Puede que en Las Palmas de Gran Canaria no llueva mucho, a esta ciudad le caracteriza más su conocida panza de burro. No obstante, en el barrio de Guanarteme a veces caen del cielo piedras. Un muro en la calle Juan Manuel Durán se cae a cachos. Desgastado de la erosión, las piedras se desprenden del cemento comido y suponen un peligro para los vecinos de la zona.
Rafael lleva años denunciando esta situación. Vive y trabaja por estas calles cercanas a Plaza España, y este muro es uno de los obstáculos con los que se encuentra en su día a día. Las piedras “le han caído a personas, coches, motos…”, cuenta a Atlántico Hoy. “Todos los días cae una piedra o dos” y, según este vecino, con el tiempo ha empeorado.
Está yendo a peor
La acera es estrecha y con el desprendimiento de la estructura, queda repleta de piedras, “cada vez más grandes” debido al deterioro. Para Rafael lo peor se avecina ahora con la temporada de lluvias, que agravan la erosión del muro, cada vez en peor estado debido al paso del tiempo.
Junto a la vecindad del barrio, Rafael ya ha presentado un escrito al Ayuntamiento de la capital grancanaria hace “dos o tres años”. A pesar de que acudieron y aseguraron que lo solucionarían, según Rafael, la espera se ha alargado y las piedras siguen cayendo.
Cada cierto tiempo hace una llamada al Consistorio para informar de lo que ocurre en su barrio. Desde la entidad, la burocracia pesa, por lo que la respuesta que suele recibir es seguir el procedimiento de denuncia ciudadana, a través de la aplicación móvil LPA Avisa o entregando un trámite de Sugerencias y Reclamaciones, ví telemática en la sede electrónica o de manera presencial en las oficinas municipales.
Sin una solución
La Policía Local y los bomberos también han recibido llamadas de este vecino. Y en estos años, “han acordonado la zona prohibiendo el paso”; sin embargo, “los conos y las cintas las termina quitando alguien y la gente vuelve a pasar”. La calle es concurrida a lo largo del día, sobre todo por aquellos que van a hacer la compra al supermercado cercano.
Para Rafael “no hay por donde cogerlo”. El cansancio y el enfado se nota en su voz. El hastío de estos años de queja sin respuesta de la institución municipal no ha impedido que continúe denunciando la situación porque supone “un peligro”.
Un peligro
El muro se encuentra entre la calle Pelayo y la Viriato, justo donde acaba Juan Manuel Durán y comienza República Dominicana. Es ahí donde el paso de la gente al rozar la pared puede suponer un desprendimiento o la lluvia, el viento, etc. contribuyen a que las piedras choquen contra el suelo.
Ya sin vallas ni cintas que aseguren la zona, la infraestructura continúa con su deterioro, sin un cuidado o reforma. Rafael suspira y, como cualquier persona cansada de una situación por el estilo, recurre a la frase clásica: “hasta que no ocurra una desgracia…”.