alfeizares de algunas ventanas./ Álvaro Oliver (AH)
Uno de los patios de las viviendas, utilizado como basurero./ Álvaro Oliver (AH)
Uno de los patios de las viviendas, utilizado como basurero./ Álvaro Oliver (AH)

A la espera de trámites

No es una cuestión económica. Los vecinos tuvieron que abonar un 14% de los 8,8 millones de euros que costó la construcción del nuevo edificio y el Ayuntamiento de Santa Cruz abrió una línea de crédito para que las familias que no podían acceder a un préstamo bancario pudiesen costear el cambio.

Todas estas familias que aun no han podido trasladarse no han podido hacerlo por motivos ajenos al consistorio, según explica el concejal de Hacienda del ayuntamiento, Juan José Martínez, Atlántico Hoy, "ya sea porque están pendientes de herencias, en litigio sobre la propiedad o bien no han resuelto aun temas de traspaso de hipotecas". "Desde luego, no es una cuestión técnica ni administrativa", señala. 

Mientras resuelven sus trámites, algo que el ayuntamiento espera que ocurra en los próximos meses, la imagen es dantesca. Entre las ventanas cerradas con cemento y hormigón, aun asoman señales de lo que un día fueron estas 115 viviendas. Sábanas tendidas en algunas viviendas, calzado en el alfeizar de alguna ventana...

Unos tenis asoman por el alféizar de una de las ventanas que quedan todavía sin tapiar./ Álvaro Oliver (AH)
Unos tenis asoman por el alféizar de una de las ventanas que quedan todavía sin tapiar./ Álvaro Oliver (AH)

Carlos Tarife indica a este medio que espera poder trasladar pronto a estos vecinos a sus nuevos hogares y poder derrumbar definitivamente unos bloques que dan una "imagen tan pésima". Además, señala el concejal, en el solar que quede tras la demolición se hará una zona verde. "Aun no se ha planteado el proyecto", reconoce, pues otra de las opciones barajadas era la de crear un aparcamiento de más de 70 plazas para ayudar a descongestionar este distrito de la capital.

En cualquier caso, el edil es optimista en cuanto a los plazos. "Se está dando como se esperaba", explica. "Los traslados se van dando en forma de goteo", añade, de forma casi alegórica con los goteos en techos y paredes que los viejos bloques de protección oficial sufren desde hace 20 años, filtrados por las grietas que arañan los edificios hasta los cimientos.

Entrada al número 12 de los bloques de Nuestra Señora de La Candelaria./ Álvaro Oliver (AH)
Entrada al número 12 de los bloques de Nuestra Señora de La Candelaria./ Álvaro Oliver (AH)

 

Archivado en: