La vida feliz de Miguel Rodríguez, el estibador que cambió el puerto por la pesca y el senderismo

El líder de los estibadores de Las Palmas recibe tras su jubilación el premio de la comunidad portuaria por sus 25 años de lucha sindical y los acuerdos que logró para mejorar las condiciones laborales del colectivo

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Miguel Rodríguez, premio Puerto de Las Palmas por su contribución a la paz social y la comunidad portuaria. / ATLÁNTICO HOY
Miguel Rodríguez, premio Puerto de Las Palmas por su contribución a la paz social y la comunidad portuaria. / ATLÁNTICO HOY

Miguel Rodríguez se ganó el cariño de casi todos en el Puerto de La Luz. Lo hizo sin renunciar a esa mirada fiera, tan del puerto y tan de los estibadores, un colectivo al que representó más de 25 años sin complejos, al más alto nivel, apretando el culo en los muelles y pisando la moqueta azul del ministerio siempre que fuera necesario.

Y no fueron pocas las veces que se plantó en Madrid con la coordinadora estatal para pelear desde Las Palmas por la dignidad de sus compañeros. Hasta cuatro acuerdos marco salieron adelante, alguno en condiciones dramáticas, como cuando el Estado aprovechó la liberalización del sector que exigía Europa para tratar de desorganizar al colectivo y acabar con su fortaleza en los puertos.

No lo consiguieron en Las Palmas ni en ningún otro puerto de España. Aquí siguen como los dejó Miguel, unidos en la Asociación Sindical de Estibadores Portuarios de Las Palmas (Asep), ahora liderados por Maximiliano Díaz, que fue su mano derecha siempre en las batallas.

Mérito

Esa contribución a la estabilidad laboral y la paz social es reconocida ahora por Fundación Puertos de Las Palmas, que este jueves le entrega uno de sus premios por los logros cosechados en todos esos años.

"Que los compañeros pusieran sus vidas y el futuro de la estiba en mis manos durante 27 años fue un honor y una responsabilidad altísima", confiesa Rodríguez, que ha cambiado los conflictos del puerto por el senderismo, la pesca y los paseos en moto.

Felicidad

Tiene 60 años, hace tres que se prejubiló y está "feliz, encantado de la vida, haciendo cosas de viejo", sin nostalgia de una etapa que considera "irreal", sobre todo por la "intensidad" con la que se sucedían las cosas: el batacazo del sector pesquero, el invento de la terminal de Opcsa, la crisis, la deuda y la liberalización de la estiba, la llegada de MSC y la reorganización de la terminal para atender buques más grandes con las nuevas grúas chinas...

El aruquense salió airoso de esas luchas por su habilidad natural para la negociación, la profesionalidad de su equipo y ese carisma que supo exhibir ante las cámaras para mantener a todo el colectivo unido, algo difícil de entender para cualquiera que no haya vivido la rudeza de las asambleas portuarias.

Unión y lealtad

Porque si de algo está orgulloso Miguel es de la "unión" y la "lealtad" de los estibadores, dos cualidades que han sido fundamentales para dejar a las nuevas generaciones "unas condiciones dignas de trabajo", destaca el viejo líder sindical. Porque con "unidad y capacidad de adaptación todo irá sobre ruedas", añade Rodríguez.

Y ahí está el siguiente reto que afronta el colectivo: adaptarse, como han hecho en el pasado, a los nuevo tráficos marítimos, como los megabuques que ya son tendencia en el transporte mundial de contenedores, o las operativas vinculadas al negocio de la energía eólica marina que están por llegar.

Descanso merecido

Eso sí: "el huevo que lo pelen otros", zanja, con cariño, Miguel Rodríguez, sabedor de la preparación de Maximiliano Díaz y de Pedro Cazón para liderar el colectivo y afrontar los retos que tienen por delante.

Para el veterano sindicalista, ahora, es tiempo de pesca, motos y excursiones a los faros que orientan a los barcos por el mundo.