A cuenta de las preocupaciones medioambientales por parte de la ciudadanía y aspectos básicos relacionados con la sostenibilidad, observo desde hace algún tiempo que en nuestra sociedad es propensa a “llenarse la boca” con términos que a la postre resultan huecos para muchos-as. Una cosa es hablar y otra actuar.
A los más pequeños gestos me remito. Por ejemplo, la reciente normativa para la obligatoriedad de que el tapón quede enganchado a botellas y envases encuentra reticencias por el remilgo ante el que resulta “muy” (¿?) complicado beber con ese adminículo atravesado. ¿Solución? Tirar de él.
Volvemos a las mismas y así prácticamente con todo.
Los gestos y las palabras valen cuando se ha constatado con hechos la voluntad de no solo afianzar el sentido común con acciones medioambientales y contra el cambio climático sino también ampliar el radio de soluciones efectivas –en cualquier ámbito de la producción- y que desde ese hilo solidario cuantos más adeptos se sumen a las transformaciones mejor que mejor.
En otras ocasiones he mencionado lo que para mí constituye un modelo que desde hace décadas funciona con garantías y cifras constatables en el área de la vitivinicultura española e internacional: Familia Torres. Por iniciar el relato, la gran firma es cofundadora de International Wineries for Climate Action, que impulsa la descarbonización del sector a nivel global, y de la Asociación de Viticultura Regenerativa, que promueve un cambio de paradigma en la gestión de los viñedos para convertirlos en sumideros de carbono.
Me llegan datos palpables de lo que ha sido la trayectoria de esta Casa como resultado de una fuerte apuesta por la introducción de sistemas y hábitos sostenibles en la actividad de las diferentes bodegas como es la reutilización de agua regenerada y la capacidad de retención de aguas pluviales para optimizar los recursos hídricos.
Se capta casi la totalidad del agua de lluvia de los tejados en las instalaciones de Pacs del Penedés y se propiciará el aumento de capacidad de retención del líquido elemento recogiendo también de los viales. Si hablamos de números puros y duros, 45 balsas de las fincas suman una capacidad total de almacenaje de agua de 122.000 m3.
En la mayoría de los casos se ha optado, asimismo, por un sistema de riego enterrado para evitar pérdidas por evaporación o estrategias del riego basadas en la activación en horas nocturnas, sondas de humedad y sensores.
Otro capítulo a subrayar es el compromiso en la paulatina adaptación a los desafíos del cambio climático. La bodega ha reducido un 37% sus emisiones de CO₂ por botella de 2008 a 2023 en los alcances ‘1, 2 y 3’, es decir, desde la viña hasta el consumidor. Si solo se mencionan las emisiones directas (alcances ‘1 y 2’), esta reducción llega al 50 por ciento.
Miguel Agustín Torres, presidente de Familia Torres, defiende que la reutilización de las botellas de vidrio podría contribuir considerablemente a la reducción de emisiones asociadas al packaging y la distribución. Cabe recordar que en 2023, Familia Torres reutilizó el 45% de las aguas de proceso asociadas a la elaboración del vino de su bodega de Pacs del Penedès, la cifra más alta desde que puso en marcha, en 2016, la planta regeneradora de agua depurada, posiblemente la primera instalada en una bodega. Esta se destina a riego, limpieza y refrigeración.
En definitiva, la autogeneración de energías renovables ha contribuido a la reducción de la huella de carbono junto a esa reducción del peso de las botellas y del uso de fertilizantes debido a la confianza en la viticultura regenerativa.