La calle Bernardino Correa Viera, la antigua prolongación de Primero de Mayo, durante el día es un lugar tranquilo. A lo largo de la mañana vive sobre su asfalto el trasiego habitual de gente que se dirige a coger la guagua, comprar en el supermercado, levantar unas pesas en el gimnasio o cumplir con su cita médica. Reina el sosiego y la concordia. Pero por la noche parece que todo cambia según cuentan a Atlántico Hoy comerciantes de la zona ubicada en Las Palmas de Gran Canaria.
La comidilla en los bares de alrededor estos días han sido unos actos vandálicos que terminaron con varios cristales de coches rotos y un retrovisor partido. La Policía Local del municipio publicó el pasado domingo en la red social X –antes Twitter– varias imágenes de los vehículos dañados. Los hechos ocurrieron en el callejón del Molino cerca del Pambaso.
Con las manos en la masa
La segunda parte de la historia se produjo este martes cuando dos agentes de la Policía Nacional pillaron con las manos en la masa a un hombre que intentaba robar dentro de un vehículo. Tan solo unos minutos antes, este periódico estuvo por los alrededores para saber cómo lo viven vecinos y empresarios.
La primera parada es la oficina del Centro de Recursos Ambientales del Ayuntamiento. Allí, dos funcionarios cuentan que se habían enterado de los hechos delictivos del domingo, cuando los coches amanecieron violentados. No es para menos, la noticia corrió como la pólvora en el vecindario.
Una zona oscura
Unos metros más abajo se encuentra el Bar Mi Café. Antonio, uno de sus trabajadores, cuenta que a él una vez le intentaron robar. “Tengo un cliente que es el dueño de uno de los vehículos que rompieron”, narra.
No duda en decir que por la noche hay mucha inseguridad, “demasiado movimiento”. A la pregunta de si los residentes tienen miedo su respuesta es clara: “Sí, claro”. Según relata, hay varias personas que han sufrido intentos de robo debido a que es una zona apartada y oscura donde hay poca gente en la madrugada.
Dos intentos de robo
Es el caso de un local cercano. Los dos camareros manifiestan que en diciembre sufrieron un intento de robo y en enero otro. Otro hostelero comenta que como él llega casi a las 5:00 horas no ha visto nunca nada porque lo peor suele ocurrir antes.
Por lo demás, todos coinciden en la falta de seguridad. Por lo pronto, el detenido después de ser descubierto por la Policía no volverá a las andadas, pero la inquietud de los vecinos permanecerá hasta que no haya indicios de que todo volverá a la calma.