El presidente del Cabildo de Tenerife y candidato a la reelección por el PSOE, Pedro Martín, es perro viejo. Veía claro lo que podía suceder y, adelantándose a la jugada, fue taxativo.
Hace poco más de una semana aseguró que se encontraba mucho más cerca del Partido Popular que de Coalición Canaria, una declaración sustentada en su pacto para los presupuestos insulares de 2023 con la connivencia del PP, en el que los guiños a las políticas liberales de los populares avanzaban una situación que este 28 de mayo se ha confirmado.
La demoscopia no falló en la corporación insular, como en tantas otras plazas del Archipiélago. El PSOE, con el 99% de los votos escrutados, es el partido más votado en Tenerife. Con once representantes supera por unos cuantos sufragios, no muchos, a la candidatura de la nacionalista Rosa Dávila, que se hace con diez. Aunque cuidado, que faltan los votos por correo y Sudamérica es históricamente bastión coalicionero.
Por habitual no deja de ser curioso que en estas circunstancias sea la candidatura del PP, liderada por Lope Afonso, la que haya ganado más enteros. Permanece como tercera fuerza, pero su subida es muy significativa en apoyos. A priori suficiente para considerarle el gran triunfador de la noche, pero la foto fija en el Parlamento de Canarias le posiciona en un dicotómico escenario en el que el mejor negociador se llevará el gato al agua.
El PP, socio necesario
Como en una buena pirámide (política) el pronosticado drama socialista comenzó esta noche en el Parlamento de Canarias, pero tiene su reflejo inmediato en cabildos y una buena ristra de instituciones municipales.
Si nos ponemos tontos, dicha pirámide alcanza necesariamente a las más altas cotas de poder nacional, porque Pedro Sánchez tiene mucho que decir al respecto de los futuros pactos que se conformen después de este 28 de mayo, tanto en Canarias como en el resto del territorio.
En cenáculos y mentideros -Fernando Jáuregui dixit- se lleva meses hipotetizando sobre la posibilidad de un acuerdo de concentración que excluyese a Coalición Canaria, cuatro años más, del poder en el Archipiélago, lo que, según sus instigadores, podría llevar al ostracismo a los nacionalistas.
La campaña de Dávila
Esta opción, bien estudiada por el equipo de CC, hacía necesario superar en votos al PP para mantener la primacía de la derecha. Una derecha de la que Fernando Clavijo quiso renegar (“no soy de derechas, soy el único nacionalista”) en el debate de los candidatos al Parlamento de esta semana.
Prueba superada, al menos en sus principales bastiones (y de aquella manera): Cámara regional, Cabildo de Tenerife y Ayuntamiento de Santa Cruz. En ninguno de ellos fue la fuerza más votada, pero eso ahora mismo da igual, tal y como nos cuenta la hemeroteca.
La campaña de Rosa Dávila rayó a gran altura y eso es innegable. Buenas formas, sensibilidad con lo acontecido y un par de errores del gobierno de Pedro Martín bien aprovechados por los nacionalistas, dígase Cuna del Alma, Fonsalía, el tren del sur y, sobre todo -por la cantidad de votos que arrastra-, la eliminación del programa Ansina para mayores de la isla, que hasta el día de hoy no pudo contrarrestar el Ejecutivo insular pese a sus esfuerzos.
Subida del PP
La vuelta de Lope Afonso, exalcalde del Puerto de la Cruz, a la primera línea, aunque insuficiente según el escrutinio, no pudo ser más positiva para los populares. Pasan de cuatro a siete representantes, dan carpetazo a Ciudadanos y se configuran como la única opción para cualquier acuerdo futuro por el que pase VOX, que, contra muchos pronósticos, entrará en la institución insular con dos consejeros a los que habrá que conocer, al menos sus nombres, para buscarlos en Google.
Desaparece Podemos además, lo que deja al PSOE, como sucede en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, como la única opción de izquierdas en la institución cabildicia.
¿Qué puede hacer entonces el actual presidente Pedro Martín? Jugársela a un pacto con los populares. Una situación que, años ha, hubiera sido impensable pero que dada la configuración que han arrojado las urnas se convierte no solo en factible sino en estrictamente necesaria para conservar el poder acumulado en los últimos cuatro años.
Cual Sara Montiel esperará fumando Lope la pipa del acuerdo, porque en esta situación es él -si bien no solo él, y ahí está su drama- quien decidirá el futuro de la institución insular con más presupuesto de Canarias.
Desapariciones
No por conocido deja de ser noticia que Enrique Arriaga (Ciudadanos), el vicetodo de este mandato, se haya quedado fuera del cabildo. Su trabajo, sobreexpuesto quizás, durante estos cuatro años no ha sido suficiente para granjearse los suficientes apoyos y repetir en la corporación.
Sorprende también la salida de Unidas Podemos tras una legislatura convulsa en cuanto a los conflictos ecoambientales se refiere. Lo dicho: Cuna del Alma, Fonsalía, el tren del sur... que viene a demostrar, mal que les pese, que su oposición no ha sabido capitalizar ese supuesto malestar ciudadano respecto a infraestructuras para Tenerife que solo tiene partidarios y detractores.
Hipótesis
¿Ahora quién, si no soy yo? La victoria de Pedro Martín ha sido pírrica. Además Josefa Mesa, con quien permutó posiciones hace cuatro años, ha perdido adeptos en Guía de Isora. En aquel entonces se postuló Martín para ambas corporaciones y delegó en Mesa el poder de su municipio; en la actualidad podrían tener que conformarse, ambos, con estar en la oposición, un escenario que el socialista no ha encarado en casi treinta años de carrera política. Héctor Gómez al rescate.
Por ello parece lógico pensar, y volvemos al inicio, que buscará por todos los medios atraer al PP de Lope a su causa, una opción que pasa por el plácet de Ferraz y Génova -aquí no hay medianeros- y los acuerdos necesarios de su partido para que la victoria de Ángel Víctor Torres no sea en vano.