El presidente del Club Natación Metropole, Alberto Santana, califica la situación de la institución como crítica, pero asegura que no se va a llegar al punto de acogerse al concurso de acreedores, la última opción que la junta directiva maneja para hacer frente a los problemas económicos que ahogan desde hace años al histórico club de Las Palmas de Gran Canaria y que le ha llevado a ejecutar un ERE para 18 trabajadores.
"Si seguimos así no vamos a poder cubrir los pagos. Y el concurso de acreedores no es un derecho, es una obligación. Es nuestra responsabilidad estatutaria no poner en riesgo el patrimonio del club. Y si nosotros seguimos como estamos ahora sí que lo vamos a poner en riesgo", reconoce Santana a Atlántico Hoy. "Pero eso no va a pasar. Estoy convencido de que por mucho que lleguemos al límite, eso no va a pasar".
Cómo se ha llegado hasta aquí
La historia reciente del Metropole es la de un club cuyo modelo de negocio (o de funcionamiento, si se quiere) se ha visto superado por la competencia, tanto privada como pública, en las dos últimas décadas. La mayor parte de sus socios potenciales acuden ahora a franquicias de gimnasios e instalaciones municipales. La consecuencia es que los fieles al club son cada vez más escasos y de mayor edad. De los 7.500 socios que llegó a tener a finales de los 90 quedan menos de las mitad, unos unos 3.400. Y de esos, apróximadamente 10% está exentos de pagar la cuota por su antigüedad.
Mientras tanto, los costes no han bajado. Al contrario, sobre todo en el último año y medio, debido la inflación. "Abrir el club diariamente cuesta 9.000 euros. Venga una persona o vengan 5.000. El club tiene que estar impoluto: limpio, iluminado, la temperatura del agua, las canchas dispuestas, la cafetería abierta... Eso hay que mantenerlo. Y antes, quizás, en la abundancia no se palpaba tanto, pero ahora sí", dice Santana, que da detalles de la deuda: 800.000 euros con los acreedores y proveedores y 1,2 millones que el club viene arrastrando como fondo de maniobra negativo en la última década.
Su plan para salvar el club
Alberto Santana fue elegido presidente del Metropole en octubre de 2021 y tomó posesión en diciembre. Conocía de sobra la situación económica, pues había formado parte de la directiva saliente y había participado en la gestión durante la peor etapa de la pandemia, que empeoró aún más los problemas estructurales que arrastraba la entidad desde hacía años. Lo primero que hizo, cuenta, fue encargar una auditoría.
"El informe que se nos entregó fue sangrante", afirma. Ese informe señalaba que la parte más deficitaria del club era la deportiva. Y dentro de ella, el waterpolo. "Esa situación no la conocíamos. Conocíamos que estábamos mal, que las cuentas estaban en pérdidas, pero cuando llegas a sumar, cuando llegas a ver o detallar en qué partidas y qué coste, te permite tomar decisiones". Una de esas decisiones ha sido prescindir del equipo de waterpolo. A partir de ese análisis, la junta directiva propuso varias medidas, pero ninguna ha sido respaldada por los socios en las dos asambleas extraordinarias convocadas este año.
El waterpolo, lo más deficitario
Y así se llegó al verano, cuando la junta directiva decidió ejecutar un ERE para reducir la masa salarial y ajustar la plantilla a la realidad actual del club. "Teníamos personal con un coste salarial de cerca de 60.000 euros. No somos competitivos porque el resto de competidores se ajustan al convenio nacional de instalaciones deportivas. En algún caso, nuestros trabajadores cobran el doble. Yo no le discuto y nunca hemos discutido que no se lo merezcan. El convenio fue el que fue y el que ha hecho que mediante quinquenios o trienios se haya llegado hasta esos importes que habría que haber cortado antes", explica.
"Ha llegado un momento en que no queda otra que tomar una decisión que es puramente económica. Por ejemplo, el cese de la actividad de waterpolo, porque era la sección más deficitaria. Casi todas las secciones de agua son deficitarias, pero en concreto con el waterpolo estamos hablando de casi 140.000 euros anuales", señala Santana.
Pide un esfuerzo al socio
Ese ajuste de la plantilla (la propuesta inicial fue un ERE de 24 trabajadores y acabó siendo de 18) es solo una de las tres patas de su plan para salvar al Metropole, explica Santana. Las otras dos son los acreedores y proveedores y los socios, a los que pide hacer un esfuerzo: una derrama de 450 euros (cuando se planteó, en julio, era de 420) y una racionalización de las cuotas, que no es otra cosa que una subida (de 60 a 75 para las familias, que además tendrían que pagar cinco euros extra por hijo).
"Si los socios votan afirmativamente a estas medidas, en un mes estamos fuera de problemas", asegura Santana. Lo tiene muy difícil. Casi desde el principio de su mandato, un grupo de socios se ha organizado como oposición y ha logrado que sus propuestas no hayan salido adelante en las asambleas. Ese grupo, además, está promoviendo una moción de censura.
La oposición y la moción de censura
"Hay un núcleo de 120 socios que son los que han votado que no. Son los que han promovido esta moción de censura", dice Santana, que lamenta que hayan atacado su gestión casi desde que tomó posesión del cargo a finales de 2021 y les acusa de utilizar medias verdades para generar incertidumbre en el socio.
Esa plataforma contraria a la actual junta directiva presentó unas 500 firmas para poner en marcha la moción de censura. Los estatutos exigen que la apoye al menos el 10% de los socios, umbral que se superaría con esa cantidad. El club está analizando la validez de las firmas y, si hay suficientes válidas, se votaría la moción en asamblea. El grupo opositor necesitaría ganar la votación por mayoría simple para forzar las elecciones. La victoria de Santana en 2021 fue por solo once votos de ventaja, por lo que la división parece evidente.
Santana afirma que si esa moción prospera y hay nuenas elecciones, él será candidato de nuevo: "Si vamos a elecciones, yo me voy a presentar. Soy testarudo y tengo un equipo que me apoya. Lo fácil hubiera sido dar un paso a un lado con todo el ruido, el bullicio, la convulsión que hay en el club".