La expectativa de sentarse en el restaurante junto a una buena compañía y la posibilidad de una grata velada gastronómica es algo que alienta a cualquiera. Qué agradable sentarse a la mesa y desenvolver la servilleta. Sirven la copa de vino y… ¡puede que usted ya se quiera levantar ante esta secuencia de platos que hoy proponemos, quizá no tan apetecibles desde la referencia de la normalidad!Ahí les dejamos con unos cuantos con los que se podrían topar, a cual menos apetitoso:Comer insectos es una práctica usual en algunas latitudes y se refuerza por una sólida vinculación cultural. ¿Apetece probar alacrán o escorpión? Si damos un toque más refinado, el animalito puede rematar un arroz blanco pero si vamos más en plan callejero por qué no una brocheta en los mercados nocturnos de Pekín o Shanghái. El gusto se parece bastante al de las palomitas de maíz. Los podrás ver vivitos y coleando pero en la freidora ya se mata convenientemente el veneno.Común en Filipinas, el huevo balluto consiste en tomarse un feto desarrollado de pato hervido. El pollo ronda los 18 días y así el comensal engullirá huevo, animalito y plumas, además del pico. Siguiendo con los huevos, el denominado Centenario, de China, de pato, gallina o de codorniz se somete a un fermentado durante semanas o meses en una mezcla de arcilla, cal, cenizas, cáscara de arroz, sal y té negro. Prueben, que para gustos hay colores.Puede que ni el vegano más irreductible quedara impasible en esta mesa de rarezas coquinarias para tomarse un tofu maloliente, en Taiwán, una pieza de sushi fermentada de un potente olor y gusto. No mejor lo tienen muchos ante un casu marzu o queso podrido, de la isla de Cerdeña y también en la vecina Córcega.Está lleno de larvas vivas de mosca que intensifican su fermentación y éstas se convierten en gusanos de color semi transparente. Quizás para mitigar la impresión pudiera valer un grillo de las variedades tan ricas que existen en algunos países orientales y que se sirven como apreciado snack, en Tailandia, por ejemplo.Vayamos, para aminorar pulsaciones, a las ancas de rana, tan típicas y curiosas, y consideradas una delicatessen de la cocina española, pero también en Francia, China, México, Portugal, Grecia y hasta de Estados Unidos. A no pocos comensales, por mucha finura que tenga su sabor, les impresiona ver en el plato las patas traseras con las que no todo el mundo se chupa los dedos.Aunque para, digamos, ‘rockeros’ de la gastronomía, por qué no dar cuenta de una nutrida ración de… tarántulas fritas de Camboya. Crujientes van a estar, desde luego, y una vez pasadas por aceite y ajo se les adereza con zumo de lima y salsa de pimienta. Ojo que se come todo.Que hablando de ojos quizá sea el instante idóneo para disfrutar de unos sabrosos ojos de atún. Se trata de una delicadeza culinaria en China y en Japón que aportan ese tipo de singular sabor conocido como umami.Si aún a estas alturas se sigue con apetito, de China, Camboya y ciertas zonas de Tailandia muy bien podemos rematar el banquete con unas brochetas de ciempiés: pura proteína, vitaminas y minerales.