Hace unas semanas, durante un concierto de la Sinfónica de Los Ángeles en el Walt Disney Concert Hall, en el momento en que la orquesta culminaba el segundo movimiento de la 5ª sinfonía de Tchaikovsky, una mujer que ocupaba uno de los asientos de la platea tuvo un orgasmo. Eso, al menos cuentan algunas crónicas.
¿A qué viene, se preguntará usted, este detalle en un artículo sobre el debate televisivo celebrado este martes con cinco candidatos a la presidencia del Gobierno de Canarias? Pues por envidia, por pura envidia, confieso. Porque durante casi dos horas, entre mucho dato interpretado de manera interesada, algún reproche, varios chascarrillos, propuestas con poco contenido y omisiones escandalosas, ni Ángel Víctor Torres, ni Fernando Clavijo, ni Manuel Domínguez, ni Román Rodríguez ni Noemí Santana me tocaron la fibra.
La corrupción, fuera de escena
Admito que me asomé a la cita sin grandes esperanzas, pero en tiempos donde apelar a las emociones es casi dos veces más eficaz que presentar hechos concretos, esperaba encontrar algo más de chicha en el cuerpo a cuerpo cuando quedan cinco días para que los ciudadanos del Archipiélago pasen por las urnas.
Pobre de mí. En 110 minutos, en un debate estructurado en varios bloques —situación económica, políticas sociales, modelo de crecimiento, pactos, razones por las que quieren ser presidentes del Ejecutivo autonómico y minuto de oro—, curiosamente nadie tocó dos asuntos que han agitado la vida política de las Islas durante la última legislatura: el caso Mascarillas —trama en la que el Gobierno de Canarias pagó cuatro millones de euros por material sanitario que nunca recibió— y el caso Mediador —red presuntamente corrupta en la que varios cargos socialistas efectuaban mordidas a empresarios a cambio de atajos para lograr subvenciones o evitar multas—.
Emociones
Me sorprendió que Torres, Clavijo, Manuel Domínguez, Román o Noemí Santana se enredaran durante tantos minutos entre datos torturados al extremo para que confesaran lo que le convenía a cada uno de ellos según el momento. Fue un ejercicio de otro tiempo, de otra política.
En 2016, Donald Trump —y sus asesores— conquistaron la región no consciente del cerebro influida por las emociones porque, después de todo, entendieron que los seres humanos interpretan lo que oyen y lo que ven a través de una lente afectiva. En Canarias, en 2023, los candidatos a la presidencia mostraron números referentes al empleo, ofrecieron cifras sobre listas de espera sanitarias, sociosanitarias y de dependencia o discutieron sobre impuestos, turismo o REF, pero ninguno explicó cómo va a bajar el precio de la cesta de la compra o cómo amortiguar la subida de los tipos de interés en la economía de las familias. Las cosas del comer, básicamente, quedaron en suspenso.
El cerebro humano según Kahneman
Daniel Kahneman, psicólogo que ganó el Nobel de Economía, explica en sus estudios que el cerebro humano toma decisiones de dos formas diferentes: el sistema uno es rápido, intuitivo, emocional y eficiente en energía; el sistema dos es lento, lógico, racional y con un gasto energético desproporcionado.
Según esos parámetros, los líderes de PSOE, Coalición Canaria, Partido Popular, Nueva Canarias y Unidas Sí Podemos optaron este martes por el sistema dos determinado por Kahneman.
No muy lejos de allí, en La Gomera, Casimiro Curbelo —candidato a la presidencia de la Agrupación Socialista Gomera (ASG)—, conocedor de su fuerza a partir de la noche del 28M, seguro que se sintió rápido, intuitivo, emocional y eficiente en energía —sistema uno de Kahneman—. Es probable, incluso, que ni siquiera se sentara delante de la televisión para ver el debate. Y yo, por fantasear en una noche tan plomiza, hasta me lo imagino escuchando el segundo movimiento de la 5ª sinfonía de Tchaikovsky.