El pasado 4 de junio -apenas una semana después de una entrevista a Atlántico Hoy-, Juan Antonio Rojas sufrió un vuelco inesperado en su vida. Un golpe frontal a su línea vital de flotación por la que el capitán de la marina mercante ha tenido que navegar a contracorriente hasta llegar al mar en calma.
Fue el día en el que, a raíz de un chequeo rutinario y anual, se le detectó que tenía leucemia. De un día para otro. Sin embargo, dentro de la mala suerte de sufrir la grave enfermedad, Rojas, diputado del PP en el Congreso, gano la lotería -como él mismo relata- con la compatibilidad 100% de su hermana para la donación de médula ósea.
Ahora, cuatro meses después del trasplante, que se dio en el mes de agosto, el político tinerfeño continúa su proceso de recuperación bajo el control del Hospital Doctor Negrín en Las Palmas de Gran Canaria, donde fue el trasplante, con la mira puesta en volver a su vida profesional, pero sin prisas y valorando cada segundo, porque "el tiempo no se recupera".
Pregunta: ¿Cómo está siendo la vuelta a la vida pública y el trabajo?
Respuesta: La verdad es que en ningún momento dejé totalmente el contacto, porque evidentemente yo he tenido que seguir telemáticamente votando las iniciativas del Congreso, y no he dejado de votar ni una sola vez. Aparte de eso me he dedicado a hacer puzles de mil piezas porque yo soy un culo inquieto y siempre he tenido que estar ocupado en algo, aparte de alguna iniciativa, que siempre he seguido y preguntas escrita que seguido preguntando. Aparte de eso, todavía la vida pública digamos que tengo que ir poco a poco cogiendo otra vez la actividad, porque los médicos me han dicho que evite espacios de mucha gente... Un poco como la desescalada del COVID, tener cuidado. Por otro lado, contento porque quieras o no, el estar en una situación primero de incertidumbre, luego de fe, de esperanza, de verte recuperándote, a verte ya liberado de la posible enfermedad es un chute de energía. Y luego, la suerte que tuve, que es más que una lotería, de conseguir un donante, que en este caso es mi hermana, 100% compatible con mi médula ósea.
P: Muchos nos enteramos de su enfermedad por la publicación en redes sociales tres meses después de que le dieran el diagnóstico...
R: La publicación aquella la hice precisamente por eso, porque mucha gente no sabía que estaba pasando esta enfermedad. De una manera u otra quise, no fue obligado evidentemente, de un poco contar la experiencia, lo que estaba pasando y lo que tenía que seguir pasando.
P: ¿Se planteaba o le agobiaba esa sensación de que la gente no supiera de usted?
R: La verdad es que no me agobiaba, pero de alguna manera sentía la responsabilidad de contar qué estaba pasando, porque es verdad que recibí muchos mensajes de mucha gente echándome en falta. Evidentemente la gente que lo tenía que saber lo sabía, pero quien no preguntaba por mí. Llegó un punto en que digo que tengo la responsabilidad también de contarlo y no tenía ningún problema. No me estaba escondiendo, pero hay días que te levantas con más ganas, días con menos ganas y ya no solo es el contarlo, sino después tener el aluvión de mensajes que recibes cuando cuelgas esa comunicación también te agobia. Llegó un punto en el que tienes que estar respondiendo a mucha gente, como es lógico, y quiero agradecer el cariño y el apoyo que he recibido de muchísima gente, incluso con la que no hablaba o que estudié en el colegio, o que hacía muchísimos años que no tenía contacto. Y evidentemente el apoyo de mi familia, mi mujer y mis hijos fue fundamental.
P: ¿Cómo ha llevado esa montaña rusa de emociones?
R: La verdad es que la primera fase fue incertidumbre. Yo había escuchado muchas veces hablar del cáncer, de la leucemia, pero nunca entras en profundidad y hay muchas cosas que, por muy empático que tú seas, pasan de largo y no profundizas. Ahí es cuando se te viene el mundo encima, porque esa fase de incertidumbre de si esto se cura no se cura... Lo primero que se me viene a la cabeza son mis dos hijos, de cuatro y nueve años, y es una fase muy jodida porque es mucha incertidumbre. Van pasando los días, las semanas y los meses en esa fase, y si los tratamientos funcionan y van como tienen que ir. Además, te dicen que tienes una donante compatible, que es tu hermana, esa fase de incertidumbre pasa a una fase de fe, de esperanza. Que esto hay que lucharlo porque la cosa va mejorando y los datos te ayudan. Siempre estuve muy positivo.
P: ¿Tuvo miedo?
R: Sí. Las primeras semanas tenía miedo real, sobre todo por esa incertidumbre. Que no sabía y los médicos tampoco te podían decir, porque hay analíticas que tardan más que otras. Hasta que ya no se vio que la cosa iba bien había días que me levantaba con más miedo que otros.
P: ¿Le ha cambiado la vida el haber mirado de frente, en cierta manera, a la muerte?
R: Todos en determinado momento sabemos qué hacer y qué no hacer en el día a día de tu vida. Lo que pasa es que cuando no tienes ninguna presión detrás... Ya lo haré mañana. Yo me quedo con una frase, que es la que para mí resume mi pensamiento en este proceso: "El tiempo no se recupera". Yo puedo estar hoy 10 horas con mis hijos porque ayer no los pasé con ellos, pero lo que no pasé ayer no lo puedo recuperar. Yo creo que tengo una virtud y es que aíslo pensamientos. El pensamiento de que esto puede acabar en muerte yo lo tenía aislado, no lo pensaba. Como no lo pensaba me centraba en cada escalón. Creo que en una enfermedad que puede ser más o menos larga mi suerte es que he conseguido un donante y el proceso de recuperación ha sido muy rápido. En seis meses me lo han diagnosticado, me han hecho un trasplante que va funcionando y me estoy recuperando. Desgraciadamente, eso no lo puede decir todo el mundo. Yo he tenido mucha suerte, me ha sacado la lotería. En un proceso tan largo, como puede ser una enfermedad de cáncer del tipo que sea, no hay que mirar la escalera. Hay que mirar el escalón en el que está, porque si no te puede venir esa sensación de agobio. Tienes que conseguir el escalón en el que estás y luego ir avanzando. Si quieres mirar la escalera entera, te supone un esfuerzo mayor psicológicamente.
P: ¿Cuánto tiempo pasó desde que le detectan la enfermedad hasta que le operan?
R: Me lo detectan el 4 de junio y me hacen el trasplante el 26 de agosto. Es poco tiempo porque había un donante compatible y los primeros tratamientos funcionaron. Quiero decir, con los primeros ciclos de quimio la enfermedad remitió y entonces ahí te pueden hacer el trasplante. Si no remite no te pueden hacer el trasplante.
P: Cuando se entera de los resultados, ¿estabas solo? ¿Con su mujer?
R: Estaba con mi mujer, porque fuimos a ver los resultados juntos sin saber todavía la gravedad. Sabíamos que algo había, pero no que era eso.
P: ¿Cómo fue su primera reacción?
R: Fue un choque. Te invade una incertidumbre en ese momento y también a la vez un pensamiento de querer que a tu familia afecte lo menos posible. Es difícil de llevar.
P: ¿Lloró?
R: He llorado en varios momentos. No sé si en ese momento, pero he llorado en el proceso algunas veces. Por frustraciones, sentimientos encontrados... A veces he llorado de alegría, como cuando te dicen que la enfermedad está en remisión. Hay veces que lloras de impotencia y de tristeza porque también ves todo tu entorno. Echas de menos a tus hijos, que alguna vez vinieron al hospital a verme. No les explicamos qué es una leucemia, pero ellos sabían que yo estaba enfermo, que me estaba curando en el hospital y que estaba recibiendo medicina. Tú los veías también que no lo terminaban de asumir, pero lo llevaron bien. No les engañamos, pero tampoco queríamos que esto fuera un día a día para ellos. Hoy están todo el día abrazándome y besándome.
P: Antes de esto ya eran su prioridad, pero ahora, ¿lo son más todavía?
R: Sí. Antes eran mi prioridad, pero ahora ya no dudo en si voy a esto o a esto. Intentas vivir todos los momentos que puedas porque el tiempo no se recupera.
P: ¿Cuál fue su peor momento?
R: No tengo un momento concreto. Tengo varios momentos en los que se hace duro, porque cuando te estás recuperando estás viviendo fuera de tu casa y entre mi mujer y mi madre se turnaban porque yo no podía estar solo. Los niños iban los fines de semana... Al final llega un punto que todo el tema logístico desgasta.
P: ¿En qué punto se encuentra de la recuperación?
R: Tengo que volver en enero. Ahora los hematólogos van marcando los tiempos. Revisiones ahora es cada mes, luego cada tres meses, luego cada seis y luego cada año. Y a los 5 años, si todo ha ido bien, digamos que te dan por curado.
P: ¿Pasar la enfermedad le ayudará en lo profesional?
R: Yo creo que me ayuda a tener más determinación, a tener las cosas más claras. A no andar con tanto rodeo. Es esto de que el tiempo no se recupera.
P: ¿Cuándo podrá volver a su escaño en el Congreso de los Diputados?
R: Pues en base a lo que me vayan diciendo los médicos. En principio tenemos como posibilidad marzo, porque ahora tengo que hacer un calendario vacunal como si fuera un bebé. Tengo que empezar de cero a vacunarme. Hasta que no empiece ese calendario vacunal me recomiendan que no vaya a los viajes y que no ande en sitios con mucha gente. Esa es la primera frontera, pero bueno, en Madrid los tengo a todos ya un poco locos con cosas.
P: ¿Echa de menos el Congreso?
R: Echo de menos a los compañeros y las rutinas, pero la bronca del Congreso no lo ha hecho de menos. Pero sí echo de menos esa rutina, defender las iniciativas que presentan... Además, es como si no lo hubiera dejado, porque cualquier televisión que pongas tienes la bronca en la tele.
P: ¿Veía las sesiones?
R: Muchas los veía, otros hay veces que dependiendo del día, no, pero normalmente los veía hasta por el canal interno del Congreso.
P: ¿Estas navidades como de especiales van a ser?
Dentro de no andar con mucha gente, lo más familiares que podamos. Evidentemente pasarlo lo mejor posible, porque como decíamos antes, el tiempo no se recupera.