Uno de los aspectos más complejos de las relaciones humanas son los egos y en los equipos de trabajo, sobre todo si tenemos aspiraciones de liderar algún día o ya lo estamos haciendo, es necesario saber gestionarlos. El ego es, en pocas palabras, la percepción de uno mismo con respecto al mundo, pero también puede tener que ver con condicionantes educativos que nos llevan a adoptar una visión rígida de nosotros mismos y de nuestro lugar en la vida. Los expertos nos enseñan que una percepción rígida del ego anula la esencia de cada persona. Es importante comprender que todos los seres humanos tenemos un ego y estos se manifiestan particularmente en las organizaciones por grupos, ya sea en la familia, en el trabajo o en nuestro entorno social. El ego puede estar relacionado, en su aspecto más negativo, con el miedo o la amenaza hacia el estatus que creemos tener dentro de un grupo. Pero también puede tener connotaciones positivas como, por ejemplo, hacerte consciente de tu propio talento y de tu valor en un equipo de trabajo. Por lo tanto, podemos llegar a la conclusión de que el ego no es bueno ni malo, sencillamente es una parte más de la naturaleza humana que debemos aprender a observar, no solo en los demás, sino también en nosotros mismos. Resulta muy interesante para cualquier líder con responsabilidad hacia un grupo de personas, saber gestionar su propio ego y que este no interfiera en el día a día. Desde luego, con los egos fuera, el liderazgo será mucho más limpio y probablemente, también será más pacífico. Es también labor de un líder entender la personalidad y preocupaciones de su equipo, siempre para fomentar el ambiente adecuado, mediante el que se podrán alcanzar los objetivos marcados. Una forma muy afectiva de lidiar con los egos en el trabajo es entender las motivaciones de cada trabajador y que ellos tengan una idea muy clara de cuál es la labor que desempeñan en la empresa. La gestión del trabajo debe estar enfocada en repartir tareas y funciones, para que cada trabajador desarrolle su parte del trabajo de forma satisfactoria para con el proyecto. Si colocamos una misión y el propio proyecto por encima del equipo, es incluso más fácil lidiar y gestionar el ego. Quizá esta es la parte más importante del proceso de una empresa: definir cuál es la misión hacia los clientes y hacia la sociedad. Las empresas que han encontrado este gran propósito son las que han conseguido triunfar y adaptarse a una sociedad cambiante, porque el foco siempre ha estado puesto en la gente y en los servicios o productos que se ofrecen. Te animamos a que encuentres tu propósito y a aprender que el ego no es necesariamente malo, sino que debe ser conducido en la dirección adecuada.