La física también sirve para explicar un mundo de ideas como la política. La ley de la impenatribilidad, por ejemplo, enuncia que ningún cuerpo puede ocupar al mismo tiempo el lugar de otro. Esa norma retrata bien lo que ocurre estos días en Senegal. Allí, el presidente de la república —Macky Sall— se ha saltado todos los preceptos constitucionales para continuar en el poder: ha retrasado, después del encarcelamiento de varios candidatos de la oposición, la celebración de las elecciones presidenciales hasta dentro de 10 meses. El asunto, por mucho que coalición gubernamental al mando del país lo quiera edulcorar, está claro: donde se da un golpe de Estado no hay lugar para la democracia. Es una simple cuestión de impenatribilidad.
La decisión de Macky Sall, que no se puede presentar a la reelección para un tercer mandato, ha agitado a Senegal. Este martes, en la capital del país —Dakar—, varios líderes de la oposición hicieron un llamamiento a la "desobediencia civil", después de que la Asamblea Nacional del país aprobara la noche del lunes el aplazamiento de las elecciones presidenciales hasta el próximo 15 de diciembre. La jugada del presidente contó con el voto favorable de 105 de 165 parlamentarios después de un acalorado debate en el que miembros de la Gendarmería expulsaran del edificio a varios de los diputados que protestaban contra el retraso de los comicios.
Francia y el Sahel
La crisis abierta en Dakar hace temblar a Canarias. El último precedente así lo certifica. En 2023 llegaron al Archipiélago 39.910 migrantes. Entre el 1 de enero y el 31 de mayo alcanzaron las Islas 4.406 personas en 99 embarcaciones; el resto, más de 35.000, lo hizo a partir del 1 de junio, coincidiendo con el estallido social y político que agitó Senegal tras la detención de Ousmane Sonko —líder del partido Patriotas de Senegal por la Ética, el Trabajo y la Fraternidad (Pastef)—.
La figura de Sonko es una pieza clave para entender el momento actual de Senegal, la salida en cayuco de miles de jóvenes y la influencia de Francia en una zona tan delicada como el Sahel. Encarcelado desde verano del año pasado acusado de violación, su partido, el Pastef, ha calado entre la juventud con un poderoso discurso anticolonial y antisistema en un momento en el que Malí, Burkina Faso y Níger —tras tres golpes de Estado— han expulsado a las tropas francesas de sus territorios, han abierto las puertas a la Rusia de Putin y han anunciado su renuncia al franco CFA como moneda.
Tirón popular
Ese impulso del líder del Pastef entre los jóvenes, pesa a su salida masiva en cayucos rumbo a Canarias durante los últimos meses, había desatado pavor entre la coalición gubernamental —Benno Bokk Yakaar—. El apoyo de Sonko, desde la cárcel, a la candidatura liderada por Bassirou Diomaye Faye se antojaba que podría ser decisivo —por su tirón popular— en las elecciones que se iban a celebrar el 25 de febrero y en las que el candidato apoyado por Sall y sus socios —Amadou Ba, actual primer ministro— era un tecnócrata con poco carisma.
Para consumar este desorden democrático, Sall, además, ha contado con la colaboración de Karim Wade —candidato del Partido Democrático Senegalés (PDS) e hijo del expresidente Abdoulaye Wade—. Ambos se han unido para intentar dar algo de formalizadad a este alzamiento y, de paso, frenar el posible avance del Pastef y otros grupos opositores, a los que califican como radicales.
Colaboración de Wade
La plancha de Wade, al igual que la de Sonko, también fue anulada por la justicia senegalesa. En su caso por tener la doble nacionalidad franco-senegalesa en el momento de presentar su candidatura, circunstancia prohibida en la Constitución. El líder del PDS recurrió su exclusión y Sall utilizó ese movimiento para generar dudas sobre los tribunales superiores del país al acusar a varios jueces de corrupción. Ese ha sido el argumento que ha utilizado para retrasar diez meses las elecciones presidenciales y mantenerse —más allá de lo que establece la legislación vigente— en el poder.
"La población senegalesa tiene que resistir y mantener una postura de desobediencia civil frente (a las intenciones) de un tercer mandato por parte del presidente (de Senegal), Macky Sall, algo que prohíbe la Constitución", aseguró a la Agencia Efe durante una reunión de la cúpula de Pastef el diputado Guy Marius Sagna, quien este lunes interrumpió la votación de la Asamblea Nacional hasta su desalojo por la Policía. Para este lesgislador, "sólo el Consejo Constitucional tiene la posibilidad de aplazar unas elecciones presidenciales".
Ex primera ministra detenida
En similares términos se expresó a Efe la ex primera ministra Aminata Touré, asistente también a la reunión opositora celebrada en la capital senegalesa. "Senegal es conocido en el África del Oeste como el país más estable, el más democrático. Desde su independencia no ha conocido un golpe de Estado. Sin embargo, desgraciadamente, desde que al presidente Sall se le metió en la cabeza un tercer mandato hemos vivido una regresión democrática", aseguró Touré, detenida durante unas horas en las primeras protestas por el aplazamiento electoral.
“La comunidad internacional debe llamar al orden al presidente Sall y sancionarle. Igual que sanciona a aquellos mandatarios que hacen golpes de Estado militares, debe hacerlo frente a aquellos que hacen golpes de Estado constitucionales”, añadió la ex primera ministra.
El aplazamiento de las elecciones, anunciado por Sall el pasado sábado, desató fuertes protestas en las calles, a menudo dispersadas por la Policía, que empleó gases lacrimógenos. Además, el Gobierno cortó este lunes las conexiones de internet móvil, en medio de un clima de tensiones políticas crecientes.