El cáncer de mama es el tipo de tumor más común en Canarias, junto con el colorrectal, y representa la principal causa de muerte por cáncer en mujeres en el archipiélago. Aunque afecta principalmente a pacientes de entre 50 y 69 años, una de cada cinco pacientes es menor de 50.
Ante la detección temprana de cualquier irregularidad, el diagnóstico precoz es clave para mejorar el pronóstico y el tratamiento de esta enfermedad.
Autoexploración y control médico
Es fundamental que las mujeres asuman un rol activo en su salud mamaria. Según especialistas, el primer paso es la autoexploración mensual, realizada preferentemente después de la menstruación. “Al observarse en el espejo con los brazos elevados, se debe revisar cualquier cambio en la forma o coloración de las mamas. Después, al tacto y dividida en cuadrantes, se palpa cada área de la mama en busca de bultos o durezas”, explica el doctor Manuel Machado, Responsable del Área de Diagnóstico por la Imagen de la Unidad de Mama del Hospital Quirónsalud Tenerife.
Ante cualquier hallazgo, es necesario consultar a un ginecólogo y seguir las recomendaciones de pruebas diagnósticas, como mamografías y ecografías. Aunque los programas de cribado suelen comenzar a los 50 años, en algunas consultas se inician a los 40, ajustando la frecuencia según el historial médico de cada paciente.
“La mamografía es el método estándar para detectar el cáncer de mama en sus primeras etapas. La ecografía complementa este análisis, especialmente en mamas densas, mientras que la resonancia magnética es útil en casos de alto riesgo o cuando otros estudios no son concluyentes”, aclara el especialista.
Tratamiento personalizado
El tratamiento del cáncer de mama incluye opciones como cirugía, quimioterapia, inmunoterapia y hormonoterapia, adaptadas a cada paciente.
Además, los especialistas destacan los beneficios de la cirugía conservadora o de la reconstrucción mamaria cuando es necesaria la mastectomía, un proceso que impacta favorablemente en la salud física y emocional.
Factores de riesgo
Aunque la edad es un factor determinante —la mayoría de los casos ocurre en mayores de 50 años—, hasta el 23% de los diagnósticos en España son en menores de 50 años.
Los antecedentes familiares, mutaciones genéticas y el tejido mamario denso también aumentan el riesgo, al igual que otros factores como la obesidad, el sedentarismo, el consumo de alcohol y tabaco, y el estrés crónico. La actividad física regular y la dieta mediterránea, en cambio, contribuyen a reducir el riesgo.