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Política

Antonio Morales: el Capitán Ecoisla que surgió de Agüimes

El presidente del Cabildo de Gran Canaria, isla que pilota con un plan muy definido, quiso ser periodista, estudió Geografía e Historia y fue alcalde durante 28 años seguidos de Agüimes, su lugar en el mundo

5 minutos

Antonio Morales por Farruqo.

Alemania. Años 20 del siglo pasado. La masa no lo sabe, pero vive un periodo entre guerras. Mientras unos —bendecidos por su apellido— alimentan a los nazis para provocar el siguiente conflicto y llenarse los bolsillos, otros se buscan la vida para restañar sus heridas y ver el siguiente amanecer. La historia de la humanidad. Ambos grupos, aunque se muevan en latitudes distintas y principios morales diferentes, sueñan. Entre unos y otros, en medio de ese abismo, suena la música. Son tiempos de cabaret, jazz, charleston. Todos bailan, disfrutan, gozan de los placeres más terrenales. La serie Babylon Berlín captura y recrea ese mundo con precisión y belleza. “Un día como el oro, en las venas 100.000 voltios, ¡Una noche como el terciopelo y la seda! Vida, ¿es esto sólo un sueño? Desearía que fuera verdad, aunque apenas puedo creerlo” recita un cantante antes de que los presentes se entregan a la danza y el club Moka Efti entre en ebullición con los primeros acordes de Ein Tag wie Gold.

Berlín y sus felices años 20 quedan lejos, pero la pregunta que se plantea en la canción Ein Tag wie Gold —vida, ¿es esto sólo un sueño?— ayuda a acercarse a Antonio Morales Méndez (Agüimes; 1956), aquel niño humilde al que movía la inquietud por superar la situación económica de su familia cuando estudiaba con los hermanos de La Salle; el joven que se licenció en Geografía e Historia por la Universidad de La Laguna porque la confirmación de su solicitud de becas para estudiar Periodismo en Madrid llegó tarde; el adulto que se comprometió, a través de la política con la recuperación de la democracia, para transformar la realidad de su pueblo y su comarca para construir Canarias; el alcalde que durante 28 años contó con el apoyo mayoritario de sus vecinos en una villa que dejó atrás el polvo, la miseria y el analfabetismo; el presidente del Cabildo empeñado en convertir Gran Canaria en un lugar mejor a partir de un nuevo modelo económico y social que rompa desigualdades, la implantación de la soberanía energética y las bases para la soberanía alimenticia.

Alma de periodista

Si Morales Méndez, entusiasta seguidor de los capítulos de Babylon Berlín, mirara hacia atrás y repasara su trayectoria, tal vez se podría plantear la cuestión —vida, ¿es esto sólo un sueño?— sobre la que gira el tema Ein Tag wie Gold. Criado en el casco histórico de Agüimes, alrededor de La Alameda, San Antón, El Barrio o la Iglesia, desarrolló su infancia a base de partidos de fútbol, subastados en El Capitán y las primeras lecturas en las bibliotecas. Formado en la escuela público, La Salle y el instituto Joaquín Artiles, es en la enseñanza donde alimenta sus inquietudes sociales y políticas. La muerte de su padre condicionó su juventud, periodo en el que comenzó a colaborar en la economía familiar para, como el mayor de tres hermanos, apuntalar la pensión de viudedad de su madre. Al mismo tiempo ya soñaba con ser periodista para seguir los pasos de Jesús Torbado —su libro Las corrupciones marcó a una generación que, en pleno franquismo, buscaba nuevos ideales y libertades—. 

El destino, por una cuestión de plazos burocráticos, truncó el sueño de Morales de ser periodista —aunque llegó a ejercer años después el como primer corresponsal en el Sureste de Canarias7, un periódico que en 1982 salió a la calle para sumar otra voz en un mercado copado, hasta ese momento, por las cabeceras de Prensa Canaria—. Los cinco años que estudió Geografía e Historia en La Laguna —donde se especializó en Historia del Arte— fue el único periodo de tiempo en el que no residió en Agüimes, un municipio —ya sea en Arinaga o en el caso histórico— que es su ancla en el mundo. Allí regresa todos los días, a sus raíces, como si fuese de la mano de las palabras del poeta Ángel Campos Pámpano, versos que utilizó el día que fue honrado como hijo predilecto de la villa: “Siento caer la luz/ no sé si dentro o fuera de mis ojos/pero sobre el mismo paisaje/ de infancia/ estremecido”.

28 años alcalde

De formación cristiana, marcada por sus valores, la política en el Sureste grancanario está definida durante la Transición por la presencia de Acción Católica y la fuerza embrionaria del nacionalismo canario. Uno de los partidos que surgió en ese caldo de ideas y esperanzas fue Roque Aguayro, formación a la que Morales se unió en su juventud con la vuelta de la democracia a España. En 1983, en las segundas elecciones locales, logró el acta de concejal. Cuatro años después fue elegido alcalde, condición que sus vecinos apoyaron de manera mayoritaria en 1991, 1995, 1999, 2003, 2004, 2008 y 2011. Durante 28 años su figura fue incuestionable para buena parte de un municipio que, a lo largo de casi tres décadas, viajó en la máquina del tiempo: atrás quedó el subdesarrollo de un lugar hipotecado —como Santa Lucía o Ingenio— a modelos económicos de otro siglo como el latifundio para convertirse en una comarca pujante, hogar de grandes empresas que ocupan el Polígono Industrial de Arinaga y con perspectiva a largo plazo vinculada al cambio climático y la utilización de energías limpias. 

Su manera de gobernar y sus amplias victorias electorales trascendieron más allá de los límites de Agüimes. No pasó desapercibida, por ejemplo, la norma municipal que implantó en 2001 para combatir el fracaso escolar. Aprobó una ordenanza que prohibía a los menores salir a la calle a partir de las once de la noche durante el curso —de domingo a jueves—. En caso de ser descubiertos sin la compañía de un adulto, la Policía Local tenía instrucciones de identificarles, informarles de la normativa e invitarles a regresar a su domicilio. Paralelamente, los agentes darían parte al Servicio de Atención al Menor, el cual, informaría a los padres para planificar la intervención que considerara más oportuna. Más allá de esa disposición, la gestión del municipio y su poso intelectual le convirtieron en el candidato ideal de Nueva Canarias para asaltar la presidencia del Cabildo de Gran Canaria en 2015.

Plan de isla

Morales no falló. Al primer intento accedió al cargo y desde el primer día empezó a ejecutar una batería de medidas bajo el paraguas de una idea que, con los años, se ha convertido en una marca reconocible: la ecoisla. Muchos, al principio, se tomaron a broma ese concepto vinculado a la sostenibilidad del territorio a partir del desarrollo de energías limpias, innovación, productos de kilómetro cero, etcétera. Hoy, casi diez años después, todos —desde la oposición hasta políticos de otras islas— admiten que Gran Canaria tiene un plan que transcurre camino de la soberanía energética con proyectos como el Salto de Chira-Soria o la implantación de los parques eólicos marinos —la isla será el primer lugar de España en el que operen—, la movilidad sostenible —con el proyecto del tren entre la capital y Maspalomas—, la defensa del territorio y el patrimonio —Guguy aspira a convertirse en Parque Nacional como Risco Caído alcanzó la condición de Patrimonio de la Humanidad— o la soberanía alimentaria. 

Los que lo menospreciaron por su tono de voz baja y amable y su condición de alcalde de pueblo erraron el tiro —o nunca leyeron Matar a un ruiseñor, detalle que les hace desconocer la integridad de Atticus Finch—. Poca broma con Morales, el Capitán Ecoisla que surgió de Agüimes.