El vértigo, esa percepción de movimiento del entorno o de uno mismo, es un fenómeno que trasciende la simple incomodidad física para convertirse en un obstáculo importante para la calidad de vida y al mantenimiento del equilibrio, que es un sistema complejo de actos reflejos que tienen la finalidad de permitir mantener la posición erecta y evitar la caída.
Para entenderlo y abordarlo adecuadamente, es esencial diferenciarlo de otras afecciones como la acrofobia, el mareo, el desequilibrio o la cinetosis, cada una con sus características distintivas, pero igualmente impactantes.
Tipología
El vértigo no es una patología en sí misma, sino un síntoma que puede afectar a cualquier persona, aunque es más frecuente en la población mayor de 65 años. Su impacto en la calidad de vida puede ser considerable, a menudo tratándose como una enfermedad debido a sus repercusiones en la estabilidad emocional y física de quienes lo experimentan.
“La raíz del vértigo suele hallarse en el sistema vestibular del oído interno, donde fallos o enfermedades pueden desencadenar esta sensación de movimiento”, explica Esteban Pacheco, coordinador de la Unidad de Vértigo del Hospital Quirónsalud Tenerife.
El vértigo paroxístico posicional benigno es una de las formas más comunes, asociado a cambios posturales de la cabeza y de corta duración. Le siguen la migraña vestibular, la enfermedad de Ménière y la neuritis vestibular, cada una con sus propias características y desafíos.
Diversidad de tratamiento
El especialista enfatiza la importancia del diagnóstico y el tratamiento de los pacientes con vértigo. Desde su punto de vista, “los especialistas en Otorrinolaringología deben evaluar a fondo el sistema vestibular y el oído, donde está la causa más común de este síntoma y, en los casos que sea necesario, estudiar el caso con otros especialistas, pues su principal objetivo es ayudar al paciente para que sepa cuál es la causa de su vértigo, entienda por qué se produce y cómo puede mejorar”.
Los tratamientos para el vértigo pueden variar según la causa, pero el conocimiento y la comprensión de la enfermedad son elementos clave en todos los casos. Desde maniobras terapéuticas de reposición hasta cirugía, existen múltiples opciones que pueden adaptarse a las necesidades individuales de cada paciente. Sin embargo, el primer paso hacia la mejoría siempre es el entendimiento.