Ya toca guardar el árbol, las luces y toda la decoración. La navidad ya acabó y ahora llega el turno de los disfraces, las pelucas y la purpurina. Una fecha que este año no es muy esperada por algunas personas de Las Palmas de Gran Canaria, en concreto los vecinos del barrio de La Isleta, a los que el Carnaval 2024 se les ha trasladado a las puertas de sus casas.
Los carnavales ya no se celebrarán en el Parque Santa Catalina como ha sido siempre. Ahora será la zona de La Isleta el lugar que acoja estas fiestas. Las obras del escenario continúan sin parar para tener todo listo para el pregón que será el 25 de enero. Juana y Victoria, vecinas del barrio, se toman un zumo tranquilas en una cafetería de la Plaza Ingeniero Manuel Becerra. Saben que esa tranquilidad durará poco: “Estamos temiendo que lleguen los carnavales”.
Tres problemas grandes
Los vecinos de La Isleta disfrutan de su mañana y hacen sus recados, como cualquier otro día. Sin embargo, es nombrar los carnavales y el ambiente se revuelve. Da igual a quién se le pregunte, el descontento vecinal es general y las preocupaciones se repiten. Para la población de este barrio, el tráfico, el ruido y la seguridad son los tres principales puntos que les quitan el sueño frente a la celebración de los carnavales.
Juana y Victoria viven en pleno meollo, muy cerca del escenario en el interior del Puerto y Manuel Becerra. Ambas son personas mayores y recalcan a Atlántico Hoy que la mayoría del barrio “ya tiene una edad”. Este mes de fiesta supone un terror para ellas e incluso se plantearon pasarlo fuera de sus casas. “Si tuviera dinero, alquilaría un piso para pasar el mes en otro lado”, afirma Victoria. “Me iría a Fuerteventura”, añade Juana.
"Va a ser una ratonera"
La movilidad es una de sus mayores preocupaciones. En Manuel Becerra tienen todas las guaguas a su disposición, pero al reservar esa zona para los conciertos y carnaval de día, los servicios de transporte se desplazarán. A Elena, otra vecina que se toma un café en la mesa de al lado, le parece inconcebible que “se cierre una estación de guaguas por unos carnavales”.
El tráfico de esa zona de la ciudad de por sí es un suplicio para la ciudadanía. Este hecho supone un empeoramiento para la vecindad del barrio y se preguntan dónde aparcará toda la gente, qué harán con los servicios de guaguas, cómo se desplazarán a sus trabajos, citas médicas, etc. “Esto es un istmo. Se va a convertir en una ratonera”, señala Magdalena, vecina que se dirigía a la farmacia al lado de la cafetería.
Ruidos y peleas
El problema del ruido no solo radica en el escenario - que a pesar de encontrarse dentro del puerto, sigue cercano a muchas viviendas de la zona -, sino a la idea de celebrar los conciertos y carnaval de día en Manuel Becerra, así como los los chiringays en la plaza de Los Patos en la calle Doctor Antonio Jorge Aguilar - cerca de la Fábrica de Hielo -. “Si los ponen ahí, todas las personas que vivan en el primero, tendrán el chiringuito en el salón de su casa”, apunta Magdalena.
Con ruido no se refieren solo a la música, sino a la escandalera de la gente y, sumándose a la seguridad, a las peleas que puedan formarse. Victoria expone que los carnavales suponen la “concentración de todas Las Palmas” y claro, eso es mucha gente. Todas las vecinas con las que este medio habló coinciden también en algo. Temen que la aglomeración de gente junto a las personas migrantes que residen en el Canarias 50 pueda llegar a ser un problema.
Vecinos cansados de tanta obra
Victoria, al igual que otros vecinos, han participado en una recogida de firmas para frenar la celebración de los carnavales en estas nuevas ubicaciones. No obstante, no le ven mucho futuro a que la situación cambie. “Ya han montado todo esto. De poco nos va a servir quejarnos. Ya no hay vuelta atrás”, sentencia la vecina, e incluso tiene la convicción de que a partir de ahora, todas las fiestas que se celebren en la ciudad, se harán ahí aprovechando la nueva construcción.
A los residentes de esta parte de Las Palmas de Gran Canaria se les ha sumado un poco todo. Con las obras de los carnavales, las de la MetroGuagua y las futuras reformas para solventar el tráfico en Belén María. Todos ellos, temas que les erizan los pelos y de los que podrían pasar hablando un buen rato. Juana solo espera que no se le caiga la casa a bajo con tanto trote.
La opinión de los negocios
Los pocos negocios de la plaza, en su mayoría cafeterías y bares, coinciden en que es una oportunidad, pues los carnavales traerán consigo a mucha clientela. Los empleados de El Kirshe se alegran de que suponga más trabajo, pero a la vez les da un poco de miedo afrontar tanta gente y ven un poco complicado el espacio habilitado para ello.
Aunque “como negocio está muy bien”, apunta Sarai, dueña de Like bar - ubicado en Manuel Becerra -, no sabe si compensa porque es “mucha batalla”. De aquí a que empiecen los carnavales tiene tiempo de pensarlo, ya que supone más horas de trabajo de las habituales, más personal y limpieza, pues “todo se queda lleno de mierda”.
Lo que sí tiene claro como camarera del barrio desde siempre que le ha otorgado la oportunidad de conocer a los vecinos y escuchar sus opiniones, atestigua que “todos están en contra” y no ha escuchado a ninguno a favor. A pesar de ello, comprende que se haga donde se haga, siempre van a haber quejas.