Viticultura regenerativa, tan importante en Cataluña, de donde parten relevantes esfuerzos desde Familia Torres, como en Canarias, territorio con el que una de las firmas vitivinícolas más prestigiosas del mundo tiene conexión desde hace medio siglo. Sostenibilidad, medio ambiente y cambio climático a través de una copa de vino, un enfoque que hoy pretendo desarrollar en el artículo de fin de semana aprovechando la conversación que tuve con Miguel Torres Maczassek, director general de Familia Torres, acerca de estos argumentos tan favorables para la naturaleza y la humanidad, en definitiva.
Dichos esfuerzos, como avanzaba, se han canalizado a través de una asociación que junta todo estos valores y, en opinión de Miguel Torres, la viticultura regenerativa “puede sonar, a lo mejor, como un esfuerzo extra, pero no es que sea ya el futuro: es presente. Durante todo este tiempo de la pandemia nosotros hicimos una reflexión al respecto y es que en este sentido, desde 2008 estamos intentando luchar contra el cambio climático y sus efectos reduciendo las emisiones de todo proceso que va desde la viña hasta el consumidor final que disfruta de los vinos”.
Torres afirma que “desde hace muchos años hemos estado practicando una viticultura ecológica y orgánica que pienso que ya fue un paso óptimo en todos los viñedos aunque durante el confinamiento nos asaltaba una duda: ¿qué más podemos hacer en el viñedo para contar con una agricultura que esté más alineada con esa lucha contra cambio climático? Empezamos a descubrir algunas voces, en diferentes lugares del mundo, que hablan de una forma diferente de trabajar la tierra y ahí es cuando acometimos este concepto de viticultura”.
Control de las emisiones de carbono
“Esta agricultura –prosigue- va más allá de lo ecológico pero ¿cuáles son los elementos para tener en cuenta en ese salto cualitativo respecto a lo ecológico? Concretamente, tan sencillo y tan complicado a la vez, no se tenía demasiado en cuenta las emisiones de carbono y esto sucede porque nos basábamos en una cultura de nuestros antecesores -que yo respeto porque también las hemos puesto en práctica-. Con esta filosofía de que se tiene que labrar la tierra acostumbrábamos a ver estos suelos desnudos y, claro, cuando ves un campo donde no hay hierbas, en el que no existe cobertura vegetal, entonces verdaderamente esa tierra no está absorbiendo el carbono atmosférico”.
Torres Maczassek pone de relieve que “la cubierta vegetal tomaría el carbono imita básicamente a la naturaleza; siempre que sea posible, eso significa que nos fijamos mucho en qué es lo que ocurre en un bosque; allí no encontraremos un tractor que están arando la tierra y no daremos margen a la biodiversidad”.
“Esta viticultura regenerativa es capaz de captar ese carbono atmosférico y supone una aliada para combatir el cambio climático”. En este sentido, pregunto al director general de Familia Torres si el rescate de algunas variedades ‘perdidas’ tiene conexión con estas prácticas agrícolas. “Sí lo está –asevera- porque cualquier tipo de uva rescatada supone revitalizar un elemento perdido”.
“Cuando nosotros empezamos a intentar recuperar variedades antiguas en Cataluña, hace más de 30 años, para nosotros esto era un sueño y es que mirábamos a las mismas ya no tan sólo por su calidad para hacer vinos sino por la capacidad de hacer frente a situaciones más extremas del clima, como las altas temperaturas o una menor pluviometría; presentan una excelente capacidad de madurar más tarde que es muy importante para conseguir un buen vino”.
La naturaleza es la que manda
Miguel Torres narra durante la conversación que “esta línea de acción no es algo aislado y que aglomera objetivos eficaces en una asociación que consolida nuestros valores de focalizar cada vez más a una visión próxima a la naturaleza, pues no se nos escapa que el cambio de argumentos en los viñedos era ya urgente”.
“Hay que tener en cuenta que a nosotros nos han inculcado, de bisabuelos a abuelos y a nuestros padres, cómo hacer las cosas de este y otro modo, cómo trabajar la viña…, y existe una tradición y una cultura a las que, en cierto modo, nos enfrentamos para transformarlas hacia otra dinámica. Claro que no es ni será fácil escapar quizá del tractor para optimizar con otras herramientas la recuperación de la vida en el suelo,, la biodiversidad y todo lo que apunte minimizar el impacto del cambio climático”, apunta Miguel Torres.
El enriquecimiento del suelo
“Por ejemplo, la utilización de animales. En el estamos recurriendo a nuestro propio rebaño de ovejas para desplegar un pastoreo que optimice la cubierta vegetal y el enriquecimiento del suelo. Es bueno para los agricultores, incluso, para las administraciones. ¿Puede que no tenga mucho sentido? Al contrario, pues en la naturaleza en la naturaleza todo está junto; la naturaleza no se especializa en una cosa o en otra sino que todo está en conexión. Nuestra familia puede aportar datos de hace décadas acerca de esto”.
Acerca de las consecuencias de la invasión de Ucrania, ya no solo por la dolorosa pérdida de vidas humanas sino por la barbarie medioambiental que se está cometiendo, Torres considera que nos debe llevar a reflexionar de una vez acerca “de una más firme apuesta por la generación propia de energía y que sobre todo venga de fuentes renovables; evolucionar también en un modelo energético respetuoso con el medio ambiente”.