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Las técnicas de control del dolor evitan cirugías de hernias discales

El paso por el quirófano es la última opción para solucionar una patología que puede tener un origen físico, genético o degenerativo

Fernando Baquero

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Un hombre siente dolor en la espalda / FREEPIK
Un hombre siente dolor en la espalda / FREEPIK

A lo largo de su vida, entre el 30 y el 40% de la población sana recibirá un diagnóstico de hernia discal. Sin embargo, gracias a los avances en las técnicas de rehabilitación y al desarrollo de terapias de control del dolor, la gran mayoría de estas personas (en torno al 90%) no requieren una operación para resolver este problema de salud. Estas cifras destacan la importancia de un adecuado control del peso y un buen estado físico para prevenir la aparición de hernias discales.

El objetivo principal es evitar en la mayoría de los casos el ingreso en quirófano. “Intentamos que la mayoría de la gente con hernias de disco no se opere”, afirma el doctor Luis Pérez Orribo, neurocirujano en Quirónsalud Tenerife y Quirónsalud Costa Adeje. Según el especialista, el primer paso tras un diagnóstico de hernia discal es agotar todas las opciones conservadoras, como la rehabilitación y el control del dolor a través de bloqueos e infiltraciones.

Causas

La hernia discal es una afección que puede tener múltiples orígenes, desde problemas mecánicos como traumatismos, movimientos forzados de repetición, hasta un componente genético, pero el principal motivo por el que se produce es degenerativo. Con el tiempo las fibras de colágenos del anillo fibroso se van degenerando y pierden elasticidad, por lo que después de deformarse ya no son capaces de volver a su posición previa y poco a poco se van rompiendo.

Hay diversos factores de riesgo que pueden predisponer a su desarrollo. Entre ellos destacan los trabajos que involucran vibración, torsiones frecuentes y la carga repetida de pesos. Además, los factores psicosociales, como el estrés laboral o las condiciones emocionales adversas, pueden derivar en esta dolencia. Las condiciones físicas, como la debilidad muscular o la falta de flexibilidad, también pueden aumentar la vulnerabilidad a la hernia discal. Incluso los hábitos de vida desfavorables, como el tabaquismo y la obesidad, se relacionan con un mayor riesgo de desarrollar esta condición.

La importancia de la prevención

El doctor Pérez Orribo también señaló la importancia de estar atentos a cualquier síntoma para reducir las probabilidades de necesitar una cirugía. Para ello, compara la vida sedentaria actual con la de generaciones anteriores, que tenían una actividad física diaria significativa y una musculatura fuerte, lo que les protegía de este tipo de lesiones. “Llevamos vidas sedentarias que, en momentos puntuales, rompemos al realizar actividades deportivas o manipular pesos en casa, y es ahí donde suelen aparecer los problemas a nivel discal”, explica el neurocirujano.

Para evitar llegar a este punto, es fundamental no tener sobrepeso, mantener un buen estado físico, fortalecer la musculatura del tronco y reducir todo lo posible tener que manipular grandes pesos. “Nuestros abuelos y bisabuelos caminaban mucho y manipulaban pesos, lo que les daba una musculatura del tronco fuerte”, recuerda el doctor Pérez Orribo.

¿Cuándo pasar por el quirófano?

En la actualidad, apenas el 10% de las personas con hernias de disco terminan en quirófano. “Son aquellos que tienen una clínica neurológica o un déficit neurológico que les incapacita”, subraya el doctor. Estos pacientes suelen presentar un dolor intenso que persiste por más de 6-8 semanas, crisis de dolor incapacitantes, afectación de la fuerza en las piernas o problemas en la función esfinteriana, o cuando la médula está comprometida.

A pesar de que la cirugía es la última opción, cuando se realiza, se hace en un entorno de máxima seguridad y con resultados muy positivos. “Los pacientes se levantan al día siguiente y a las 48 horas pueden irse de alta”, destacó el neurocirujano.

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