Un día, tal vez harto de tener que enfrentarse siempre a la misma pregunta, George Mallory tiró de lógica aplastante para ofrecer una respuesta con la que zanjar tanta curiosidad ajena. Cuestionado una y otra vez que por qué escalaba montañas, el explorador británico fue sutil, conciso y severo. Todo de golpe, repartido en tres palabras: “Porque están ahí”, contestó. Mariano Hernández Zapata, consejero de Transición Ecológica y Energía del Gobierno de Canarias —por la cuota del Partido Popular dentro del Ejecutivo regional—, debe tener algo de George Mallory. Afronta los desafíos que se cruzan en su camino, ya sea su carrera política o un Ironman 70.3, con la confianza del que sabe que la vida, en buena medida, va de superar obstáculos por una sencilla razón que no tiene mucha ciencia: “Porque están ahí”.
Las dificultades marcan nuestra existencia. Sobre todo la capacidad para hacerles frente. Hernández Zapata lo sabe bien. Un día, el 19 de septiembre de 2021, sobre las 15.10 horas, la tierra se rasgó en La Palma y mostró lo que guarda en sus entrañas. Fue en Cumbre Vieja, en el camino de Cabeza de Vaca, un paraje elegido muchas veces por el propio político para entrenar. La lava brotó del corazón de la isla y durante 85 días un volcán, que no paró de rugir y vomitar fuego como un viejo dragón endemoniado, se levantó sobre esa zona y cambió la vida de miles de familias. Hernández Zapata, entonces, era presidente del Cabildo palmero y le tocó lidiar con la gestión de esa crisis.
Pacto antinatura en lo ideológico
El volcán le puso bajo el foco. Tanto que muchos, sobre todo los menos atentos a la política local y otros que aprendieron a situar la isla en el mapa, descubrieron que el gobierno insular de La Palma se sostenía sobre un pacto antinatura en lo ideológico: el Partido Popular (PP), con Hernández Zapata al frente, presidía la corporación con el apoyo del PSOE —alianza bendecida por los popes locales de ambas organizaciones: Asier Antona y Anselmo Pestana—. Algunos, incluso, se llevaron las manos a la cabeza al ver su buena sintonía con Ángel Víctor Torres —socialista y presidente del Gobierno de Canarias— y luego cortocircuitaron cuando ambos, durante una rueda de prensa, se repartieron gestos de apoyo y afecto en los peores momentos de la erupción.
La crisis provocada por el volcán llevó a Hernández Zapata por diferentes estados de valoración pública durante casi tres meses. Fue elogiado por la coordinación entre las administraciones públicas por el desalojo de personas y ganado durante las horas previas y los instantes iniciales de la erupción; fue ensalzado por sus intervenciones al explicar qué sucedía y cuáles eran los pasos que se iban a dar para hacer frente a la destrucción provocada por la lava; y fue señalado como uno de los responsables de las promesas incumplidas a los afectados cuando el volcán decidió amodorrarse después de tanta devastación.
Revolcón en las urnas
El volcán y su gestión, al final, pasaron factura al PP y a Hernández Zapata en La Palma. Así, al menos, lo dejaron patente los habitantes de la isla en las urnas. La lista que lideró Hernández Zapata para presidir el Cabildo perdió más de dos mil votos (2.095) respecto a los comicios de 2019. Ese palo despejó el camino de Coalición Canaria hacia la mayoría absoluta en la corporación insular. El castigo también fue evidente en Los Llanos de Aridane y El Paso, los dos municipios más afectados por la erupción de Tajogaite. En el primero, el hogar del propio Hernández Zapata, se dejaron por el camino 1.419 votos y tres concejales; en el segundo sólo recibieron 585 apoyos. —para obtener un sólo acta—.
El revolcón electoral no supuso un paso atrás para Hernández Zapata. En la política, a veces, toca el Gordo sin tener un solo décimo en la cartera. Paradojas de la aritmética, que la noche del 28M plantó la semilla para que brotara una alianza entre Coalición Canaria y Partido Popular con un solo fin: asaltar el Gobierno autonómico tras cuatro años de Pacto de las Flores —la suma de PSOE, Nueva Canarias, Podemos y ASG—. Su nombre fue de los primeros en aparecer en las quinielas de candidatos a consejero y siempre ligado a Transición Ecológica y Energía.
Emergencia energética
Hijo de una auxiliar de farmacia y un empresario, licenciado en Economía por la Universidad de La Laguna, becario en el departamento de compras y contrataciones en Repsol y con pasado en el sector financiero —cajero en Banca March y gerente comercial en Caja Rural—, su carrera política, a pesar de su juventud —calza 41 años—, Hernández Zapata ha transitado por casi todos los niveles de la política desde 2011. Fue concejal en Los Llanos de Aridane, consejero y presidente del Cabildo de La Palma y senador en Madrid antes de que Fernando Clavijo lo eligiera este verano para ocupar, como se había deslizado durante semanas, la consejería de Transición Ecológica y Energía.
Nada más asumir el cargo tuvo que hacer frente a otra crisis, el apagón energético de Endesa en La Gomera, un brete que destapó las miserias de la compañía en Canarias: falta de inversión en las Islas con la mitad de los generadores del Archipiélago por encima de su vida útil desde 2020. Esta vez el problema no ha pillado a Hernández Zapata con la guardia baja o con el paso cambiado: ha liderado, desde el Ejecutivo regional, la declaración de emergencia energética en Canarias y se ha plantado en Madrid para atar el compromiso del Estado para renovar los equipos, evitar más apagones y empezar a despejar el camino a las renovables.
Urgencia en las decisiones
A Hernández Zapata, como al resto del Gobierno de Canarias, le mueve la urgencia de tomar decisiones. Hay prisa por poner en marcha un reloj que se detuvo —consideran— en 2019. Hay premura por marcar diferencias con el anterior Ejecutivo regional. Hay apremio por demostrar que las Islas están huérfanas del cariño del Estado. Hay convencimiento para dar esos pasos y no hay complejos en su ejecución.
Lo ha demostrado Hernández Zapata al anunciar que Cuna del Alma tendrá una segunda oportunidad o la necesidad de “bajar a la tierra” la Ley de Cambio Climática aprobada por el Parlamento autonómico en la anterior legislatura.
Afrontar esos retos políticos o participar en un Ironman 70.3, competición de resistencia compuesta por tres pruebas —1,9 kilómetros de natación, 70 kilómetros en bicicleta y 21 kilómetros (un medio maratón) de carrera a pie—, debe imponer menos cuando te has enfrentado a un volcán. Después de todo, como sabe Mariano Hernández Zapata, ante los desafíos que te pone delante la vida, ya sea una emergencia energética, el expediente de un proyecto turístico o combatir el cambio climático, basta aplicar la lógica de Mallory para superarlos: “Porque están ahí”. No tiene mucha más ciencia.